Terremotos, renuncias y coronaciones: la XIII Copa del Mundo

Terremotos, renuncias y coronaciones: la XIII Copa del Mundo
Antonio Abascal
El Blog de Puebla Deportes

El Blog de Puebla Deportes escribe Antonio Abascal 

19 de septiembre de 1985, en el centro del país se siente un temblor largo y fuerte, minutos más tarde los medios lo calificarán con un 8.1 de magnitud; en un mundo todavía sin redes sociales, las noticias sobre afectaciones tardaban en llegar, incluso el periodista Jacobo Zabludovsky inició su crónica a través del teléfono en su auto con un “el Ángel de la Independencia está de pie (alusión al temblor de 1957 que derribó la cabeza de la obra en Paseo de la Reforma) y es que el sismo de esta mañana nos meció suavemente”. No fue hasta que prosiguió su recorrido que empezó a enumerar los cuantiosos daños y la magnitud de la tragedia. Las horas que siguieron fueron caóticas, la información tardaba en llegar, el gobierno federal y el del Distrito Federal no reaccionaban y fue la sociedad civil la que intentó ayudar como pudiera.

Mientras la información era lenta a nivel nacional, en el extranjero las noticias eran alarmistas, se hablaba de destrucción total; poco a poco aparecieron las historias, el tenor Plácido Domingo llegó al área de Tlatelolco para ayudar a sus familiares y vecinos, fue una de las voces cantantes más importantes para pedir ayuda internacional, una ayuda que el gobierno mexicano se negaba a pedir, de acuerdo con algunos por temor a perder la sede del mundial, cuya inauguración estaba programada para el 31 de mayo de 1986. Edificios destruidos, toneladas de escombros, miles de muertos sin que se confirmara la cifra oficial; la sede de la principal televisora del país también afectada y con personajes muertos en su interior, historias conocidas a partir de una voz amante de la Ciudad de México y cada vez más afligida por lo que estaba atestiguando y narrando al mismo tiempo, la voz de Jacobo Zabludovsky.

Para colmo de males una réplica de 7.5 a las 19:37 horas del viernes 20 de septiembre terminó de colapsar estructuras y aumentó los miedos de la población; esa noche, varios durmieron a la intemperie por el temor a otras réplicas. Había situaciones urgentes que resolver, pero el gobierno seguía sin reaccionar, por lo que fue la población civil la que poco a poco trató de ayudar como fuera ya sea como voluntario para retirar escombros, facilitando material o incluso alimentando a los improvisados cuerpos de rescate porque la tragedia golpeó a una ciudad sin planes de protección civil; las urgencias eran muchas y las respuestas pocas, y dentro de lo menos importante se buscó defender la sede mundialista: En una entrevista con ESPN, el entonces Presidente de la Federación Mexicana de Futbol, Rafael del Castillo recordó que él no estaba en la Ciudad de México sino en Sevilla junto a Guillermo Cañedo, en su calidad de Presidente del Festival OTI, ambos eran hombres de confianza de Emilio Azcárraga Milmo, Presidente de Televisa, quien viajó a Texas para enviarles un comunicado en el que les informaba que sus familias (Cañedo y Del Castillo) estaban bien y que los estadios no estaban afectados, lo que contrastaba con el tono con el que manejaban la información los medios europeos.

Así, mientras la sociedad civil buscaba respuestas, el gobierno callaba, otros personajes ligados a la iniciativa privada buscaban salvar la sede ya que rápidamente un grupo ítalo-francés se ofreció a una candidatura conjunta para “ayudar a la recuperación de México”; fueron los hijos de Rafael del Castillo los que revisaron los estadios de la capital mexicana y le aseguraron a su padre que estaban en condiciones lo que facilitó que pudiera defender la sede, incluso con alguna frase desafortunada que luego se le achacó a Joao Havelange. El propio Del Castillo días después regresó para atestiguar el golpe que había recibido la ciudad de México, pero en esa entrevista aseguró que la gente se le acercaba y le pedía que continuara con la organización con frases como “Vamos a divertirnos un rato” o “hágalo doctor, hágalo doctor”.

Los datos duros del sismo del 19 de septiembre de 1985 hablan de una magnitud de 8.1, con una duración entre un minuto y medio y dos minutos, el epicentro se produjo en la costa de Michoacán, cerca de la desembocadura del Río Balsas, en la zona del puerto de Lázaro Cárdenas en la también llamada brecha de Michoacán, una zona conocida como de quietud sísmica ya que no registraba sismos mayores desde 1800, por lo que la energía acumulada era mayor lo que se conjugó con la forma en que viajaron las ondas y las características del suelo de la Ciudad de México. La cifra oficial de muertos habla de 3192, pero otras organizaciones han hablado de veinte mil, más de 250 mil personas se quedaron sin casa, lo que habla de la magnitud de la tragedia, una tragedia que algunos buscaron minimizar en aras a mantener la sede de un mundial, una fiesta que originalmente debía organizar otra nación.

La décimo tercera copa del mundo parecía que sufría una maldición, más allá del “Nos vemos en Colombia 86” con el que se cerró el mundial de España 82 en el Estadio Santiago Bernabéu donde Italia derrotó a Alemania por 3-1; en diciembre de ese mismo año, el Presidente de Colombia Belisario Betancur anunció que su país se bajaba al considerar excesivas las pretensiones de la FIFA de Joao Havelange: “Anuncio a mis compatriotas que el Mundial de Fútbol de 1986 no se hará en Colombia, previa consulta democrática sobre cuáles son nuestras necesidades reales: no se cumplió la regla de oro, consistente en que el Mundial debería servir a Colombia y no Colombia a la multinacional del Mundial. Aquí tenemos otras cosas que hacer, y no hay siquiera tiempo para atender las extravagancias de la FIFA y sus socios".

