Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado
Pongamos que nuestro personaje central tiene como nombre, Carolina. Una mujer recién egresada de la carrera de derecho, que cursó con esfuerzo y entrega. La historia es recurrente porque como otros tantos, sacó la carrera en el Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla, a donde llegan jóvenes que no encontraron lugar en la universidad que mayor matrícula tiene en el sureste del país: la BUAP.
Carolina no pasa de los 24 años, pero ya conoce el amargo sabor de las mañas de una burocracia enquistada en puestos de mando en el Tribunal Superior de Justicia, no obstante tratarse de una joven profesional con un serio compromiso por sacar su trabajo y cumplir con su responsabilidades. Ideales de una juventud cuando apenas se deja la universidad.
No podía saber Carolina que el sueño de llegar a un centro de trabajo formal en una de las instituciones responsables de impartir justicia se convertiría en una pesadilla hasta tener que llegar al psiquiatra, producto de la extorsión que vivió por semanas de parte del personal.
La mala fortuna quiso que la joven cayera en medio de un grupo de malas y malos servidores públicos, cuya conducta obedece más a la de un grupo tribal que no admite a nadie más y que por tanto, se debe extirpar.
La historia comenzó en 2023. Carolina comenzó a laborar en la Primera Sala Penal del Tribunal Superior de Justicia, en lugar de Andrés Rojas Mirón, nombrado diligenciario desde noviembre de 2021. Personaje menor en la historia, pero decisivo para el desenlace de la trama.
Este personaje menor junto con Hanán León Sánchez, Jefa de Causas de la misma Sala Penal comenzó una campaña de acoso en medio del personal que se agravó cuando por un ajuste salarial, la plaza asignada registró un aumento, superior al del renunciante.
Fue víctima de un boicot constante, humillada y hasta escuchar una expresión que sonaba más a exclusión intolerante del fundamentalismo: “la vamos a sacar porque nos cae mal y no merece estar aquí”. Estaba sola, el magistrado de la sala, Amador Coutiño Chavarría decidió lavarse las manos.
Incluso cuando Hanán León Sánchez le exigió entregar parte de su salario para compensar a quien, por intereses propios, ya no laboraba en esa área del Poder Judicial. Copias de documentación probatoria de todo lo que sucedió a Carolina están en poder del columnista.
Pero además existe una denuncia formal ante el Consejo de la Judicatura que preside el magistrado José Eduardo Hernández y en el Tribunal Superior de Justicia, que encabeza la magistrada María Belinda Aguilar Díaz; hay una queja ante la Comisión de Derechos Humanos, bajo el número V2/002323 y sendas denuncias ante la Fiscalía Especializada en Derechos Humanos CDI-DL/FEDH/TORTURA/03328/2004 y en la Fiscalía de Combate a la Corrupción CDI-122/2024.
La historia de abuso y corrupción de estos personajes menores en el Poder Judicial de Puebla también yace en el escritorio de un servidor público que ha dado muestras claras de ser aliado de las mejores causas y empatía: Sergio Salomón Céspedes Peregrina.
Continuará…