Parabólica.MX escribe Fernando Maldonado
Desde su llegada al poder en 2018, la narrativa del partido en el gobierno cambió la tarde de este jueves, con el golpe de timón en la Fiscalía General de la República, a cuyo cargo estaba hasta la media mañana, Alejandro Gertz Manero, caído de la gracia presidencial.
Lo es porque en el mandato de Andrés Manuel López Obrador hubo al menos dos renovaciones que rayaron en el escándalo por documentados casos de corrupción al más alto nivel, en la Consejería Jurídica con Julio Sherer Ibarra; y en la Jefatura de Oficina, con Alfonso Romo.
El caso de Gertz Manero se cuece aparte por las implicaciones que su salida tiene mas allá de la Oficina Presidencial. Involucra al Poder Legislativo pues el nombramiento del Fiscal resultó de una terna propuesta por el expresidente López Obrador, en la que compitieron Eva Verónica de Gyvés; Bernardo Bátiz y el propio Gertz en enero de 2019, con la decisión final de los senadores que se inclinaron por el defenestrado
Dos fueron las razones por las que se le pidió la renuncia al cargo para el que fue elegido y que debía terminar hasta 2028. El escándalo político desatado por la investigación en torno a Raúl Rocha Cantú, dueño del concurso Miss Universo por su probable responsabilidad en delitos tan graves como narcotráfico, tráfico de armas y de huachicol.
El otro sucedió hace tres semanas cuando fue detenido en Tijuana el presunto segundo tirador para asesinar al candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio hace 31 años, Jorge Antonio Sánchez Ortega.
La cadena de desaciertos, sin embargo, es extensa con casos que abarcan desde Emilio Lozoya, ex director de Pemex; Ricardo Anaya, hoy senador; los exgobernadores de Michoacán y Tamaulipas, Silvano Aureoles y Francisco Javier Cabeza de Vaca; hasta la investigación del caso Ayotzinapa.
Y sin embargo no fue fácil echar de la FGR a Gertz Manero por una de las razones mas poderosas. Fue de los personajes en la escena nacional que aportó a la causa de López Obrador cuando casi nadie apostaba por el triunfo del movimiento convertido en el partido político de mayor rentabilidad electoral en los últimos años en América Latina.
La relación de ambos inició en la década de los ’70 cuando ambos eran funcionarios en el gobierno de José López Portillo. Uno era director del Instituto Nacional Indigenista en Tabasco y el segundo, titular de la Procuraduría de la Defensa del Trabajo.
Tirar al amigo de juventudes del expresidente López Obrador no sería fácil. En la práctica, es el golpe en la mesa de la presidenta Claudia Sheinbaum para hacer notar su autoridad y autonomía, regateada no solo fuera, sino dentro del propio partido en el que el lópezobradorismo se atrincheró.
Históricamente el sucesor de un presidente suele romper con quien antecedió en el cargo. Las razones políticas son diversas, aunque siempre pesa una mas que el resto y que pone en riesgo el liderazgo y fuerza política de quien despacha desde la Silla Presidencial.
Fuera Gertz Manero (ayer en el Senado se advirtió que si la renuncia no llegaba a las 14:00 horas iniciaría el proceso de destitución), Sheinbaum habrá cumplido con esa máxima: el parricidio político.
@FerMAldonadoMX