La editorial escribe Jesús Olmos
“Para tener la lengua larga, hay que tener la cola corta”, versa uno de los dichos más tradicionales de la picaresca nacional que no podría quedar más ad-hoc a la reaparición del ex presidente Ernesto Zedillo.
El discurso del penúltimo priista que lograra la presidencia de México, en sustitución del asesinado candidato Luis Donaldo Colosio, no podría ser más incoherente como hipócrita.
Lo anterior, porque bien vale la pena recordar cuando fue el propio ex presidente, quien en plenitud de su poder por allá de 1994, echó en diciembre a todos los integrantes de la Suprema Corte y redujo de 26 a 11 el número de ministros integrantes.
Bien haría Zedillo en tomar el micrófono y primero explicar la crisis económica de su sexenio, las matanzas de Acteal y Aguas Blancas o el regalo de los Ferrocarriles Nacionales a una empresa para la que después trabajó.
@Olmosarcos_
