AMLO, el indescifrable estratega

AMLO, el indescifrable estratega
Alvaro Ramírez
Piso 17

Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco

El presidente Andrés Manuel López Obrador marcó a la oposición el ritmo del proceso electoral que terminó por sepultarla; los dirigentes del PRIANPRD, los formales y los de facto, hicieron precisamente lo que, con extrema habilidad, les impuso.

A pesar de estar siempre al filo del esquema normativo, sin embargo, el tabasqueño se ha erigido como el gran estratega electoral y político de la contemporaneidad nacional.

Aquella aseveración bravucona de que “López Obrador ya no estará en la boleta en 2024”, y suponer que eso haría vulnerables a los candidatos del sistema, terminó por convertirse en un deseo fallido de los opositores.

Efectivamente, Andrés Manuel no estuvo en las papeletas que cruzaron los ciudadanos, mayoritariamente, por el Movimiento Regeneración Nacional Morena) y sus partidos aliados.

Para la desventura de los prianistas, en cambio AMLO estuvo en la Presidencia de la República, marcando cada día la agenda pública.

Hace unos meses, cuando era incipiente el proceso, muchos festejaron que el mandatario diera tanta promoción a Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, en los días en que se debatía su supuesta fuerza como candidata presidencial opositora, aún antes de ser designada como tal.

Con sus descalificaciones, el Presidente le dio notoriedad a la senadora hidalguense, quien antes de la cascada de declaraciones desde Palacio Nacional, era prácticamente una desconocida.

Andrés la encumbró, porque era precisamente la candidata, con sus grandes debilidades y graves limitaciones, que más le convenía enfrentar al sistema.

Los partidos que la postularon, los comunicadores que la apuntalaron y los poderes fácticos que la llenaron de lisonjas, cayeron redonditos en el juego.

Es difícil, pasado todo el proceso, decirlo con certeza, pero da la impresión de que cualquier otro u otra hubiera hecho mejor papel.

Pero eso también es estrategia; eso también es parte de la competencia y es esencia del juego político.

En contraposición, Morena postuló a la Presidencia de la República y a casi todas las nueve posiciones que buscaron una gubernatura, a candidatos y candidatas muy potentes.

Claudia Sheinbaum Pardo garantizó el resultado que, finalmente, consiguió el sistema: más de 35 millones de sufragios. Una ola guinda incontenible que lleva por primera vez a Palacio Nacional a una mujer.

En Puebla, Alejandro Armenta fue la mejor selección como abanderado. Nadie más fuerte que él para la campaña, nadie más sólido como él para el resultado de más de 1.9 millones de votos a la gubernatura. Ningún gobernador poblano ha llegado con tanto respaldo popular, casi 60 por ciento de los votos emitidos.

El modelo se replicó en casi todas las plazas del país. Hay que decirlo aunque parezca poco sutil: los demás candidatos, salvo honrosas excepciones, fueron escenografía.

En prácticamente todas las municipalidades y distritos, locales y federales, así como los estados en las elecciones a las senadurías, fueron jalados o empujados precisamente por la potencia de los candidatos a la Presidencia y, en Puebla, a la gubernatura.

Otra vez, salvo honrosísimas excepciones, el triunfo fue de Andrés Manuel López Obrador, de Claudia Sheinbaum y, en tierras poblanas, de Alejandro Armenta.

En nuestro estado, una mención especial merece el gobernador Sergio Salomón, quien con su personal formal de gobernar y como un mandatario identificado plenamente con la Cuarta Transformación (4T), también fue eje fundamental de los resultados electorales; y también sin aparecer las papeletas.

En resumen, ganó la opción de la continuidad del régimen, porque genuinamente hay una identificación mayoritaria con ésta.

Aquellos que en la oposición tienen un poco de cordura han reconocido que no hubo y no hay ningún resquicio a reclamar un fraude. La elección fue rotundamente limpia.

A la distancia de las semanas, se ve tan absurdo que se haya podido dar alguna validez a las dos o tres encuestas nacionales que daban como ganadora a Gálvez. Es demencial que se les hubiera podido dar alguna verosimilitud.

El caso de Andrés Manuel en América Latina y en el mundo merece un análisis profundo de mentes brillantes, que seguramente desde la academia podrán diseccionar sus capacidades como estratega y sus cualidades como líder político.

Antes de él, incluso por encima de las referencias ideológicas del mismo Presidente, como lo son Benito Pablo Juárez García y Lázaro Cárdenas del Río, no hay con quien se le pueda comparar como estratega y líder.

Da la impresión de que López Obrador tiene un instinto superlativo para leer a lo que él, con romántica acepción, le llama El Pueblo.

Pareciera que casi improvisa el día a día para ir marcando la agenda nacional y para llegarse simpatías.

Sólo así se explica con tanta claridad el desconcierto de la oposición.

No solamente perdieron otra vez.

Ahora perdieron peor.

 

@Alvaro_Rmz_V