La casa de Xóchitl y el sesgo

La casa de Xóchitl y el sesgo
Jesús Olmos
Máscaras Xóchitl Gálvez

Máscaras escribe Jesús Olmos

Los reportajes, de la Casa Blanca de Enrique Peña Nieto y la lujosa colección de relojes de Cesar Camacho Quiroz, abrieron un parteaguas para que los mexicanos se cuestionen el grado de riqueza y lujo con el que viven quienes gobiernan este país.

El reportaje del equipo de la periodista Carmen Aristegui, sobre la residencia del mandatario y su entonces esposa, fue presentado con una precisión quirúrgica que supuso el ocaso de la credibilidad del tele presidente que nos gobernó de 2012 a 2018.

Ahí no hubo espacio para sesgo alguno, el peñismo vivía su peor crisis con la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa y la prensa no pudo ocultar el último clavo en el ataúd del PRI que regresaba con nuevo rostro, uno más atractivo, pero igual de corrupto.

Pasó lo mismo con la cobertura de la extravagante colección de relojes del ex dirigente del PRI en aquella época, Cesar Camacho Quiroz, a quien le evidenciaron una vida que difícilmente podría darse con el simple salario como funcionario público.

En su momento ambos reportes sirvieron para exhibir los lujos y la vida alejada de la realidad de los políticos; también vale la pena recordar lo expuesto sobre la vida del ex líder petrolero Carlos Romero Deschamps.

Con la llegada de la 4T ha venido una oleada de reportajes que han tratado de comparar aquella lujosa vida priísta con lo hecho por los morenistas.

Basados en las ideas sobre la sencillez y austeridad que profesa en presidente, cualquier reloj, casa o excentricidad, por pequeña que sea, es motivo para que se levante un escándalo en un segmento bien identificado con la oposición.

Y no está mal, el problema es que han abaratado tanto estos reportajes que ha terminado por restarle credibilidad cuando en lugar de una colección de relojes de más de 3 millones, objetan y reclaman por una pieza que no sube los 100 mil pesos y, que de ser única, bien podría ser pagada con el sueldo de un funcionario federal de primer nivel, en un año de trabajo y sin suponer que no tendría para otros gastos.

De eso, llegamos al reporte sobre la Casa de Xóchitl Gálvez, información que cuenta con argumentos suficientes para suponer que se ha escondido tras el velo del desinterés, una trama que involucra conductas delictivas como el conflicto de intereses, corrupción y enriquecimiento injustificado, además de tráfico de influencias, compadrazgos y un monumento a la incongruencia de la aspirante presidencial del Frente.

Más allá de las respuestas con bromas y chistes que buscan desviar la atención, a la aspirante priísta, panista y perredista, le faltan explicaciones y recordar su actuar teatral como delegada, lo que la llevó a tomar guantes y un mazo, y su promesa de donar un departamento que acabó en manos de la familia Gómez del Campo-Zavala (o sea, familiares de Felipe Calderón).

Evidencia también que la prensa, en temas como el de una casa rentada, no comprada ni regalada, rentada, en la que vive el hijo del presidente, no miden con la misma vara y no dan el mismo espacio en sus primeras planas.

Lo de Xóchitl y los medios, evidencia un comportamiento plagado de inequidad, que ha conseguido golpear al movimiento que gobierna actualmente, pero no ha terminado por finiquitar la credibilidad de su dirigente.

Yo diría que la gente no es tonta y sabe reconocer cuando hay este grado de desequilibrio mediático y también lo repudia. El público merece menos calificativos y más información prescinda, para la toma de decisiones en el futuro por venir.

 

@Olmosarcos_

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