El Blog de Puebla Deportes escribe Antonio Abascal
El 15 de agosto de 2021 las autoridades talibanes recuperaron el control político de Afganistán imponiendo su estricta manera de entender la religión musulmana y, por tanto, su interpretación para convertirla en leyes sociales. Estamos hablando de tres años de gobierno en los que cada ley se ha traducido en restricciones más duras para las mujeres; organizaciones como Amnistía Internacional alertan sobre el objetivo de hacerlas desaparecer de la esfera social por completo, otras voces piden investigar esta persecución de género como crimen de lesa humanidad, al mismo tiempo se redujo la libertad de expresión, quienes expresaban pacíficamente puntos de vista críticos con los talibanes se enfrentaban a desaparición forzada, detención ilegítima, arresto arbitrario, tortura y otros malos tratos. Se mantuvo la cultura de la impunidad, de la misma forma se redujo la libertad religiosa.
Hace unos días se dio a conocer un nuevo conjunto de leyes que prohíben que las mujeres canten en lugares públicos o que sus voces se escuchen fuera de sus casas, la ley agrega que las mujeres deben cubrir sus rostros y deben ser acompañadas por un varón “guardián” mientras viajan o usan el transporte público, también prohíbe que hagan amistad con las etiquetadas como infieles, lo que significa negarles sus derechos de libertad de expresión y movimiento, así como su autonomía y hasta su identidad. Desde 2021 se prohibió trabajar fuera de casa, se siguió prohibiendo a las mujeres trabajar en el sector público, salvo en ámbitos como la sanidad y la educación primaria, o en determinadas instituciones de seguridad, como los aeropuertos o las cárceles de mujeres. Se impusieron prohibiciones para participar en actividades deportivas y visitar los parques públicos, al tiempo de aumentar las restricciones relativas a la educación de las niñas con la prohibición de matricularse en cursos más allá de la enseñanza primaria.
Afganistán afronta problemas económicos y de salud muy graves, pero la situación social es una de las más preocupantes a nivel mundial. Ese país en Oriente Medio ha vivido décadas de inestabilidad desde la invasión soviética en 1979, la de Estados Unidos tras el ataque a las Torres Gemelas en 2001, precisamente tras la salida del ejército estadounidense, los talibanes retomaron el poder para imponer un régimen de terror para las mujeres. Por ello conviene repasar un poco de la historia de ese país para marcar las distintas maneras en la que los gobiernos han tratado a las mujeres desde 1919 cuando declaró su independencia del Reino Unido y de inmediato fue reconocido como una nación independiente por el gobierno soviético impuesto tras la revolución rusa.
En 1963, el rey Mohammed Zahir Shah logró proclamar una nueva constitución que imponía una monarquía parlamentaria, buscando modernizar al país ampliando los derechos de sus ciudadanos incluyendo la integración de las mujeres a la vida pública, diez años más tarde Mohammed Daud impulsó un golpe de estado incruento, aprovechando que el monarca estaba en el extranjero, en Italia. Daud Khan proclamó la República, fundó el Partido Nacional Revolucionario, se acercó a Irán y a otras naciones árabes, no hizo cambios drásticos en el sistema económico y mantuvo conexiones con las potencias en plena Guerra Fría, al tiempo que apostó por la educación incluyendo a las niñas, pero fue derrocado por una revolución comunista que inició el 27 de abril de 1978 por la cual Muhammad Taraki llegó al poder para encabezar un gobierno socialista, de inmediato firmó un decreto para garantizar la igualdad de los derechos entre mujeres y hombres en el ámbito del derecho civil y eliminar las injustas relaciones patriarcales entre esposa y marido, criminalizó a los matrimonios forzados, así como desarrolló un duro programa de reforma agrario que encendió la mecha de distintos grupos muyahidines patrocinados por Estados Unidos que vieron la oportunidad de desestabilizar a la Unión Soviética que apoyaba el nuevo régimen.
A finales de 1978 el primer ministro Hafizullah Amín derrocó a Taraki asesinándolo lo que provocó la respuesta de la Unión Soviética invadiendo el país, un proceso militar que duró una década y fue un desastre. Estados Unidos contestó armando fuertemente a los muyahidines sin importarle su radicalismo religioso (más tarde varios de esos grupos encabezaron actos terroristas contra intereses estadounidenses, como por ejemplo Al Qaeda, que después sería el enemigo para justificar la intervención de las barras y las estrellas desde 2001 a 2021 cuando retiraron a su ejército y permitieron el regreso talibán), a la par que boicoteó los Juegos Olímpicos de Moscú, cuando otro tipo de intervenciones soviéticas en Europa en las décadas pasadas no había generado la misma respuesta por parte de la Unión Americana.
