Máscaras escribe Jesús Olmos
Fue la semana pasada en el aeropuerto de Estambul, o al menos uno de los dos que tiene ese país situado en el corazón del conflicto global. Fue alrededor del mediodía ya que hubo noticias de ataques en la Franja de Gaza, aunque todo transcurre en calma, un sonido alertó a todo el mundo.
En turco y en inglés, se escucha una advertencia sobre el próximo viaje a Tel Aviv, la capital israelita, epicentro de la atención mundial por el conflicto desatado entre una potencia armamentista y un grupo terrorista, por sobre 2 millones de víctimas de lo que para muchos luce como un secuestro masivo.
Recorrimos algunos países de Europa, desde Países Bajos y Alemania, hasta nuestro destino en el puente Grecia-Turquía, por el mar Egeo. No encontramos mayores cambios en los esquemas de seguridad aérea, tras el anuncio de una nueva guerra, en ninguna de nuestras conexiones ni algún sobresalto que nos hiciera postergar el placentero viaje.
No fue lo mismo para un grupo de mexicanos que paseaban hace apenas unas horas por el Palacio de Versalles, en Paris, y tuvieron que desalojar la zona por las inspecciones realizadas debido a la alarma de bomba que cerró el inmueble, aeropuertos y otros inmuebles en la capital francesa.
Volviendo a Turquía, este país se ubica en el punto neurálgico para el paso de mercancías hacia el continente asiático, pero también al norte del conflicto Israelita-Palestino y al sur de la disputa Ucrania-Rusia.
Los turcos que desde mitad del siglo pasado se unieron a la OTAN, han sido de los primeros en ofrecer mediar entre Israel y Hamas, aunque no se tiene un alcance de lo que sus esfuerzos puedan lograr.
Por si la zona necesitara más, la visita de Joe Biden pone de punta a las agencias de seguridad, sobre una zona que ha tomado por asalto los ojos del mundo.
El año pasado, que visitamos Egipto, los locales se quejaban por las últimas décadas en las que ellos ya no han buscado la guerra sino que la guerra ha llegado a ellos de muy diversas formas.
Ahora con la apertura del puente humanitario desde su país, la posición en la que se vuelven a poner ante el mundo es de cierta vulnerabilidad y eso debe espantarlos.
Son tiempos de guerra, en la que un partido amistoso en Valencia se desarrolla con la seguridad de una visita de estado, donde un viaje de recreo en familia se convierte en miles de preguntas de conocidos por tu seguridad, donde un paseo matutino se convierte en una escena de una película de terror, o donde el mundo ahonda sus dos bandos en un conflicto de cuyas proporciones aún estamos por descubrir.
@Olmosarcos_
Jesús Olmos
