Máscaras escribe Jesús Olmos
Le pagaban 20 pesos por nota con audio que salía en la estación de radio de su ciudad natal, algunas veces le aceptaban 2 otras le aceptaban 3 y cuando había mucha fortuna con la información le aceptaban hasta 5 y se llevaba 100 pesos a su casa por medio día de trabajo.
Luego lo llamaron para hacer entrevistas en una revista de política, por cada entrevista que entregaba de forma semanal, se llevaba 200 pesos. Algunos entrevistadores eran muy groseros porque lo consideraban un tipo sin experiencia queriendo jugar en las grandes ligas, del periodismo regional o simplemente, porque lo veían muy joven.
Lo llamaron para comenzar a hacer resúmenes para una estación de radio, ya había un sueldo fijo -aunque bajo-, pero se empezaba a ganar la vida con un oficio que aprendió en casa, mientras los adultos discutían de política y que había logrado pulir con la escuela y mucho contexto.
Entonces llegó una gran oportunidad, un profesor de la escuela le vio aptitudes y lo llamó para hacerle marca personal al alcalde en turno. Hijo de una estirpe caciquil de la política añeja, ese sujeto lo había tratado de intimidar en un par de ocasiones. Se volvió una piedra en su zapato, y en 3 o 4 medios donde reporteó en su periodo de poco más de 2 años (hasta que salió a buscar otro cargo), siempre pedía su cabeza.
Luego de cubrir mucho tiempo el municipio aquel, dio el brinco al Congreso del Estado. Ahí como su estilo se lo marcaba, se distanció de diputados y funcionarios, y entabló dos o tres debates acalorados con el líder de la fracción mayoritaria.
Dos o tres ojos voltearon hacía él para hacerlo finalmente reportero de la fuente periodística más importante del estado. Durante más de un año se despertaba todos los martes y jueves para acudir al Palacio de Gobierno y cubrir de inicio a fin todo lo que decía el gobernador en turno.
Los cuestionamientos y la intensidad de su trabajo, lo llevaron a estar en la lista negra del periodismo incómodo. Pronto comenzó su verdadera historia en el mundo de los medios. Información contra censura, amagos velados. El jefe de la policía lo tenía medido, lo checaban en sus perfiles personales y familiares desde Comunicación Social y también, algunas veces, en presidencia. Le tocaron dos o tres golpizas con el Estado Mayor, una con granaderos estatales, de día usaba micrófono y de noche la capucha para apoyar causas, vio el fraude, lo sostuvo con sus manos, lo documentó y vinieron las amenazas.
Un día aparecieron tres patrullas afuera de su oficina, por un intermediario poderoso acordaron que debía salir del estado y no ser más un ente incómodo.
En noviembre pasado se cumplieron 8 años de que llegó a Puebla y ha hecho periodismo desde un escritorio con 6 distintos gobernadores y 8 titulares del Ejecutivo, ha documentado las idas y venidas, el fracaso de la estructura ideológica y de partidos para dar paso a la de las corrientes personalísimas.
Hoy ese intercambio entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y la periodista Reyna Haydee Ramírez, despertó algo en él. Así debería ser el periodismo, cada que pueda volver a su raíz, preguntar y preguntar, ir a los inicios, cuestionar e interpelar, sin interrumpir. Respuestas respetuosas que evidencien posturas concretas, preguntar, escribir y seguir publicando.
@Olmosarcos_