Ecosistema digital escribe Carlos Miguel Ramos Linares
El mundo se encuentra en una situación que manifiesta preocupaciones profundas sobre el rumbo que toma las declaraciones y, por ende; decisiones de figuras influyentes del escenario político y social global.
Herbert Marcuse advirtió sobre los peligros de una sociedad industrial avanzada que fabrica necesidades falsas para mantener a las masas sometidas a un sistema de producción y consumo. En este contexto, las recientes declaraciones de Elon Musk —un magnate que encarna el paradigma del capitalismo tecnológico contemporáneo— revelan cómo el poder económico puede moldear narrativas que perpetúan la desigualdad y la alienación.
“Elon unidimensional” ha afirmado que los conceptos de "diversidad, equidad e inclusión" son simples "palabras propagandísticas" que promueven divisiones. Estas declaraciones, aunque polémicas, resuenan con un patrón recurrente en la élite económica: la minimización de las desigualdades estructurales bajo un discurso que rechaza las soluciones colectivas. El hombre más rico del mundo, representa la cúspide de un sistema que, según Marcuse, no solo consolida el poder en manos de unos pocos, sino que además silencia cualquier alternativa crítica que podría poner en jaque el statu quo.
La oferta de Musk de vender acciones de Tesla para combatir el hambre mundial, condicionada a una "prueba" de que su dinero resolvería el problema, es un ejemplo claro de lo que Marcuse describió como la incapacidad del sistema para generar soluciones reales. Este acto, disfrazado de filantropía, no busca transformar las estructuras que perpetúan la pobreza, más bien reafirma el control de quienes ya poseen los recursos y el poder para decidir sobre las prioridades globales.
La visión unidimensional de la realidad que critica Marcuse no es una abstracción del siglo XX; es una realidad palpable en figuras como Musk, cuya influencia económica y tecnológica define los términos del debate público. Al demonizar los conceptos que buscan justicia social y al promover una visión tecnócrata de las soluciones globales, Musk y otros multimillonarios consolidan un modelo que limita nuestra capacidad de imaginar un mundo más justo.
En última instancia, la verdadera transformación no vendrá de quienes ostentan el poder económico, sino de una ciudadanía consciente que se niegue a aceptar soluciones dictadas desde las cúpulas y que luche —jamás desde la violencia— por redefinir el rumbo de nuestras sociedades. Si no cuestionamos el relato impuesto por los que dominan, seguiremos atrapados en una dimensión única, donde la riqueza y la inequidad no solo son normales, sino inevitables. El desafío, entonces, es escapar de esta narrativa, construir una pluralidad de voces y recuperar la esperanza en un cambio que empiece desde abajo y pertenezca a todos.
El reto está en la resistencia a la simplificación de los problemas complejos y exigir estructuras que prioricen la equidad por encima del lucro. Porque, como nos enseñó Marcuse, la verdadera libertad no puede florecer en un sistema que neutraliza la disidencia y perpetúa la desigualdad.
@cm_ramoslinares