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Lunes, 07 Julio 2025 19:46

Yo te lo explico

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Machomenos escribe Israel León O’Farrill  

Palabras clave: machismo, mansplaining, violencia, patriarcado.

María José López Graciano, en un reportaje de ¡Goooya!, publicación del Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad de la UNAM, nos dice que el mansplaining (en inglés) “significa hombre explicando, y alude a aquellas situaciones en las que un hombre (como suele suceder) busca demostrar su poder por medio de la vía intelectual, tal es el caso, que al mantener algún debate con una mujer informada del tema (inclusive más que él), busca minimizar explicándole la situación desde una tonalidad condescendiente, es decir, se persigue el objeto de posicionarse intelectualmente superior en todos los sentidos”. Todos los varones, de una forma u otra, hemos practicado este tipo de micromachismo; todos, en algún momento, hemos explicado de manera condescendiente a alguna amiga, hermana, novia o esposa, como si habláramos con algún párvulo, alguna cuestión de “hombres”, sea de política, de coches, de aviones, de futbol, de guerra y de cualquier actividad en las que consideremos que las mujeres no saben lo que dicen. Es más, incluso en aquellas en las que ellas podrían ser autoridad, como la cocina o el cuidado del hogar, como machistamente les asignamos, también tenemos algo que decir y para hacerlo, argumentamos que nuestra madre “lo hacía mejor” o “ella sí sabe cómo hacerlo” y, como yo lo sé por ella -aunque no tenga ni idea cómo hacerlo-, tengo la autoridad moral -macha- de aleccionarla. Esto, si es que es posible, es lo más ridículo del caso.

La escritora norteamericana Rebecca Solnit -a quien se le ha atribuido la creación de este término, aunque ella no lo reconoce-, en su libro “Los hombres me explican cosas” (2016), afirma que ha vivido este fenómeno constantemente, es decir, hombres que se juzgan superiores buscan explicarle cosas sobre temas en los que ella es especialista. Ella lo ve como una guerra “a la que se enfrentan casi todas las mujeres cada día, una guerra también contra ellas mismas, una creencia en su superfluidad, una invitación al silencio, una guerra de la cual una buena carrera como escritora (con un montón de investigaciones y estudios correctamente desarrollados) no me ha librado totalmente”. En efecto, lo he visto constantemente en la academia, espacio repleto de hombres que buscan corregir y poner en su sitio a compañeras porque se “equivocan” o no tienen los datos más actuales. De esa discriminación en la academia me ocuparé en otra entrega. Espero no haber sido uno más de esa retahíla de académicos deplorables que aleccionan a las compañeras. Esto, aunque pareciera nimio, es una forma sutil de violencia que, como afirma Solnit, “es una manera de silenciar a las personas, de negarles la voz y su credibilidad, de afirmar tu derecho a controlarlas sobre su derecho a existir”.

Se podrá decir que esto nos sucede también a los hombres y que, con no poca frecuencia, también lo ejercen las mujeres que llegan a tener cierta autoridad sobre nosotros y sobre otras mujeres. Cierto, pero el hecho de que sean mujeres o que nosotros como varones lo suframos, no quiere decir que sea algo normal. Es una práctica patriarcal, una expresión más del machismo, una forma sutil de afirmar y reafirmar constantemente el poder. No importa si es ejercido por hombres o mujeres, su origen es enteramente machista. “Creo que comprenderíamos mejor el alcance de la misoginia -nos dice Solnit- y la violencia contra las mujeres si tomásemos el abuso de poder como un todo y dejásemos de tratar la violencia doméstica aislada de la violación, el asesinato, el acoso y la intimidación en las redes, en casa, en el lugar de trabajo y en las aulas; si se toma todo en conjunto, el patrón se ve claramente”. En efecto, este llamado mansplaining es una expresión más de esa violencia de la que todos formamos parte. Como lo he dicho hasta el cansancio en esta columna, es necesario que nos demos cuenta de la forma en que ejercemos nuestros machismos y, al hacerlo, no sólo asumirlo, sino buscar las maneras de ir eliminando estas prácticas de nuestra vida cotidiana. Poco a poco, al ir desmantelando nuestro machismo, podremos forjar mejores relaciones entre géneros que eviten violencias más grandes y terribles. Dejo esta cita de Solnit que me parece genial: “Pero los hombres que explican cosas aún asumen que soy, en una obscena metáfora fecundadora, un recipiente vacío que debe ser rellenado con su sabiduría y conocimiento. Un freudiano diría que ellos saben qué es lo que ellos poseen y a mí me falta, pero la inteligencia no está situada en la entrepierna, ni siquiera si puedes escribir una de las largas y melifluas frases musicales de Virginia Woolf acerca de la sutil subyugación de las mujeres con tu pajarito”. 

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Israel León O'Farril

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