Mundo podrido

Mundo podrido
Alfredo González
Pan y circo

Pan y circo escribe Alfredo González  

Tengo clarísimo que en los últimos años en el mundo hemos carecido de empatía, de humanidad. Nos hemos llenado de rencores, nos hemos convertido en seres despiadados, sin escrúpulos, matamos a diestra y siniestra, insultamos sin piedad, condenamos a la mínima palabra.

El sábado pasado en la cancha del estadio Azteca sucedió un ejemplo de lo anterior. Oscar Jiménez, arquero del Club América fue abucheado por dos errores ante Pachuca. Entiendo la frustración de la afición por el resultado de 0-3 en contra; sin embargo es tristísimo que aún sabiendo el contexto sigan con la misma práctica. Días antes, Jiménez y su esposa dieron a conocer que habían perdido a su segundo hijo. Carajo, no es tema menor, es un hijo.

Para quienes no sepan, mi esposa y yo perdimos un hijo unos días después de que falleció mi padre hace casi dos años. Posiblemente se tenga que vivir un episodio así para comprender la magnitud, pero no ser empáticos ya es de idiotas. Sobreponerse a semejante pérdida no es cualquier cosa y es probable que el ánimo de Oscar Jiménez no fuera el mejor. Se comprenden las desconcentraciones, los yerros pero no los insultos.

Me comentaban en redes sociales, «qué diga que no está bien y no afecte a sus compañeros». La mayoría de los seres humanos quisiéramos que tales eventos no nos afectaran y siguiéramos con como si nada pasara, pero lamento decirles que la vida no va de eso. El jugador evidentemente te va a decir «yo juego, sí puedo», pero para eso está el cuerpo técnico para apoyarte y decirte si puedes o no. Ahí el error.

¿Otro ejemplo? Va. TNT transmite la UEFA Champions League para México y se anunció que la comentarista Marion Reimers no iba a estar en los partidos. A pesar que estamos en plena semana de la mujer, que el 8 de marzo es un día para reflexionar, pues a la gente en redes sociales le pareció buena idea insultar a Marion y pedirle que mejor se quede en las instalaciones de la ONU, en donde curiosamente estuvo platicando sobre la violencia digital. Si uno entra al perfil de la periodista y ve el posteo desde Nueva York, se espanta de tanta pobreza de los comentarios.

Puede o no gustar el trabajo de Marion Reimers o de quien sea en la pantalla, un micrófono o en redes sociales, pero insultar ya habla de temas más serios. No nos importa y no nos ponemos a pensar si la persona en cuestión está pasando por un mal momento, si tuvo una pérdida o simplemente existe, vamos e insultamos desde la soledad de nuestros teléfonos. Día y noche tenemos acceso a nuestros celulares y nos parece gracioso insultar sin pensar en las consecuencias. Estamos tan podridos que no medimos, no somos empáticos. Tenemos tanto que reflexionar.

Por Alfredo González

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