¿Qué pasó con Miguel?

¿Qué pasó con Miguel?
Lety Torres
Historias de engatusada

Historias de Engatusada escribe Lety Torres

Miguel fue mi primer novio.

Apenas y cumpliría 15 cuando por fin en un verano que el tipo que me decía “pequeño monstruito”, se fijó en mí.

Me dediqué durante meses a ver revistas de moda. Convencí a mi papá de enviarme con una amiga a un verano en Laredo, Texas donde aprendería a caminar en tacones, maquillarme, peinarme y por supuesto ¡tener novio!

Una especie de capacitación extrema para convertirse -no es broma- en ese tipo de señoritas con un estuche de monerías integrado que nadie, o casi nadie, podría rechazar.

Fue en las siguientes vacaciones de verano que me presenté en su casa con el pretexto de buscar a mi hermana, su amiga y novia desde hace un par de años del otro Miguel, su mejor amigo desde niños.

Su coche azul en la puerta, advertían dos meses de vacaciones en Acuña de visita con sus papás.

Yo me había transformado en un cisne después de recuperar sus plumas rosas.

Miguel y yo nos hicimos novios. Mi evidente transformación fue suficiente para que aquel norteño cuatro años mayor se fijara en una puberta que no sabía, como cualquiera de su edad, si iba o venía.

No funcionó.

Durante dos años Miguel se esmeró en ser exactamente lo que cualquier huerca buscaba en un novio.

Visitas en cada vacación de Semana Santa, verano y Navidad; puente o fines de semana inesperados con el factor sorpresa. 

Sorpresas que, por cierto, hasta la fecha odio en todas sus presentaciones. Aborrezco que alguien decida sorprenderme con algo sin que yo lo tenga previsto, agendado o calculado.

(No lo había pensado nunca, quizá su obsesión por sorprenderme constantemente causó una especie de repele en mi persona por este tipo de cosas).

Regresando a nuestra historia, Miguel se enamoró de mi cuando yo ya no lo estaba.

Nos hicimos novios cuando entraba a la prepa y fue más por mi necesidad de vengarme, quizá, y de él de conquistar a la oruga en transformación.

No tuve nuevos amigos porque de donde soy, nos conocemos todos desde niños.

Las mismas escuelas, fiestas, hijos de papás que se llevan de años, campamentos y demás.

No, no fue un tema de novedad preparatoriana sino de necedad, esa que caracteriza a toda adolescente dolida y que, malamente, le rompió el corazón a un universitario con muchos planes conmigo a futuro.

 

@LetyTorres_G

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