Neoliberalismo desmantelado

Neoliberalismo desmantelado
Alvaro Ramírez
Piso 17

Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco

En un mes, cuando entregue la Banda Presidencial a Claudia Sheinbaum Pardo, el Estado (así con mayúscula, en su concepto político esencial) que deje Andrés Manuel López Obrador será muy distinto al que asumió hace seis años; y será también de corte mucho más humanista, tras el desmantelamiento del neoliberalismo feroz que instauraron PRI y PAN y que sumió a millones en la pobreza.

Eso no les gusta escuchar, por supuesto, a los pocos ideólogos y estadistas que habitan en la oposición que pasó de la derrota moral, a la debacle literal en los pasados comicios.

Con reformas constitucionales aún por concretar en su último mes de gobierno, pero con muchas más logradas a lo largo de sus casi seis años de gobierno, López Obrador ha concretado un nuevo modelo de gobierno y ha sentado las bases de un Estado distinto, completamente antagónico al neoliberalismo salvaje que se instauró con el salinato y que replicaron y fortalecieron los gobiernos que siguieron, lo mismo del PAN que del PRI, y que generaron un incremento geométrico en la pobreza en México, pero sobre todo, cerraron los caminos al ascenso y estabilidad económica de las clases populares.

El lopezbradorismo no ha solucionado la pobreza, pero ha generado una redistribución, al menos por ahora, del presupuesto público.

Antes, la corrupción, los poderes fácticos y los grupos políticos fueron los primeros beneficiarios del erario.

No es que la corrupción se haya acabado, sino que al garantizar, constitucionalmente, el reparto de becas y pensiones, al menos directamente en programas asistencialistas se permite que los grupos vulnerables acceden al presupuesto. No resuelve su situación de pobreza, pero al menos la palia; antes ni eso ocurrió.

La visión de López Obrador, a través de las propuestas que ha propuesto y las que tienen pendientes, es de un Estado más social, en el lugar de un Estado rector sordo u observador ciego, que permitía poderes estáticos y a los particulares mano libre en muchos terrenos.

Por eso la dimensión de la rabia de la oposición, que todo lo ve mal, que todo lo critica y que todo lo considera un fracaso.

Los opositores formales, quienes son legisladores y gobernantes, se han quedado afónicos ante el nuevo régimen.

De ahí que los opinadores profesionales, disfrazados de comunicadores, hayan aparecido para elevar las proclamas y vociferar los denuestos a los que no se atreven dirigentes y legisladores de los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN), principalmente.

O incluso ahora los reales representantes de los poderes fácticos han tenido que salir a tomar la voz, porque sus legisladores-voceros no les funcionan, como una oposición real.

Ahí está el caso inevitable y perverso del dueño de televisión Azteca, Ricardo Salinas Pliego.

Pero todo está ocurriendo por la sencilla razón de que el Estado mexicano se ha modificado.

Porque después del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el país no es el mismo.

Se ha desmantelado el neoliberalismo. Y eso no les gusta.

 

@Alvaro_Rmz_V