Parabolica.Mx escribe Fernando Maldonado
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha sido el blanco del odio patriarcal, clasista y hasta chovinista por los orígenes de la familia de la primera presidenta del país. Las descalificaciones han rondado también por quien fue su jefe político, a quien atribuyen persistentemente decisiones en materia de política pública y política partidista.
La ola de críticas se acrecentó en las últimas horas por el anuncio que hace dos días hizo Sheinbaum ante la embestida persistente del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, empeñado en el amago a los socios comerciales como México y Canadá bajo el argumento del consumo creciente entre norteamericanos de drogas sintéticas, especialmente el fentanilo.
Con más emoción irracional que datos a la mano redujeron a un simplismo extraordinario, propio de la ausencia de un análisis serio, la concentración para la que están convocados los mexicanos al zócalo de la Ciudad de México el domingo 9, en la que dijo, sería fijada la ruta arancelaria ante lo que parecía una inminente guerra comercial con el vecino del norte.
Trump ya había confirmado la entrada en vigor el cobro de 25 por ciento a todos los productos mexicanos que ingresaran por el Río Bravo como un acicate por lo que dijo, era insuficiente lo realizado en materia de combate a los cárteles que se dedican a la producción y trasiego de drogas a ese país, el de mayor consumo en el mundo.
La historia dio un vuelco al medio día de este jueves cuando el propio presidente norteamericano reculó. No solo redujo a nada el discurso beligerante que apenas horas antes había utilizado con respecto a México (Canadá es otra historia), sino que regresó a las reglas establecidas en el acuerdo comercial trilateral en América del Norte.
“Hablé con la presidenta de México, una mujer maravillosa, y les ayudamos con el problema que tenían que ver con los aranceles. Tuvimos una buena conversación, también discutimos el tema de las drogas y han estado trabajando mucho mas duro últimamente” dijo el presidente de ese país.
El anuncio del iracundo vecino del norte fue el resultado de una conjunción de factores que se produjeron como los buenos vinos: el tiempo.
En efecto, Sheinbaum y su equipo entre quienes esta el canciller Juan Ramón de la Fuente y el responsable de la economía, Marcelo Ebrard aplicaron cabeza fría, templanza y definieron la ruta para propiciar los canales de solución ante lo que anunciaba una ruptura con quien ha sido socio comercial de México desde hace 31 años cuando entró en vigor la primera edición de Tratado de Libre Comercial de América del Norte (TLCAN).
Aliados estratégicos a querer o no, las poderosas firmas estadounidenses automotrices que también tienen intereses en el mercado mexicano, levantaron la voz para evitar ser incluidos rajatabla en la aplicación del 25 por ciento de carga impositiva. Trump, que parece un político irracional, es antes que otra cosa empresario y entiende de negocios, accedió.
Faltaba el último empujón. Había que buscar en México nuevos socios comerciales para evitar tener todos los huevos en una misma canasta y así ocurrió. Tendieron nuevos puentes para ir a nuevos destinos comerciales, menos trepidantes e igualmente promisorios.
La convocatoria para la asamblea del domingo puede ser considerada como una herramienta mas para el consumo político interno, pero también tuvo un efecto que debe ponderarse.
El Consejo Coordinador Empresarial anticipó su presencia en un evento que rebasó por mucho el efecto de la base electoral de Morena y hasta gobernadores como el panista de Querétaro, Mauricio Kuri, anticipó estar ahí porque dijo, “soy panista, pero también soy mexicano”.
Sheinbaum tiró una carambola de fantasía a tres bandas. Y la consiguió. Aún así es probable que la oposición irracional y machista regateará esa habilidad porque como en ocasión del #M8, la voz patriarcal volverá a sonar, aunque con menos potencia cada vez, por fortuna.
@FerMaldonadoMX