Trump, la amenaza para Puebla

Trump, la amenaza para Puebla
Fernando Maldonado
Parabólica

Parabólica.MX escribe Fernando Maldonado

El gobierno de Alejandro Armenta está por enfrentar unos de los desafíos más grandes de su naciente administración del que sólo se podrá tener un diagnóstico más preciso en 11 días más, un vez que el republicano Donald Trump jure como el presidente número 47 en Estados Unidos.

Para dimensionar la magnitud del reto que viene basta decir que sólo en el estado de Nueva York existe medio millón de poblanos y en todo el país, 2.8 millones que se ubican sobre todo en Carolina del Norte y del Sur, además de Washington, Texas y California.

Aunque la condición migratoria es diversa pues muchos de los paisanos que se encuentran trabajando en ese país llegaron tras las crisis económicas que estallaron en los regímenes priistas de 1982 con Miguel de la Madrid Hurtado y en 1994, con Ernesto Zedillo Ponce de León, la virulencia en el discurso del próximo presidente ya tiene un efecto sicológico entre los paisanos mexicanos -y latinos en general- que apunta a la sicosis colectiva.

La amenaza que se cierne sobre quienes radican en la nación norteamericana ya provocó que muchos de quienes carecen de documentos o, peor aún, quienes teniéndolos y en sus expedientes existan faltas administrativas como una multa de tránsito, se saben blanco de la política antiinmigrante que ha anticipado, pondrá en marcha Trump.

En Puebla existen diversas regiones que se han caracterizado por la tradición migrante, principalmente la Mixteca poblana, en la que la pobreza ancestral ha dado como resultado que familias enteras y diversas generaciones vayan hacia el norte para encontrar mejores condiciones de vida.

La expulsión de esa fuerza migrante que en estos momentos hace labores de lava lozas, jardinería, aseo y otras funciones de las que reniega el ciudadano estadounidense promedio, tendrá un impacto severo en el estado por dispersas razones, entre las cuales habría que destacar la reducción del envío de remesas que permite paliar las carencias propias de las diversas regiones, principalmente en zonas rurales.

Sin trabajadores migrantes no hay dólares, sin dólares no hay flujo en esas zonas y sin flujo las diferencias sociales se magnifican. Pero no es lo peor, porque aunado a la carencia de capital, habrá que esperar la repatriación, por la buena o por la mala,  de los poblanos que deberán abandonar suelo estadounidense.

Las presiones sociales con la llegada de todos estos obreros, mozos o labriegos se van a incrementar irremediablemente. Demandarán un plato de sopa en la mesa de los hogares, una fuente de ocupación, servicios de salud, transporte, agua y energía eléctrica.

Los municipios, lugar de origen de cada uno de los expulsados por las política xenófoba se Donald Trump, deberán enfrentar presiones sociales que son difíciles de calcular. Ahí está el caso de Acatlán de Osorio, Chietla o Chignahuapan, en la Mixteca y sierra norte en donde la delincuencia aún tiene cotos de poder insoslayables.

A esa condición habrá que añadir el estado anímico general de los repatriados que forzados a salir de sus lugares de origen deberán regresar frustrados y rechazados por la política irracional de un personaje que ya anticipó, será implacable con el movimiento migrante.

La agenda doméstica en Puebla y los estados del país con presencia migrante ha evitado calcular adecuadamente el daño colateral. El análisis para un diagnóstico más preciso requiere de expertos para trazar un plan interdisciplinario que permita contener los efectos perniciosos de tener un vecino iracundo como Trump.

 

@FerMaldonadoMX