De inmediato algunos países levantaron la mano como emergentes: Brasil, Canadá, México y Estados Unidos; los dos primeros se bajaron rápido, mientras que FIFA llamó a una concertación entre México y Estados Unidos que cedió para recibir la justa de 1994, México ya había albergado con éxito el mundial de México 70 y sus estadios requerían menores ajustes por lo que en 1983 confirmó la nueva sede y, por ello, Joao Havelange había estado en Puebla atestiguando la final de liga entre la Franja y las Chivas Rayadas del Guadalajara. Los preparativos marchaban de acuerdo a lo esperado, en febrero de 1985 se había inaugurado el único estadio que se construyó para la ocasión: “La Corregidora” de Querétaro https://www.youtube.com/watch?v=BfB3z3lRN5w&t=2s e incluso se había jugado ya un torneo amistoso de selecciones en el Estadio Azteca, el torneo copa de la Ciudad de México donde participaron México, Italia e Inglaterra. El 2 de junio de 1985, México había empatado con Italia con los tantos de Javier Aguirre para los anfitriones y del fino Antonio Di Gennaro para los campeones del mundo.

El 6 de junio Italia venció 2-1 a Inglaterra con goles tardíos en el juego ya que Salvatore Bagni abrió el marcador al 73, Marc Hateley (quien jugaba en el Milán) igualó un minuto más tarde y Alessandro Altobelli apareció para dar la victoria al equipo de Enzo Bearzot al 89 por la vía penal. En el último juego del torneo, la selección mexicana se impuso 1-0 a Inglaterra con el tanto de Luis Flores; pero todo cambió la mañana del jueves 19 de septiembre.

Del Castillo operó para mantener la sede, Televisa resurgió de sus cenizas para cargar con el peso de la organización, la sociedad mexicana demostró su resiliencia y su solidaridad, al tiempo de guardar algunos recuerdos para cobrar facturas más tarde. El 15 de diciembre, menos de tres meses del sismo, el sorteo mundialista se efectuó en los estudios de Televisa San Ángel, ahí en veintitrés minutos se confeccionó la hoja de ruta mundialista bajo la conducción del secretario general de FIFA, Joseph Blatter. De tal manera, el anfitrión quedó en el Grupo B para jugar en el Estadio Azteca y abrir hasta el 3 de junio frente a Bélgica, mientras que el campeón del mundo, Italia, jugaría la inauguración el 31 de mayo en el Azteca contra Bulgaria; los cabezas de serie podían escoger sede de sus tres juegos y, por tanto, el lugar de entrenamiento: Italia eligió a Puebla, México a la capital, Francia a León, Brasil a Guadalajara, Alemania, Querétaro y Polonia, Monterrey.

La nula capacidad de respuesta durante las horas posteriores al sismo no se olvidó, el día de la ceremonia, corta y con alusiones a la cultura mexicana con un diseño de pirámide generado a computadora, música de mariachi y bailables a un costado de la cancha, el Presidente de la República Miguel de la Madrid Hurtado fue abucheado por el público, situación que intentó ser cortada en la transmisión bajando el audio de ambiente, pero la reacción de los asistentes fue muy clara, y de hecho, la silbatina se repitió un mes más tarde durante la entrega del trofeo al capitán argentino, Diego Armando Maradona.

México organizó su segunda copa del mundo, nueve meses más tarde de un terremoto que afectó a la capital de la república, sede de la inauguración y de la final del certamen, fue un mundial con páginas imborrables como las actuaciones de Maradona en Puebla frente a Italia y Uruguay, o las del Azteca contra Inglaterra y Bélgica, fue el mundial de la “mano de Dios”, del gol de siglo, de la tijera de Negrete, de los cuatro goles en un juego de Butragueño a Dinamarca, fue el mundial del Francia vs Brasil, uno de los mejores juegos por su calidad técnica que se recuerden, fue el del quinto partido de México, el de los sorprendentes belgas, el de la dinamita roja de Dinamarca. Páginas y páginas de futbol que parecían imposibles en septiembre de 1985. El Azteca, en la misma ciudad herida por un sismo, coronó a Maradona como dieciséis años antes había coronado a Pelé, nada mal para una edición que parecía maldita desde que Colombia recibió la sede.

Las facturas fueron altas, la sociedad civil mexicana despertó para iniciar un largo proceso de democratización, imposible antes del temblor y coronado hasta el siglo XXI, mientras que los hombres que se preocuparon sólo por los estadios perdieron el control federativo a principios de los noventa por su torpeza en el caso de los cachirules y aunque Havelange y Blatter consolidaron la mercantilización del futbol, el rey de México 86 se convirtió en una voz que los confrontaba, hasta que decidieron callarlo en Estados Unidos 94. A cuarenta años del sismo de 1985, el recuerdo para quienes fallecieron bajo los escombros y la necesidad de subrayar que se mundial se sostuvo por las relaciones de la televisora con la FIFA, pero no hubiera sido posible sin la capacidad de levantarse del pueblo mexicano: El mundial fue un éxito por el calor de la afición que arropó a cada uno de los equipos y dio vida a los extraordinarios momentos que los artistas del balón regalaron en la cancha como si supieran que esa afición necesitaba momentos de alegría.