En manos de Lutero

En manos de Lutero
Jesús Olmos
Máscaras

Máscaras escribe Jesús Olmos

Pascal comenzó en el negocio de la comunicación pasados sus 40 años. Luego de recorrer por muchas ocupaciones, vio en este nicho una oportunidad para generar los recursos que había soñado tener toda su vida.

Su buen carácter, carisma y don de gente, le abrieron primero las puertas para colarse como coordinador de área y luego como directivo en una oficina de Gobierno un tanto escondida.

Ahí escuchaba a los “adultos” planear las campañas, movilizaciones y guerras sucias. Escuchaba, anotaba y luego ofrecía lo aprendido como ofrenda a sus amigos.

Poco a poco fue ascendiendo, los secretos y los favores siempre dejan bien parado al que se quiere mover, él siempre salía en la foto.

En su camino Pascal encontró a Martha, una mujer que tenía las mismas ambiciones que él, hacerse de una fortuna y vivir aquella vida prometida para quienes trabajaban en cosas relativas al Gobierno.

Pascal y Martha comenzaron a asociarse con funcionarios y políticos. Les diseñaban estrategias de comunicación, hacían tratos con comunicadores y empresarios. Fue así conocieron el negocio de los espectaculares.

Resultaba muy rentable tener una estructura instalada en la azotea de una casa y pagar una renta mensual mínima a cambio de carretadas de dinero que llovían sobre todo en la época de las campañas.

Primero fueron intermediarios y con sus conectes pusieron una empresa. Ya con la empresa le ofrecieron sus servicios a un poderoso de primera línea en aquella entidad del sureste mexicano. Este político de muchos ideas polémicas y poco pelo, los acercó a las oficinas de un gobernador al que cautivaron.

Entonces bajo la promesa de una fidelidad infinita, mes con mes les entregaban una y otra concesión, y un crédito emprendedor para no frenar el “nego”.

Con ello lograron ser los potentados de más de una centena de estructuras que distribuyeron por cada calle importante, avenida transitada y centro comercial concurrido que había en aquella metrópoli.

Por momentos a Pascual, a diferencia de Martha, la conciencia le decía que hacía mal en solo ver su beneficio en el dispendio de los recursos público en este esquema no muy regulado de publicidad, pero la ambición podía más.

Cuando llegaron los tiempos de la 4T, se volvieron “aliados de las causas del presidente” y le prestaban sus anuncios al grupo emergente de poderosos, con la idea de cobrar las rentas ya que estuvieran asentados en el Gobierno.

Cuando no pudieron recuperar, lo invertido comenzaron con el discurso de que “el presidente también se equivoca” y “hasta sus allegados dicen que no está del todo cuerdo”.  Empezaron las campañas negras y salieron a buscar a sus anteriores clientes.

Inventaron que el presidente había muerto, que era dueño de una casa en las Bahamas, promovieron el desprecio a la vestimenta de su esposa, que se iba a quedar 30 años como Don Porfirio, que va a irse al Senado al acabar el mandato, alimentaron cada rumor y cada denostación, y nunca ofrecieron una sola prueba, solo lodo y ruinas. Aún así ostentan cargos en el Gobierno federal, donde cobran un “extra”.

Recientemente un aspirante que se dice leal al presidente y está en vías de registro, les pidió de favor anunciarse en sus anuncios y accedieron gustosos.

Dicen que es el favorito para ganar, dicen que lo tiene todo, dicen que va a arrasar en las elecciones, dicen que trae al mejor equipo… y también dicen que con su llegada se va a poner a la iglesia en manos de Lutero. Pero solo es un rumor.

 

@Olmosarcos_

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