Churros tradicionales a un costado de la Catedral
Son solo unos pasos los que separan la Catedral Metropolitana de un espacio donde el pecado de la gula tienta hasta al más religioso de sus asistentes.
Se le conoce como la Antigua Churrería de la Catedral, pero para efectos formales, es La Churrería de Puebla.
Está ubicada en la esquina de la calle 2 Sur y su cruce con la Avenida 5 Oriente en el corazón de la ciudad, y es el sitio donde se ubica el que es, para muchos, el mejor trabajo del mundo.
Un joven toma una rueda gigante de estos manjares y los costa por tramos para dar la bienvenida a miles de personas que circulan a diario por la zona y que hacen parada ahí en su paseo por el Centro Histórico.
Se llama José, tiene apenas 22 años de edad y atiende con una sonrisa en este icónico negocio del corazón de Puebla. Su trabajo hace babear a propios y extraños, es envidiado, esperado y provoca alegría de la gente cuando sale una nueva rosca y se pone manos a la obra.
Justo a su lado, una vitrina ilumina perfectamente las Bolas de Berlín, los Buñuelos, el Envinado, el Cubilete, el Cono de Crema y las Donas de Chocolate.
A un costado de él se preparan deliciosas tortas y cemitas, de milanesa, salpicón, quesos o jamón, cecina o carne enchilada, todo acompañado con exquisitas rajas.
Para bajar el antojo, hay chocolate en sus diferentes tipos, aguas, refrescos, malteadas y tés, que conjugan perfectamente con el ambiente familiar del lugar.
Aunque se trata de un sitio turístico, los precios son accesibles y están al alcance del bolsillo de cualquiera, los churros cuestan 8 pesos, un chocolate 45 y una torta o cemita de 60 a 90 pesos.
No es un sitio para cualquiera, pero si es un sitio para todos donde se puede probar un poco de la gastronomía que esa ciudad le ofrece al mundo.