Falsaria defensa de la libertad

Falsaria defensa de la libertad
Fernando Maldonado
Parabólica

Parabólica.mx escribe Fernando Maldonado

El candidato a la gubernatura por el frente opositor -como quiera que ahora se llame-, Eduardo Rivera Pérez, es tan versátil que tiene un discurso y una postura política para cada ocasión. Lo mismo sucede con sus cercanos, que ahora levantan la mano y acusan con el dedo flamígero de su talla política lo que no han sido capaces de condenar cuando no les acomoda.

El candidato a gobernador por Morena-PT-Verde, Alejandro Armenta, llamó “delincuente” a quien por años denigró, estigmatizó y humilló a quien quiso a través de la bocina estentórea que le dotó el diario del que es socio mayoritario junto con Ignacio Mier, el coordinador de los legisladores de Morena.

Lo hizo cuando se le preguntó por una publicación en la que emite un juicio de valor respecto del paquete de reformas del presidente Andrés Manuel López Obrador que mereció el apoyo de la totalidad de los gobernadores de Morena y del propio Mier, desde la tarde misma de la publicación.

Conviene someter a un análisis la postura del panismo de Eduardo Rivera, completamente contrastante con el panismo de Rafael Moreno Valle, al que se adhirieron por voluntad o conveniencia, los prosélitos de quien ahora busca votos para ser gobernador por el subrayado conservadurismo en la aldea.

La rentabilidad política justifica los medios, dicta la máxima. Y en efecto, en uno de los malabares más cuestionables y ostensibles de su carrera política, decidió comer sapos como dicta la ortodoxia de la política, se autoproclamó el “demócrata” que cree en la libertad de expresión y se lanzó a la defensa del personaje que hace apenas unos meses cohabitaba con los internos del penal de Tepexi de Rodríguez.

Se trata de la primera defensa pública de un actor del periodismo poblano -cuestionado a no-de parte de este panista, lo que subraya el silencio cómplice que guardó en al menos dos etapas visibles y contrastantes en la vida pública que dejaron profundas secuelas como los regímenes de Rafael Moreno Valle de 2011 a 2017 y de Luis Miguel Barbosa de 2019 a 2022.

El morenista Barbosa fue permanentemente señalado de ejercer con mano de hierro su gestión y ello no dejó exento a un sector que desde el periodismo rivalizó desde esa trinchera lo que a su juicio había que señalar, pero no hubo una sola voz en el entorno del panismo de Lalo Rivera en defender esa causa.    

Como grupo, por conveniencia política o por instinto de conservación decidieron voltear la mirada a otros objetivos para no importunar a quien la comidilla señalaba como un aliado de clóset desde que el candidato de ahora era el candidato de ayer, por la alcaldía para destronar a Claudia Rivera Vivanco la ineficaz alcaldesa que pretendió desde la izquierda la reelección.

El más bochornoso de los episodios sucedió, sin embargo, durante el mandato transexenal del ¿panista? Moreno Valle que llegó a encarcelar a panistas aliados y persiguió hasta la asfixia a la prensa insumisa. Frente a un régimen de oprobio y dictatorial, Rivera Pérez calló, junto al resto de sus cercanos.

Medios de información con verdadera dignidad padecieron la arrogancia, petulancia y censura de quien gobernó cuando el candidato de ahora también lo fue a la presidencia municipal por primera vez, en 2010; nombres y apellidos a quienes costó una vida de trabajo construir prestigio y respetabilidad fueron objeto de acoso feroz.    

¿Qué ha cambiado de los años recientes a la coyuntura de ahora para vestirse de tales ropajes?

La rentabilidad electoral urge a tomar banderas que antes resultaron impensables, aún a riesgo de que la fachada democrática se venga abajo como sucede con falsas posturas que nadie pide y nadie necesita.

 

@FerMaldonadoMX