25 años y sigo usando botas vaqueras

25 años y sigo usando botas vaqueras
Lety Torres
Historias de engatusada

Lety Torres escribe Historias de Engatusada

Han pasado 25 años… ¡25!, prácticamente la mitad de mi vida.

Fue un 24 de agosto de 1998 que llegué a Puebla a buscar trabajo en los medios de comunicación, obviamente sin tener la menor idea de lo que ello representaba.

Estudie Letras con el firme objetivo de convertirme en escritora profesional, pero antes necesitaba, según mi cabeza veinteañera, aprender más sobre todos los temas que pudiera.

Enfundada en un traje sastre azul -de falda- tipo trabajadora de Telcel, me presenté a las 9 de la mañana en Telecable de Puebla para ser entrevistada por el periodista Fernando Crisanto, gracias a que un amigo, amigo de él, me consiguió la cita.

Fernando, un personaje al que prácticamente todos temían, reporteros, editores, funcionarios, representantes de cámaras, etc.

Eran las 8:55 am y tenía en 5 minutos una entrevista terrorífica con la advertencia de ser escudriñada sobre mi vida, mi carrera, mis (pocos) conocimientos por una personalidad descrita como “intolerante, cruel, exigente, pero a veces buena persona”.

Vaya manera de prepararme para mi primer entrevista de trabajo como recién graduada de la Universidad Autónoma de Coahuila.

Me cagaba de miedo, ¿Cómo no?

Estaba apenas hace unas horas en una ciudad que no era la mía, en una oficina gigantesca para mis ojos de 23 años frente a un hombre con la voz más ronca que jamás había yo escuchado y que era el periodista de mayor credibilidad a finales de los 90.

No puedo olvidar que me recibió con un abrazo de esos que te hacen sentir que perteneces ¡que alivio!, pensé. “Si nada más tiene la cara de malo”.

- ¿Desde cuando eres reportera?

Preguntó seguro de que lo era.

 - “Nunca he sido reportera” dije con acento norteño, ese que parece que estoy gritando.

Le dio un ataque de risa y después cambió su expresión de la cara advirtiéndome que él no estaba para enseñarle a chamaquitas novatas que ni siquiera saben escribir.

“Escribir sí sé“, le dije sin dudarlo.

 - “Ah pues muy bien porque empiezas hoy mismo con el monitoreo mientras te aprendes los nombres de los actores políticos y empresariales de Puebla”.

Jamás le conté a nadie que no tenía pinche idea qué era “monitoreo” y mucho menos qué hacía un reportero exactamente:

¿Se enteran de las noticias solos? ¿Quién les avisa que algo pasó? ¿Como saben que el gobernador o el alcalde estarán en tal lugar? ¿Les preguntas si los puedes entrevistar o lo haces así nomás poniéndoles el micrófono? ¿Por qué las calles de Puebla tienen nombre de número y todos se las saben? ¿Nadie usa botas vaqueras en esta ciudad? Pufff.

Qué tormentosa se ponía la película de amor en los medios que había creado en mi cabeza cuando decidí venirme a Puebla.

A veces lloraba en las noches cuando regresaba a la que fue mi casa. Pensaba en lo fácil que podía ser regresar a donde pertenezco y mandar todo a la chingada.

Lo más difícil fue la gente. Sus ideas, sus costumbres, sus golpes de pecho y por supuesto sus extensos árboles genealógicos a los que nunca pertenecería.

- ¿Torres? ¿De los Torres de Andalucía que viven en Huexotitla o los de la Calera?

Cómo me divertía dejarlos hablar sobre mis posibles orígenes sanguíneos que para mí no tenían ninguna relación, pero tampoco relevancia. ¿Y si contestaba que si o que no? Jamás supe la diferencia porque nadie buscaba una respuesta.

Fui muy afortunada, encontré en mi camino a personas maravillosas que me ayudaron a aprender, a aguantar los madrazos y sobre todo a saber qué es una noticia y qué “una pendejada”, como me decía Alejandro Mondragón -entonces jefe de información y literalmente responsable de mi desarrollo periodístico- cuando le dictaba las peores cabezas de la historia.

Veinticinco años de reportera que se convirtieron en los mejores de mi vida -sin menospreciar los años anteriores a esta aventura-.

Me felicito a mí por nunca encajar, pero siempre respetar nuestras diversas culturas. Agradezco a quienes han formado parte de esta ruta y que no alcanzarían las cuartillas para mencionarlos a cada uno de ellos.

Son 25 años y estos, señores, hay que festejarlos.

@LetyTorres_G

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