Milagro deportivo

Milagro deportivo
Antonio Abascal
El Blog de Puebla Deportes

El Blog de Puebla Deportes escribe Antonio Abascal

Para quienes crecimos viendo futbol en la década de los ochenta y los noventa todavía hay muchos temas que nos resultan difíciles de aceptar y vemos con nostalgia aquellos tiempos en los que todo guiaba a la cancha, donde existían programas y periódicos donde uno podía ampliar su cultura deportiva y donde no habían los personajes virales a los que no les importan los principios periodísticos sino que se hable de ellos, que buscan robar el protagonismo a los jugadores, atletas y entrenadores que siempre serán más importantes en la información deportiva, pero también es justo señalar que los cambios han llegado al futbol para convertir a los clubes en grandes empresas. En esos años referidos pocas habían llegado al futbol, el América con Televisa era el más poderoso, abrió la caja de Pandora de la multipropiedad, organismos ligados al gobierno tenían equipos con el IMSS con el Atlante y el Oaxtepec, los gobiernos de los estados tenían escuadras como el Puebla y el Ángeles o había espacio para empresarios que arriesgaban su dinero y se convertían en una especie de cacique (que se enfrentaba al poderío de otros más ricos) como Nicandro Ortiz en Morelia, Emilio Maurer en el Puebla y todavía Enrique Fernández con el Celaya que se dio el lujo de traer a varias figuras del Real Madrid encabezadas por Emilio Butragueño.

Esos tiempos se han ido, tal vez gustaban más, tal vez eran más fáciles de explicar, tal vez sonaba más romántico, pero esos tiempos se han ido. El futbol se ha convertido en un gran negocio y por eso grandes consorcios operan a los equipos: FEMSA al Monterrey, CEMEX a Tigres y ellos han cambiado el panorama mexicano, sin olvidar que Televisa sigue con su América y manejando los hilos en la Federación Mexicana de Futbol, la cementera Cruz Azul al equipo del mismo nombre, Grupo Pachuca a los Tuzos y al León, y así sucesivamente. Por ello cada vez se escucha más las lógicas de mercado para explicar las decisiones deportivas. Dicho de otro modo los equipos se han convertido en clubes y de ahí a una línea de negocio para cada uno de los grandes empresarios que se han metido a esta aventura no porque sean amas de la caridad sino porque quieren tener dividendos que van desde los económicos hasta los políticos y sociales.

Los tiempos en un que un empresario con cierto éxito en una localidad arriesgaba su dinero e intentaba una aventura futbolística se han ido. Puebla fue un ejemplo de ello porque con menor o mayor éxito, el equipo de la Franja casi siempre perteneció a familias que seguían ese modelo: Jorge Suárez al arrancar los ochenta con su apuesta por los españoles y el gran lujo de tener a Pirri y Asensi en la Franja, luego vino la época del Gobierno del Estado con una promotora que operaron personajes ligados al futbol como Pedro Ángel Palou, Rafael Moreno Valle Sánchez, Emilio Maurer, entre otros, para después dar paso a la exitosa directiva de Arturo Migoya y Emilio Maurer. En el largo peregrinar por el desierto tras el subcampeonato de la 91-92 pasaron Juan Bustillos, los hermanos Thoma Kiwus, José Abed, Francisco Bernat en distintas etapas con diferentes socios, Ricardo Henaine, los López Chargoy hasta llegar a este momento donde sin reconocerlo abiertamente hay un cambio de manejo y ahora una empresa como TV Azteca gestiona al equipo.

Todos ellos arriesgaron su dinero en algún momento algo que no es muy común en Puebla, en el sentido de que los empresarios no se pelean al equipo de la Franja si bien de cara a la galería todos dicen quererlo. La realidad es que con sus aciertos y errores, incluso con descensos y escándalos, cada uno de ellos sostuvo una tradición porque si vamos a hablar claro hay que decir que el Puebla de la Franja, que está próximo a cumplir ochenta años de vida, es más que nada una tradición porque carece de infraestructura para ser un club como hoy se exige. De todos ellos además de aciertos y errores, predominaron las buenas intenciones y sólo en algunos casos hubo cierta alevosía. Entre los que tuvieron buenas intenciones poco a poco se fueron dando cuenta de que esas buenas intenciones no bastaban, que ya no era como antes, que el futbol estaba cambiando, ellos lo aprendieron a la mala, incluso poniendo dinero de su patrimonio, mientras la afición se molestaba por los malos resultados y por vivir en el escándalo.

Cuando ellos llegaron al futbol sólo bastaba tener el dinero para comprar la franquicia y una vez ahí se operaba al equipo de Primera División y a la llamada reserva profesional, luego las exigencias crecieron, algunas vez a mediados de los noventa se pedía tener filiales en Primera “A” (el Tampico Madero fue filial poblana bajo la administración de José Abed) y una de segunda división que no tenía derecho a ascenso. Más tarde se empezó a pedir la estructura para tener equipos sub 20 y sub 17. Hoy para tener un equipo en la Liga MX ya  no basta con tener el dinero para operar al primer equipo, se debe cumplir con la recién creada sub 23 y así hasta tener equipos en la sub 13, todo eso como obligación, sin olvidar la Liga Mx femenil con su equipo mayor y con la categoría sub 18, a la que poco se le van ir uniendo otras con límite de edad menor. Tener un equipo profesional hoy conlleva obligaciones que no se tenían anteriormente y, por ello, la forma de operar tiene que ser más amplia y más profesional.

