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Palabras clave: machismo, redes, sexo, puritanismo, p@rnografía, pr@stitución

Hace poco me enteré de que una modelo australiana, Annie Knight, tuvo un maratón sexual con 583 hombres en seis horas para su canal en la plataforma OnlyFans. En una entrevista realizada por TMZ y reportada en el portal de Infobae, ella declaró, entre otras cosas, su estado de salud posterior al evento: “No estoy muy bien, he estado sangrando mucho desde el desafío”, comentó. “Definitivamente estaba un poco irritada allá abajo y me hice un pequeño corte”, explicó. (…) Knight, quien padece endometriosis, indicó que su condición empeoró tras el esfuerzo físico del evento. No obstante, la recuperación no es complicada y solo necesita descansar”. Como se ve, en realidad este reto no supuso un riesgo para su salud, según ella comenta, pero sí considerables ganancias que le reportarán las vistas de los videos y los ingresos a su canal. Según entrevista con el portal US Weekly, “tener sexo con 583 en un solo día es bastate, así que estaba un poco preocupada de que me costara mucho, porque lo máximo que había hecho antes eran 24 en un día (…) pero, sinceramente, estuvo bien. Me sorprendió lo fácil que fue”. Sí, fácil. Sin embargo, esto da para pensar bastante.

No se me malentienda, yo no juzgo a la modelo por hacer de su cuerpo lo que decida. Si ella está dispuesta a someterse a semejante prueba, allá ella. Es decir, ella, como persona, debe tener la posibilidad, el derecho, de decidir con quién y cómo ejercer su sexualidad. Después de todo, le guste o no a la comunidad ultraconservadora, religiosa, juzgadora y chaquetera -porque pugnan porque la concupiscencia carnal sólo sea para la reproducción-, somos seres sexuales, emotivos, capaces de sentir y de hacer sentir. Por tanto, para nada nos debe llevar a escándalo que ella decida tener sexo. Que lo haga para cumplir un reto como este, incluso a riesgo de su propia salud, es lo que nos debe llamar la atención pues, le guste o no, tanto la aplicación, el reto y ella al participar, contribuyen en que estas estructuras patriarcales sigan existiendo. Lo que hay que entender es ¿por qué realiza este tipo de retos? Fácil: porque hay gente -hombres, principalmente- dispuestos a verla en la aplicación y, como queda claro en la entrevista a US Weekly, “Knight recibió 2,000 registros para el evento del domingo -donde pidió a todos los hombres que usaran preservativo- y esperaba que asistieran unas 200 personas. Cuando ese número se fue a más del doble, Knight recordó estar ‘absolutamente encantada’”. Esto es que hubo 2 mil hombres dispuestos a colaborar. Según cuentan, hasta viajaron desde otras ciudades para participar. ¿Por qué?

Espacios como el OnlyFans y retos como estos existen gracias a la manera en que nos relacionamos con nuestra sexualidad y, en este sentido, con las otras personas. ¿Cómo esperamos que sean nuestras relaciones sexuales?, ¿cómo pensamos que ha de comportarse nuestra pareja? ¿Es suficiente? ¿Seguimos pensando en nuestra pareja como una persona idealizada sin derecho a tener una vida sexo erótica y, por tanto, recurrimos a estas páginas, a la prostitución y otras formas de obtener placer porque no lo tenemos con ella? O simplemente pensamos esa idea profundamente macha de que las mujeres son meros objetos con los que podemos satisfacernos y, por tanto, hay que ver de todo y estar con cuantas se pueda. Todas estas preguntas siguen teniendo pertinencia en un mundo donde estos retos tienen verificativo, donde la prostitución sigue teniendo un lugar preponderante -con todas las posibles expresiones nefastas que llega a tener- y donde la construcción de relaciones de pareja o grupo, en lo tocante a lo sexual, están regidas por estrictas reglas morales, repletas de estereotipos, signadas por el machismo más rancio y donde la clandestinidad es la tónica. Es tiempo de encarar estos asuntos en pareja, en familia, en comunidad, para combatir estas estructuras patriarcales. Porque francamente, que algo así exista y que haya quien esté dispuesto a participar en ello, habla mucho de nuestros miedos y prejuicios, nuestro concepto de los demás y de la forma en que nos auto concebimos; habla también de que la cosificación de la mujer sigue existiendo, disfrazada de libertad y realización personal -la sexualidad como auto empleo- y que refrenda estructuras patriarcales de poder y explotación. El tema es complejo, pero es necesario encararlo, sin puritanismos y con una visión crítica.

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