La voz

La voz
Jesús Olmos
Máscaras

Mascaras escribe Jesús Olmos

Fueron 6 horas de espera frente a la computadora para conseguir los mejores boletos, ahorros de mucho tiempo invertidos en un santiamén. Tres horas de viaje y dos retenciones en carretera para estar sentados en la Arena Ciudad de México a las 9:00 de la noche en punto del martes 21 de noviembre, donde tuvo lugar la segunda de 7 presentaciones, del cantante Luis Miguel en la capital del país.

No hubo tráfico, caos vial ni flujo vehicular que impidiera que la camioneta negra en la que posiblemente se transportaba, cruzara un puente escoltada por patrullas, para acceder a tiempo al recinto del norte de la CDMX.

Luis Miguel inició su presentación con uno de sus más grandes éxitos “No culpes a la noche”, vestido en uno de esos trajes negros donde luce su esbelta figura que ha dado tanto de que hablar a la prensa de espectáculos.

Más de 20 mil almas corearon luego los temas “Amor, amor, amor”, “Suave” y “Culpable o no”, sin medir volumen, mientras Luis Miguel explotaba su media voz y arengaba al público que enloquecía con sus movimientos en el escenario.

“Te necesito”, puso de pie a todos los asistentes, las luces de colores azul, amarillo, rojo y verde, que fueron repartidas al ingresar al evento, hacían que el espectáculo fuera doble, por lo visto en el escenario y también lo que pasaba en las gradas.

Con “Hasta que me olvides” y “Dame”, el público del llamado “Sol de México”, cimbró el inmueble de la delegación Azcapotzalco. Luis Miguel iniciaba cada frase y el público la completaba entre alaridos que ensordecían el ambiente. 

Vino “Por debajo de la mesa” en donde no se escuchaba más que la letra de la icónica canción de Armando Manzanero, para dar paso a los duetos con Michael Jackson y Frank Sinatra, que propusieron un descanso para tacones, zapatos apretados y pies entumidos de quienes acudieron a ver a su “LuisMi”.

Con “Un hombre busca a una mujer”, “Te recuerdo así”, “Tengo todo excepto a ti” y “Entrégate”, se hizo más notorio el cansancio que arrastra el cantante mexicano, los estragos de la gira que ya tocó Argentina, Chile y Estados Unidos con 45 fechas, entre llenos a reventar y con la mira en cerca de 90 conciertos más en todo el 2024.

Fue entonces que salió el mariachi, Luis Miguel se tomó unos minutos de descanso, lo que levantó algunos sentimientos de ansiedad entre quienes llevaban más de una hora vitoreándolo sin césar y que recordaron episodios de la última gira hace 5 años.

Salió con la pila recargada para cantar “La Bikina”, “Si nos dejan” y “La media vuelta”, con la brillantez que le permite un registro vocal más grave mientras se acercaba el cierre del concierto.

“Palabra de honor”, “Te propongo esta noche”, “Sino supiste amar” e “Isabel”, hicieron evidentes varias verdades sobre esta gira y su ADN. Nada es para siempre.

El momento cumbre ocurrió cuando el cantante, muy probablemente impedido vocalmente para interpretar en su máximo nivel “La incondicional”, soltó en llanto, mientras el público canto por él, con él y para él. (Aquí el fragmento https://www.tiktok.com/@olmosarcos/video/7304316433649978629?is_from_webapp=1&sender_device=pc&web_id=7278000778001368581)

La noche del martes asistimos a un show, un espectáculo de primera. Y muchos dirán ¿porqué de primera si hizo falta la voz? Pues yo respondería: Los que asistimos al concierto estuvimos ahí conectando con nuestros recuerdos, las memorias a través de la vida y obra de un cantante que consideramos parte de nuestra cotidianeidad, de nuestro día a día, con cientos de historias que contar con cada uno de los temas que interpretó. Hemos crecido junto al mito construido a su alrededor, le hemos acompañado en sus momentos a color y en tonalidades grises y, en reciprocidad, Luis Miguel nos entregó el máximo de su esfuerzo, las venas marcadas en el cuello y las manos, sus lágrimas y a mí parecer hizo tanto como pudo para complacer a sus más fieles seguidores, que en ningún momento le reprocharon la falta de agudos, sino que le agradecieron con sonoro aplauso, esta celebración a su legado musical.

“Te juro que te adoro y, en nombre de este amor y por tu bien, te digo adiós” … o, quizás, solo será un hasta luego.

 

@Olmosarcos_

Jesús Olmos  

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