De tal forma, Afganistán lleva más de tres décadas siendo parte del tablero político para las potencias que se lo reparten o fortalecen algunos grupos de acuerdo a sus intereses en la región, muchos de esos grupos son radicales, como los talibanes, por lo que se tiene que decir que las mujeres afganas hoy batallan contra las leyes de su gobierno gracias a años de fortalecerlo mediante armamento, y a momentos en que las potencias han volteado la cara ante las duras condiciones que imponen, porque así no pierden su posición en la región. Las mujeres afganas hoy sufren las consecuencias de armar sin atender a los contextos de cada grupo.
Una vez que los estadounidenses se retiraron de Afganistán en 2021, los talibanes recuperaron el control de Afganistán, pero justo en ese momento su delegación paralímpica se preparaba para viajar a Tokio para participar con dos atletas, entre ellos una para taekwondoín, pero nada más al llegar los hombres en el poder prohibieron a las mujeres la práctica deportiva, Zakia Khudadadi, quien había iniciado en el deporte a los nueve años, pidió ayuda y los días que siguieron fueron desesperantes, algunos aviones viajaban hacia Occidente con cientos de pasajeros extranjeros y algunos afganos que las organizaciones internacionales lograban sacar a pesar de las restricciones https://www.youtube.com/watch?v=ddla-2AyxEQ; finalmente, en los últimos días que las autoridades abrieron para la salida de personas, un grupo de españoles logró sacar a Zakia quien llegó a Tokio para competir en los Paralímpicos y vivir su primera experiencia representando a su país, aunque ella sabía que ya no podía regresar, por lo que en recientes entrevistas reconoció que asocia los paralímpicos en la capital japonesa con días tristes.
Inició una nueva vida como refugiada en Francia: “Cuando me convertí en refugiada en París, traté de hacerme más fuerte que antes, estos dos años fueron la prueba de que podemos hacer lo que queremos, a pesar de las dificultades”, dijo antes del inicio de los juegos paralímpicos. En la capital francesa pudo entrenar con Haby Niare, medallista de plata en la categoría welter femenino de los Juegos Olímpicos de Río 2016. Ayer inició la actividad del para taekwondo en la majestuosa sede del Grand Palais y Zakia de inmediato entró en competencia al formar parte de la categoría de los -47 kilógramos, en su primer combate perdió ante Ziyodakhon Isakova de Uzbekistán, pero como la uzbeka se metió a la final, la jaló a los combates de repechaje en busca de la medalla de bronce. Ahí ganó 9-1 a Nurhican Ekinci de Turquía para llegar al combate por la presea ante la marroquí Laarif Naoual, la rival de la poblana Claudia Romero en la ronda de cuartos de final, la misma que recibió la patada en la cara que le costó la eliminación a la oriunda de Tehuacán y que provocó que ya no pudiera presentarse al duelo debido a que necesitó el protocolo de conmoción y le tuvieron que colocar un collarín.
Zakia Khudadadi hizo historia al ser la primera paralímpica en ganar una presea para el equipo de refugiados que participa desde Río 2016. Una vez al conocer que Naoual no se presentaría tomó una bandera con el logo paralímpico y dio una vuelta al tatami acompañada por la alegría del público francés. “Estoy muy orgullosa de esta bandera porque hoy soy una refugiada. Hoy son una refugiada”, dijo para agregar: “Trabajé duro estos tres años y tuve problemas, pero es parte del pasado, ahora es lo importante, ahora soy medallista de bronce”. Por su parte la entrenadora Haby Niare calificó la actuación de su pupila “como un sueño hecho realidad”.
La paradoja de la medalla de Khudadadi, una mujer afgana que tuvo que huir para mantener su sueño de brillar en el deporte, es que justamente no se contará para su país de origen sino para el equipo de refugiados, pero, sobre todo, Khudadafdi representa a una mujer afgana exitosa, que demuestra que a pesar de las dificultades sí se pueden lograr los sueños mientras cada día el régimen talibán sigue aprobando leyes que buscan eliminar de la vida pública a las mujeres y hasta quitarles su voz y aunque es cierto que organizaciones como Amnistía Internacional y World Rights Watch no sólo han alertado de esta problemática sino que han tratado de contribuir para que las niñas afganas tengan acceso a la educación, la realidad es que cada vez resulta más difícil.
Mientras una afgana que pudo escapar triunfa a nivel deportivo en los juegos paralímpicos, miles pierden opciones de una mejor vida y de mejores oportunidades; mientras el mundo vive inmerso en muchas discusiones, algunas para demostrar qué grupo es el más feminista, miles de mujeres en Afganistán serán forzadas a callar y a esconder su rostro; mientras el mundo abre puertas a una mayor inclusión, miles de mujeres afganas ni siquiera tienen los derechos naturales de toda persona a tal grado que un varón deba ser su guardián si salen a la calle y usan el transporte público. El bronce de Khudadadi no sólo es el primero en la historia para el equipo paralímpico de refugiados, es un grito de ayuda para que no nos olvidemos de las mujeres afganas que tienen al enemigo en casa y que todos los días trabaja para negarles visibilidad y derechos.
@abascal2