Parabólica.mx escribe Fernando Maldonado
De las redes sociales a las aulas, las campañas políticas en Puebla dieron un salto cuántico la semana que terminó el viernes 26. Y no fue que los actores de la contienda hayan sido sometidos al rigor de entrevistas en medios de información masiva con profesionales del periodismo al frente.
Tampoco lo fue la discusión entre la clase política sobre la cada vez más remota posibilidad de que haya debate entre contendientes al gobierno municipal, o sobre la probable amenaza al candidato Mario Riestra el domingo de la semana previa. Nada de lo anterior provocó lo que fue atestiguado por usuarios de las plataformas digitales casi en tiempo real.
La democratización de la información tiene forma de @ (arroba) y corre en todas las direcciones, para bien de la gente que en su fuero interno conserva inquietudes y preguntas sobre aspectos torales para las que la mayoría de las veces, no hay respuesta porque se carece de una bocina suficientemente potente para hacerse escuchar.
Y esa virtud se la debemos a los jóvenes que en diversas universidades colocaron en posturas poco cómodas a los perfiles que compiten por un cargo público a base de discursos, pegotes, gorras y botargas en los cruceros de las ciudades medias del territorio estatal.
El candidato al gobierno estatal por Morena-PT-Verde-Panal-Fuerza por México, Alejandro Armenta, que parecía tendrá un día de campo luego de sus participaciones en la que ha sido catalogada como la sede del conservadurismo, la Universidad Popular Autónoma de Puebla (Upaep) y luego en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, debió pasar un trago difícil en el Tec de Monterrey.
No solo por las cartulinas con mensajes de desaprobación por obras insignia del presidente Andrés Manuel López Obrador, sino porque debió comparecer ante esa comunidad estudiantil por decisiones y acciones que hacía tiempo no respondía: su cambio del PRI al escándalo del auto de alta gama AUDI R8 que su colaborador, José Luis García Parra devolvió a la agencia de automóviles.
Pero si Armenta pasó saliva en el Tec de Monterrey, Eduardo Rivera no la tuvo fácil en su actuación en la Universidad Iberoamericana. Cuestionaron la alianza de un partido humanista que se desdibuja por la rentabilidad electoral como el PAN, con una franquicia que se torna sindicato del crimen: el Pacto Social de Integración.
El fichaje de Guadalupe Martínez, hija del investigado por crímenes federales como El Toñín Antonio Valente Martínez Fuentes, como candidata a la presidencia municipal de Quecholac y de paso, la presencia de un ostensible violentador de mujeres como candidato en Tecamachalco, Inés Saturnino López Ponce también pusieron en aprietos a Rivera Pérez.
Acusó a la vocera de Morena, Edurne Ochoa, de pretender desprestigiar la causa panista, pero dejó en el aire la pregunta concreta: ¿por qué los oídos sordos ante reclamos de mujeres que sufrieron acoso sexual o violencia de parte de funcionarios en el gobierno municipal que encabezó?
No hay militancia, rango o posición política que se mantenga al margen del escrutinio de la academia y de sus estudiantes. Los cuestionamientos sobre expedientes clave como aborto, familia, inclusión y un largo etcétera está en el tablero de la atención, pero no todos han tenido el arrojo para colocarlos en la agenda electoral.
Hay que celebrar la libertad, audacia y temple de quienes hicieron la tarea para mostrarnos de qué están hechos quienes se asumen con fortalezas y capacidades a prueba de balas para conducir una sociedad tan diversa que posee a esos estudiantes que, por un instante, hicieron titubear al poder.
@FerMaldonadoMX