Parabólica.MX escribe Fernando Maldonado
La efímera integrante del equipo de voceros en el equipo de campaña al Gobierno del estado por Morena-PT-Verde, Paola Migoya, tiene una clara inclinación por la derecha en el mundo y sus expresiones ultraconservadoras; condena la diversidad y pondera la heterosexualidad como modelo único en la sociedad del siglo XXI; ensalza a presidentes de probada derecha radical como Nayib Bukele en El Salvador y a Javier Milei en Argentina; asume que la organización Transparencia Mexicana es el oráculo de la verdad; que Rosario Orozco, viuda de Miguel Barbosa, no merece una candidatura a una diputación federal y que el Tren Maya causó destrozos en su ruta de Yucatán al sur de Quintana Roo.
Así como se ve, la renunciante a la posición que hace unas horas exhibió exultante, es un manual ideológico de la derecha más rancia, como se puede apreciar en la conducta de su amigo Gabriel Quadri, el payaso con pretensiones intelectuales que sugirió no cargar con estados como Oaxaca, Guerrero y Chiapas para poder alcanzar el desarrollo en México.
La hoja de vida de la supuesta activista, la hacía inviable en un equipo de campaña que asume como válidas las causas de la izquierda en México, como postura central para terminar con el modelo que decidió combatir el presidente Andrés Manuel López Obrador, y no exactamente a la coartada con la que salió por la puerta de atrás: “para no generar mayor confrontación en Morena, he decidido separarme del equipo de vocería en Morena, por prudencia y por respeto”.
Migoya no conoce la prudencia y mucho menos el respeto. Cosa de ver la línea de tiempo de su cuenta en X para saber que no entiende que no entiende cuando clasifica a los adultos mayores como ciudadanos de segunda, que el derecho al aborto es un delito y no potestad de las mujeres libres, y que en las comunidades LGBTTTIQ, anida la perversa ideología de género.
No sorprende que en las últimas horas no se ha hablado de otra cosa en el mundillo de la política más que de la incorporación de dos perfiles cuestionados y cuestionables en los equipos de campaña de Alejandro Armenta, candidato al gobierno del estado por Morena-PT-Verde y de Mario Riestra, abanderado al gobierno de la capital del estado por el PAN-PRI-PRD.
En sí mismo, se trata de un tropiezo en términos de comunicación política porque la sola mención de Paola Migoya en Morena y Javier Lozano en el Frente Opositor acapararon reflectores debido al perfil público que ambos poseen por ser responsables de la construcción de una narrativa virulenta que poco ha abonado a la discusión razonada en el ámbito público.
De ambos personajes se ha escrito casi todo, desde sus respectivas trayectorias en diversos partidos políticos, grupos políticos o empresariales y particularmente por haberse convertido en los dueños de un discurso de odio en contra de todo lo que signifique la Cuarta Transformación, las clases vulnerables y propagandistas de la extrema derecha, incluso más allá de las fronteras de México.
Al jueves al medio día, unas horas después de los anuncios de incorporación de Migoya y Lozano en las respectivas trincheras, nadie tenía en la mente la actividades, pronunciamientos o propuestas de quienes buscan el voto en el estado y el ámbito municipal porque el imaginario volcó a estos dos personajes impresentables.
Especialista en vender vidrio como si se tratara de piedras preciosas, Migoya volvió a ser el centro de la atención cuando anunció que bajaría de la vocería en Morena para, según su propia versión, evitar la confrontación en un partido con serias limitaciones para revisar perfiles o de plano, con una laxitud alarmante para reservar el derecho de admisión.
@FerMaldonadoMX