Parabolica.MX escribe Fernando Maldonado
Sentado del otro lado de la mesa en un restaurante de la zona de Huexotitla, en la capital poblana, frente al autor de la columna, el mando policiaco admitió la existencia de una consigna para no tocar a José Cristian, alias “El Grillo”.
No era un asunto fácil de digerir en el fugaz momento de ese encuentro porque se trataba de una confesión a una pregunta recurrente que mucha gente se hacía con respecto a un personaje que salió del anonimato y la sección policiaca hasta colocarse en medio del debate político.
“Había que cumplir instrucciones”, me dijo quien en su momento llegó a ser el segundo al mando en la policía capitalina, responsable de prevenir conductas delictivas y que; sin embargo, no movió un dedo para frenar al líder delincuencial.
“El Grillo” había sido un mafioso de barrio que con el paso de los años, edificó su propia leyenda negra y creció hasta convertirse en el capo que llegó a regalar cocaína, alcohol y dinero en efectivo en sus fiestas de cumpleaños en un salón de la zona de Xonaca.
Ese personaje se encontraba en un penal federal en Oaxaca junto con Julio Mix, su segundo al mando en la estructura criminal, por la dimensión y peligrosidad que este grupo alcanzó en los últimos años.
Ya en otras entregas se había documentado el esquema de operación criminal desplegado en la elección de 2018 por el grupo político de Rafael Moreno Valle, quien el próximo diciembre cumplirá siete años de muerto, junto con Martha Erika Alonso Hidalgo.
El ejecutor de la violenta jornada fue “El Grillo” y su grupo de sicarios, financiado y alentado desde el panismo del momento y que luego llegó a planear la ejecución del exgobernador Miguel Barbosa, incómodo para todo ese grupo político.
Una revisión hemerográfica permitió establecer que José Cristian, alias “El Grillo”, había contabilizado siete ingresos a la Fiscalía General del Estado sin que hubiese una sola carpeta de investigación, lo que confirmaba el nivel de impunidad que alcanzó.
La historia cobró una nueva dimensión luego de años de ese domingo 1 de julio de 2018, para el que existía un pronóstico reservado por la votación en la que se preveía, iba a salir ganador Andrés Manuel López Obrador.
El jefe de la policía y tránsito que acató esas instrucciones para que este criminal convirtiera la jornada dominical poblana en la más violenta y de paso se colocara como el personaje que operó un monopolio de narcotiendas en mercados poblanos era Manuel Alonso García.
El mismo que a partir de 2022 había sido designado en Aguascalientes, como el titular de la Seguridad de los hidrocálidos tras la caída del helicóptero en el que viajaba el titular Porfirio Sánchez y cuatro personas más.
Alonso García es un policía de profesión que había mantenido un aceptable grado de efectividad y hasta reconocimiento en el ámbito de seguridad, habitualmente inhóspito para quienes buscan hacer carrera como policías.
Fue hasta que esos pasajes oscuros a su paso por el mando del aparato de seguridad en la capital y que su segundo al mando reveló que como responsable de cuidar la seguridad de los poblanos, privilegió una consigna para favorecer a un grupo político mafioso que se extinguió.
La columna fue publicada en 2022, tras la designación de Manuel Alonso como nuevo titular de la Fiscalía General de Aguascalientes.
@FerMaldonadoMX