Desde las antípodas escribe José Ojeda Bustamante
El mundo atraviesa una época de transición profunda, un momento de liminalidad en el que las certezas del pasado ya no bastan y el futuro aún está por definirse. México, como parte de esta transformación, enfrenta retos que requieren respuestas audaces y una visión renovada. Las trampas del desarrollo —bajo crecimiento económico, alta desigualdad y débil gobernanza— no son solo barreras a superar, sino también señales de un sistema que necesita reinventarse.
Las tres trampas que México enfrentará este 2025 y que habrá de aprender a sortear, son las siguientes.
- Bajo crecimiento: la urgencia de una nueva narrativa económica
El modelo económico que sostuvo a México durante décadas muestra signos claros de agotamiento. La dependencia de industrias extractivas y exportaciones de bajo valor agregado ha frenado la capacidad del país para generar riqueza sostenible.
En esta era de cambio, México tiene la oportunidad de escribir una nueva narrativa económica: una que apueste por sectores emergentes como las energías limpias, la economía circular y la digitalización. Estos sectores no solo ofrecen empleo, sino también la posibilidad de integrar sostenibilidad y tecnología como pilares del crecimiento.
- Alta desigualdad: el desafío de tejer cohesión social en tiempos inciertos
En un periodo de transición, las desigualdades se vuelven aún más visibles. Las brechas entre quienes tienen acceso a oportunidades y quienes no, entre el campo y la ciudad, entre géneros y generaciones, se agravan cuando las estructuras tradicionales pierden fuerza.
Pero también es en este umbral donde surge la posibilidad de reconfigurar los sistemas. Si México invierte en educación inclusiva, acceso equitativo a la tecnología y políticas redistributivas, puede transformar la desigualdad en una plataforma para el cambio social.
- Débil gobernanza: reconstruir la confianza en tiempos de incertidumbre
La gobernanza es el puente entre lo que es y lo que podría ser. En un contexto de desconfianza y polarización, fortalecer las instituciones públicas es más crucial que nunca.
Este momento de liminalidad exige liderazgos capaces de articular visiones compartidas, de convocar a actores diversos y de construir políticas públicas innovadoras que respondan a las complejidades del presente. La digitalización y la transparencia pueden ser herramientas clave para restaurar la confianza y reforzar el Estado de derecho.
Un horizonte abierto: navegar entre lo viejo y lo nuevo
La época de cambio en la que vivimos no está exenta de riesgos, pero también está llena de oportunidades. México se encuentra en una encrucijada: puede optar por resistir el cambio y perpetuar las trampas del desarrollo, o puede abrazar esta transición como una oportunidad para rediseñar su futuro. La liminalidad, aunque desafiante, es también un espacio fértil para la innovación y el pensamiento crítico.
Este año es más que un calendario; es un umbral. Lo que hagamos en estos momentos definirá las próximas décadas. México tiene los recursos, el talento y la creatividad para superar las trampas que lo han limitado. Pero más allá de políticas o reformas, lo que realmente se necesita es una convicción colectiva de que el cambio es posible y que el futuro puede ser un espacio donde la justicia, la sostenibilidad y el bienestar no sean la excepción, sino la norma. Desde las antípodas seguiremos atentos al desafío y al umbral inexorable.
@ojedapepe