Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado
El falso debate sobre la posibilidad de que se organice un segundo encuentro entre candidatos a gobernador en Puebla atiza al desconocimiento de una mayoría. Es decir, ha sido un instrumento más de propaganda de la coalición que postula a Eduardo Rivera Pérez, rezagada en la preferencia ciudadana, nada mas.
Se trata de una estrategia de posicionamiento de un perfil que a lo largo de su trayectoria política ha demostrado ser un perfil político sin arrojo que raya en la abyección. Fuerte, pero cierto.
De esa conducta acomodaticia hubo abundancia de ejemplos, como cuando fue candidato por primera vez a la presidencia municipal con el difunto Rafael Moreno Valle, entonces candidato a gobernador en 2010. Rivera fue la cuota que el ala radical en el PAN, el Yunque, recibió para abrirle la puerta a un pragmático Moreno Valle que siempre despreció.
¿Ya se olvidó el día en que como edil de la capital fue desplegado del balcón central de palacio municipal en donde era anfitrión durante la ceremonia del Grito de Independencia?
Ahí quedó registro del momento en que su lugar como autoridad electa por una mayoría en la capital fue sustituida por el bocaza Javier Lozano Alarcón, en lo que fue considerado como el tímido intento de promover al impresentable ex secretario de Trabajo con Felipe Calderón.
No fue el único evento en el que se le menospreció públicamente, pero si el mas notorio. La picaresca política de aquellos años decía que como gobernador, Moreno Valle había sido el mejor presidente municipal de la capital por las obras que desplegó, muchas de ellas sin el consenso de la autoridad municipal.
Cuando la semana pasada el candidato a gobernador de Morena, Alejandro Armenta, dijo estar dispuesto a debatir como lo había demandado el discutible arrojo de su adversario, no hizo sino contener y evitar dejar que la percepción general fuera orientada a por una ruta equivocada.
Nadie quiere a una autoridad que le saque la vuelta a un desafío cantado como fue el caso del lance del candidato del PAN-PRI-PRD. Armenta atendió el desafío, aunque en el fondo se sabe imposible de un nuevo debate.
No es que no haya materia. El estado de cosas en una entidad de la dimensión y complejidades como el estado de Puebla exige profundizar en el contraste de propuestas y planes de quienes compiten en estos días.
Rivera Pérez en realidad pretendió administrar y extender su presencia en el imaginario como un candidato competitivo, que las encuestas más serias le han regateado hasta estos días.
No hay que darle muchas vueltas. A nueve días de que las actividades proselitistas sean suspendidas como lo establece la ley electoral, el inusitado desafío por un nuevo debate debe interpretarse como el último recurso de posicionamiento de un púgil retador que se sabe en desventaja frente a un adversario con mayores cualidades.
Los datos tangibles para desechar la probabilidad de una eventual organización de un segundo encuentro no está en la ley en la materia.
Y tiene una razón de peso y de pesos: la dinero para pagar una nueva producción, la logística para encontrar un nuevo recinto y los acuerdos en el seno del Instituto Electoral del Estado, no existen.
Hasta el día de hoy, ningún partido o coalición ha puesto en la mesa del Consejo General del IEE la propuesta de financiar el costo de un nuevo debate.
Habrá quien aplauda la inusitada audacia de un Eduardo Rivera que en estos tiempos de campaña salió del perfil tibio de siempre para convertirse en el pendenciero que nadie había advertido.
Las campañas y los proyectos como en el que se embarcó el ex edil capitalino producen identidades ignotas.
@FerMaldonadoMX