Parabolica.MX escribe Fernando Maldonado
No deberíamos llamarnos a sorpresa por la red de mentiras sobre las que se construyó la fama de una mujer con notorios padecimientos de disfunción del trastorno de la personalidad narcisista como el de Marilyn Cote, que se hizo pasar como una exitosa especialista en psiquiatría con cientos de pacientes, hasta que fue pillada.
No debería ser motivo de sorpresa, ni de indignación por el engaño sistemático de parte de esta mujer que no ha dejado de acaparar la conversación en redes sociales y todo tipo de foros pues existe una necesidad transgeneracional en creer en algo o alguien para volcar carencias -sociales o afectivas-, exhibir limitaciones intelectuales, culturales sociales o económicas.
Por estos días se estrenó en streaming una divertida comedia negra inspirada en la obra original de Luis Spota (CDMX, 13 de julio de 1925-13 de enero de 1985) “Casi el paraíso” que narra con precisión los elementos que suelen jugar en la construcción de los héroes de papel que luego suelen ser llevados al escrutinio público, el juicio popular o el cadalso.
Un joven miserable, pero atractivo, hijo de una prostituta en la Toscana que luego de diversos accidentes del destino viaja a México para hacerse pasar por el Conde Conti, el nombre de un noble europeo tomado de los anales de la historia con propósitos innobles: crear fortuna a base de engaños en una alta sociedad inculta, llena de avaricia y egos exacerbados.
Como Marilyn Cote en Puebla se hizo de una vida inexistente para tomar el pelo a pacientes, empresarios y medios, Conti envolvió a adultas ricachonas que padecían profundas huellas de abandono, pero con abultadas cuentas bancarias.
En el colmo del provincianismo, Sergio Vergara Verdejo, promovió desde la Secretaría de Cultura el supuesto libro de la mujer que ahora está imputada de al menos cinco delitos, según narró este jueves el titular de la Fiscalía General del Estado, cuyo título es “El psicodiagnóstico de Rorschach en la perfilación criminológica”.
Vergara Verdejo que ha entrado y salido de la Secretaría de Cultura cuantas veces ha sido necesario, quedó exhibido como un servidor público aburguesado, esnobista y burocrático que dejó pasar la oportunidad de promover verdaderas expresiones artísticas y culturales de las que abundan en Puebla, pero abrió las puertas a una mujer que además de tener un perfil criminal, es la picaresca del país entero.
No existe autocrítica ni aprendizaje en nuestras sociedades y solemos solazarnos de supuestos logros que festinamos como objetivos alcanzados, aún con el riesgo de entregar confianza, prestigio y patrimonio. Cote y Conti, el pintoresco estafador en la historia de Spota en “Casi el Paraíso” forman parte de un patrón de conducta en nuestra clase política.
La cautela no es una norma que sigan nuestros dirigentes, gobernantes ni clase pudiente. En octubre de 2023 el Congreso de Puebla entregaba a Eric Adams, alcalde de la ciudad de Nueva York un reconocimiento por su papel al frente de un gobierno en la ciudad santuario en la viven cientos de paisanos, pero un año después, en septiembre se convertía en objeto de una investigación por corrupción.
Ahora que apenas se apagan las velitas y dejan de sonar las fanfarrias por la visita de Puebla del presidente del Grupo Carso, Carlos Slim, bien valdría la pena un asomo de prudencia. El hombre que se encuentra en el selecto de Forbes y es el hombre más acaudalado de México con todo y su aureola de Rey Midas a la mexicana también es poseedor de otras cartas credenciales menos decorosas.
En la obra de Diego Enrique Osorno “Slim: la biografía política del mexicano más rico del mundo” (Edit. Debate 2015): “Hay tan sólo un manojo de personas en México dispuestas a criticar públicamente al señor Slim, a hablar on the récord, a decir lo que tantos musitan en privado, pero no se atreven a airear. Y es crucial que los mexicanos entiendan el porqué del temor, el porqué del silencio. La respuesta se halla en un sistema disfuncional del cual el señor Slim se ha beneficiado…”.
@FerMaldonadooMX