La vida comienza tantas veces …

La vida comienza tantas veces …
Lety Torres
Historias de engatusada

Historias de Engatusada por Lety Torres  

La semana pasada -12 días para ser exacta-, ingresé a quirófano a consecuencia de una hemorragia vaginal ocasionada por miomas en el útero y que culminó en una histerectomía total; en términos coloquiales me quitaron la matriz.

Y es que la vida comienza tantas veces. Comienza, leí hace poco, después del golpe, de la herida, de la pérdida.

Desde niña tuve problemas ginecológicos de toda índole: Empecé a menstruar a los casi 16, edad muy avanzada para el promedio. A los 20 me quitaron la trompa de Falopio derecha por un embarazo ectópico (si, estuve embarazada a mis ¡20! Vaya sorpresa y golpe de vida, historia que algún día habré que contar.

A los 25 perdí a mis hijos gemelos al nacer por la ruptura de membranas en la semana 31 de gestación (sumado a mi incapacidad cardiaca para un parto natural gemelar por la falta de oxigenación en el cerebro).

Hoy lo pienso y todo lo sucedido fue una travesía literalmente inconsciente. Todos y cada uno de esos hechos los asumí como parte de la vida que me tocó y que por alguna razón, seguramente justificada tomando en cuenta mi forma de vivir, no seria madre nunca.

Una conclusión que si bien me causó un poco de nostalgia tampoco fue motivo de tristeza, negación o depresión.

Los años 2000 fue una época en la que la NO maternidad empezaba a ser tomada como una decisión individual y respetada, aunque muchas -si, en femenino-. no lo concibieran.

Ahora que estuve obligadamente en cama y en contacto con personas a través de redes, alguien me preguntó cómo me afectaba el hecho de “ya no tener matriz”.

¿Qué? ¿Qué coño podría afectarme emocionalmente la extracción de un órgano enfermo que ya no debía estar en mi cuerpo?

La vida comienza tantas veces.

Pero sorpresa la que me llevé al enterarme de los procesos emocionales que han vivido decenas de mujeres cercanas, luego de una histerectomía.

Basándonos pues en la medicina oriental, cada órgano y víscera de nuestro cuerpo está asociado a una emoción que las caracteriza y a una emoción que les perjudica y los desequilibra y resulta que el útero “simbólicamente” representa la casa, el hogar, nuestro primer hábitat, el primer entorno con el que nos identificamos.

Al tratarse de la primera casa, los síntomas y problemas asociados al útero siempre están relacionados directa o indirectamente y se cree (en el inconsciente) que representan el no poder llevar a cabo el papel de madre y a menudo conflictos vividos como la pérdida”. ¡Madres!, diría el clásico.

No sé si lo investigado sea real, lo que si sé es que tiene todo el sentido del mundo en lo personal.

Aunque el ya no tener matriz no me afecte emocionalmente en lo absoluto, debo reconocer que lo descubierto en estos días me ha dejado un poco paralizada.

Y si, mi vida nuevamente ha comenzado. 

 

PD. Mi embarazo a los 20. Una historia de mucho amor que pocos saben y que les prometo vale la pena contar.

 

@LetyTorres_G

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