Parabolica.MX escribe Fernando Maldonado
Los responsables de la crisis que desató la paralización por más de 16 horas en dos de los accesos a la capital de mayor demanda tienen nombre y apellido: son los padres de las Miriam y Victoria, de 14 y 17 años de edad por quienes hubo de movilizar recursos extraordinarios para su localización.
Los bloqueos carreteros por la federal y autopista a Atlixco en ambos sentidos impideron que, según registros, al menos 50 mil usuarios en fin de semana se hayan visto impedidos para llegar a sus destinos luego de que enardecidos parientes y vecinos del poblado de donde son originarias las “desaparecidas”, impidieran el paso.
El impulso de los cercanos de las niñas -a los 17 y 14 años aún se es menor de edad y no se puede dar por sentado se haya alcanzado madurez ni estabilidad emocional-, de cerrar el paso se entiende a la luz de años de falta de acción de la autoridad investigadora.
Sin embargo, se debe subrayar que en las últimas semanas ha habido al menos dos ejemplos de la forma abusiva en que padres y madres de familia ejercen presión sobre gobiernos e instituciones para resolver consecuencias de la falta de voluntad y templanza para educar como personas plenas a los vástagos.
Miriam y Victoria decidieron ausentarse y quedarse a unos metros, literalmente, de donde se producía un acto vandálico disfrazado de causa social, como el bloqueo carretero, por la influencia del exnovio de una de ellas que, sin medir consecuencias, acaso quedará para el anecdotario familiar como una travesura.
Fueron cientos de familias, transporte de carga y prestadores de servicios que padecieron las secuelas de la impronta de un grupo de adultos que con toda prepotencia decidió cerrar el paso, impedir el libre tránsito y alterar ritmo y agendas para obligar a localizar a los niñas que se fueron con el exnovio.
No es el único caso en el que la autoridad se ve forzada a localizar a vástagos que, por capricho, enojo familiar o frustración al regaño de los padres, deciden “desaparecer” para chantajear a progenitores envueltos en el temor de enfrentar la ira de los críos.
El viernes 10 y sábado 11 de enero, la abogada Yasmín Flores desató una campaña en medios y a través de la Fiscalía General del Estado para encontrar a su hijo Daniel Pérez Flores que, luego se supo, había pasado el fin de semana en uno de los pueblo mágicos de la Sierra Norte de Puebla sin avisar de su derrotero, dolido por una reprimenda por un bajo desempeño escolar.
En ambos casos, el de Miriam y Victoria este fin de semana y el del segundo fin de semana de enero de este año, la autoridad investigadora tuvo que pasar por encima de su propio protocolo de actuación y publicar en horas la Alerta Amber, en lugar de esperar las 48 horas para establecer la hipótesis de desaparición de persona.
Los padres de las niñas ejercieron una fuerza descomunal amparados en la población que cerró a ambos tramos carreteros; en el caso de Daniel Pérez, hubo notorio influyentismo para que la FGE accediera a mover recursos humanos para investigar el caso que derivó en un arranque producto de la ausencia de madurez emocional.
El de Miriam y Victoria es aún más grave porque bien se pudo configurar ataques a las vías generales de comunicación, alteración pública y daños a terceros, al menos.
Al momento de redactar esta entrega es altamente probable que el Gobierno de Puebla haya decidido no proceder porque es políticamente incorrecto; sin embargo, se debe subrayar que se sienta un pésimo precedente, particularmente en los pueblos en los que abundan los charlatanes ataviados de defensores de los pobres.
@FerMaldonadoMX