Hace unos días un servidor compartió mesa de discusión en el “Off the Record” de “Desde la Grada” con Miguel Caballero, Alejandro Bulle Goyri y Manolo Frausto, y en alguna parte del programa califiqué al Puebla como un milagro deportivo. Me explico, el equipo de la Franja es la tradición de su uniforme, es la historia de un equipo que se fundó y de inmediato retó a los grandes, es el orgullo de los pequeños grandes lujos como contar con un arquero campeón en España con el Barcelona como José Iborra, de haber sido dirigido por Isidro Lángara, uno de los delanteros legendarios de los años treinta, haber juntado a Pirri y Asensi, haber realizado una gira por España, el campeonato de hace cuarenta años con la leyenda de los “viejitos” que escondieron que era un equipo talentoso, es el poderoso campeonísimo de la 89-90, el esforzado subcampeón de la 91-92 páginas escritas a partir del talento de brillantes jugadores.

Pero el Puebla también es de la Franja naranja, el del descenso de 1999 que se matizó comprando una franquicia, es el que volvió a descender seis años más tarde, el de los escándalos por falta de pagos, el de las amenazas a jugadores y cuerpos técnicos, el de las compras de franquicia fantasma, el de los cambios de razón social, es el de los embargos. El Puebla ha sobrevivido a todo ello y al penoso hecho de no contar con instalaciones propias, lo cual ya lo deja como una de las pocas instituciones en la Liga MX sin ellas, lo que por cierto constituye una incongruencia de la liga ya que a los equipos de Expansión se las exige como parte del cuaderno de cargos para obtener la certificación y aspirar al derecho al ascenso.

A pesar de ello, a pesar de que varias directivas de poblanos no tuvieron la liquidez o la claridad de decisiones y eso estuvo a punto de la venta o de plano la desaparición de la franquicia, el Puebla sigue en la ciudad. Es cierto no aspira al campeonato y las últimas decisiones de la actual directiva son difíciles de entender en el plano deportivo, es cierto hoy el Puebla es más historia que presente, pero se mantiene y en aras de una mayor claridad también valdría la pena señalar que los escándalos por falta de pagos han desaparecido, que hay un mayor orden administrativo y que se recuperaron las fuerzas básicas que en algún momento habían sido concesionadas. También es cierto que el equipo femenil no acaba de cuajar, que este fin de semana se perdió con las Centellas de Necaxa y que es uno de los tres equipos que no ha puntuado tras cuatro partidos junto con el hermano Mazatlán y Santos Laguna y que en general, en los últimos casos ha faltado transparencia para explicar las decisiones..

El futbol que operaban hombres de gran personalidad en equipos de provincia como ocurría en los años ochenta se ha ido. Tal vez era más bonito, tal vez era más sencillo, tal vez todo se dirigía a la cancha donde el talento de los jugadores terminaba decidiendo, pero ese futbol se fue y hoy es la era de las grandes empresas que han convertido a los equipos en Sociedades Anónimas de Capital Variable (S.A de C.V) y por lo tanto ciertas lógicas han cambiado.

La afición de Puebla lleva treinta años de vacas flacas con algunos oasis muy claros: La semifinal del Invierno 96 con la Franja Naranja bajo el mando de Aníbal Ruiz con Carlos Muñoz y Gerardo Rabajda como grandes figuras, la del Verano 2001 con Mario Carrillo al frente y con García Aspe en plan estelar, el ascenso y la semifinal de 2009 con José Luis Sánchez Solá y los llamados “Chelís Boys”, y la reciente de Nicolás Larcamón con la semifinal del Clausura 2021 con varios nombres que ya no están y en ese sentido tiene todo el derecho de sentirse decepcionada y molesta ante la cercanía del regreso al protagonismo y no poderlo consolidar para ahora sufrir un arranque dubitativo con un equipo que no comunica y que sufrió un ridículo internacional en Minnesota, pero también debe entender que los tiempos han cambiado, que la era en que una familia arriesgaba su capital y afrontaba con los gastos se han ido.

De la misma manera bien valdría la pena que afición y medios de comunicación hiciéramos un ejercicio para rescatar la memoria del equipo. Llegaríamos a la conclusión de que el Puebla de la Franja es un milagro deportivo porque al menos en estos treinta años de vacas flacas varias veces ha estado a punto de desaparecer y por un detallito o por la intervención de alguien se ha quedado a pesar de no contar con facilidades para los jugadores como tener instalaciones de entrenamiento.

Este milagro deportivo se ha sostenido incluso en sus momentos previos a la gloria: De la casi desaparición cuando Jorge Suárez lo tenía vendido a Veracruz al rescate del gobierno de Guillermo Jiménez Morales y de ahí al campeonato de liga en la 82-83 que abrió la puerta a la época de más protagonismo camotero. De la decepción de no ascender en 2006 y de un Francisco Bernat abatido, sin ganas para seguir invirtiendo a un equipo de canteranos que logró el ascenso en 2007. De ver quemado su estadio de madera cerrando la primera y brillante etapa del club a un grupo de jóvenes entusiastas que rescataron la tradición de la Franja para buscar el ascenso de segunda a Primera División y que lo consiguieron en la campaña más floja que habían tenido, gracias a una promoción que se jugó en la Capital de la República. La historia del Puebla como equipo profesional habla de un milagro constante que ahora tiene el reto de adaptarse a los nuevos tiempos, a las nuevas exigencias, en un proceso al que también debe entrar su afición.

 

@abascal2

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