Historias de Engatusada escribe Lety Torres
No me gusta celebrar a los muertos. Quizá porque tengo tantos, mis hijos, mi padre, mi madre, mi mejor amiga, mi sobrina -en ese orden-, y me ha costado mucho dejarlos ir.
Recordar a quienes se fueron siempre ha sido un acto de cobardía de mi parte.
Prefiero evitar el dolor de las ausencias que acostumbrarme a ellas.
Apenas me preguntaban por que no puse un altar en estas épocas de Todos Santos, ahí mi respuesta.
La muerte es parte de la vida, todos lo sabemos, pero pocos estamos conscientes de lo que la simple frase significa.
La muerte en sí es como la misma respiración, ahí está, constante, perpetua, intangible.
Olvidamos que respiramos porque es un acto fisiológico inconsciente, pero ¿qué pasa si dejas de respirar? ¡Exacto! Te mueres.
La peor parte para casi todos es enterarnos de la muerte de alguien que a nuestro parecer aún no estaba en edad o no merecía morir.
¿Quienes merecemos o no morir? ¿Deberíamos preguntarnos?
Todos moriremos lo merezcamos o no pero es que no sabemos qué hacer o sentir cuando escuchamos: “se murió fulanit@”
¡Ay nuestros muertos! Cómo duelen carajo. Pero nos duelen a nosotros.
Ellos ya no están, se fueron y no vuelven aunque insistamos en que si.
Aunque nos quedemos despiertos cada dos de noviembre para creer fervientemente que vienen por su comida y bebida favorita.
Todos quieren imaginar que alguien pasó tras la ventana y seguramente era su alma buscando lo que dejó.
Nuestros muertos buscándonos en esta vida.
No, no creo en el Día de Muertos y no quiero ni pienso en creer pues eso significaría que tengo la esperanza de verlos de nuevo y eso, por Dios, no pasará.
@LetyTorres_G
