De las Aulas a la Nación: ¿Puede el Bachillerato de Sheinbaum Unirnos?

De las Aulas a la Nación: ¿Puede el Bachillerato de Sheinbaum Unirnos?
Ricardo Martínez
Entre ruidos y señales

Entre ruidos y señales escribe Ricardo Martínez Martínez

El 26 de marzo de 2025, desde Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum presentó el Plan de Bachillerato Universal, una reforma ambiciosa para transformar la educación media superior en México. Con la meta de que "todos los jóvenes que salen de secundaria entren al bachillerato sin salir de sus lugares", esta iniciativa busca ampliar la cobertura, eliminar barreras y unificar el sistema de preparatorias. Más allá de la formación de capital humano, la propuesta tiene un trasfondo profundo: fortalecer el capital social —las redes, normas y confianza que sustentan la cohesión de una sociedad— como base para un México más resiliente y participativo.

El plan establece objetivos concretos para 2025: 64,700 nuevos espacios en el nivel preparatoria. Esto incluye 18 nuevos planteles en 12 estados (1,215 millones de pesos, 16,200 estudiantes), 33 ampliaciones y 35 secundarias reconvertidas en preparatorias vespertinas (759 millones de pesos, 10,500 lugares), sumados a los 40 mil espacios anunciados en enero. La Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) reporta una inversión de 7,154.5 millones de pesos en infraestructura, complementada por 4,600 millones de La Escuela es Nuestra para mejorar 6,200 planteles y 40 mil millones en becas para 4.2 millones de estudiantes. En 2023-2024, la cobertura fue del 81%, con 5.5 millones de inscritos, según la Subsecretaría de Educación Media Superior; Sheinbaum apunta al 85% para 2030.

La reforma elimina el examen COMIPEMS —"del rechazo a la inclusión", afirmó la presidenta—, permitiendo el ingreso con el certificado de secundaria a partir de 2025. Además, unifica 31 sistemas en dos ramas: Bachillerato Nacional General y General Tecnológico, dotando a los planteles de laboratorios y talleres. Este modelo no solo garantiza acceso, sino que convierte a las escuelas en nodos de interacción social. "Queremos que los jóvenes estén en la escuela, no en la calle", subrayó Sheinbaum, un eco de la idea de que la educación es un espacio donde se tejen lazos comunitarios.

Desde una perspectiva politológica, el capital social es clave. Robert Putnam argumenta que sociedades con redes sólidas de confianza y cooperación son más estables y prósperas. En México, donde la fragmentación geográfica y social ha erosionado estas redes, el Bachillerato Universal puede ser un catalizador. Al llevar la educación a comunidades rurales y urbanas marginadas, fomenta la participación cívica y el sentido de pertenencia. Las becas, que alcanzan a 4.2 millones de estudiantes, reducen desigualdades económicas, mientras la eliminación de filtros como COMIPEMS fortalece la equidad, un pilar del capital social. Los planteles ampliados, con sus espacios compartidos, no solo forman habilidades, sino también relaciones que trascienden lo individual.

En un contexto de retos económicos —bajo crecimiento, deuda y aranceles desde Estados Unidos—, esta reforma trasciende lo educativo. Un capital social robusto, nutrido por jóvenes educados y conectados, puede impulsar la gobernanza local, la innovación y la resistencia ante crisis. Sin embargo, su éxito depende de desafíos: financiamiento sostenido, docentes capacitados y una descentralización efectiva que evite el centralismo histórico. El Bachillerato Universal de Sheinbaum no solo amplía aulas, sino que siembra las bases de una sociedad más cohesionada, donde el capital social sea tan valioso como el humano.

 

@ricardommz07