Sheinbaum y Morena: la indispensable distancia

Sheinbaum y Morena: la indispensable distancia
Alvaro Ramírez
Piso 17

Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco

Con fuerza de instrucción, una que no admite debate, la presidenta electa pidió separar el gobierno del partido Morena reforme sus estatutos y elija a su nueva dirigencia en un Congreso Nacional, que no puede tardar más allá de octubre.

La solicitud, con contundencia, que hizo Claudia Sheinbaum Pardo en su acto denominado la “Victoria del Pueblo”, el jueves pasado en el Teatro Metropolitan de la Ciudad de México, deja claro que se dará vuelta a la página de la contienda electoral y que el mandato que asume es de Estado y como representante de toda la sociedad.

Más que una “sana distancia”, como algún presidente dijo en el pasado, se trata de una indispensable separación de tareas, de órganos y de las personas. Lo del Morena a Morena; lo del gobierno al gobierno.

Con ello también perfila Sheinbaum un sexenio distinto de los regímenes anteriores, sobre todo el priato de más de 80 años, en que la el partido fue una extensión de administración pública. Se trataba de un partido de Estado.

Eso significa, o se espera, que el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) no recibirá recursos públicos indebidos, más allá de los que por ley le corresponden como instituto político.

También que la dirigencia, si bien acompañará ideológicamente al gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo, no será, con sus partidos aliados, el único interlocutor, ni siquiera en la esfera legislativa.

Aunque pasó casi inadvertido, después de recibir del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) la constancia de validez, la presidenta electa hizo énfasis en que ahora representa a toda la sociedad, y no solamente a los más de 35 millones de ciudadanos y ciudadanas que votaron por ella y que le permitieron una victoria contundente, con más de 32 puntos de diferencia sobre su más cercana contendiente.

Es ahora presidenta electa y, a partir del 1 de octubre, será presidenta constitucional, jefa del Estado Mexicano, jefa del Gobierno Mexicano y Comandante de las Fuerzas Armadas.

La separación del partido de la administración federal es un tema que la sociedad ha pedido constantemente en el pasado.

Lo pidió la izquierda, cuando fue oposición; lo exigió la derecha también, aunque luego no lo hizo del todo cuando fue gobierno; lo requieren las instrucciones para que haya legalidad y solvencia política del gobierno de la República.

Esa instrucción de Claudia deberá replicarse en los gobiernos estatales; por supuesto, deberá ocurrir también en las administraciones municipales de la Cuarta Transformación (4T).

En el pasado reciente, otra vez la referencia más clara es el priato, el secretario de Gobernación y/o el mismo presidente era el jefe de partido.

Aquello del “primer priísta de la nación, del estado o del municipio” se aspira a que no se repita como “la primera morenista de la nación”, con la presidencia de Sheinbaum.

Eso también redundará en el tan exigido “piso parejo”, que la oposición demanda en los comicios.

La utilización de programas sociales, con todo y sus padrones, deberá estar completamente vetado, si se cumple la instrucción de la presidenta electa.

Sin embargo, para Morena, especialmente, y sus partidos aliados, cumplir con la instrucción representa un reto monumental.

Si nada extraño ocurre, la próxima presidenta del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) morenista será Luisa María Alcalde Luján, la actual secretaria de Gobernación.

Morena requiere, como se ha dicho ya, evolucionar del movimiento, al instituto político, con las reformas profundas que ese requiere.

¿Podrá?

@Alvaro_Rmz_V