Máscaras escribe Jesús Olmos
Pocos, muy pocos son los temas que revelan tanto y tan bien la doble moral con la que se manejan los grupos opositores a todo lo que huela a la llamada cuarta transformación, que lo que ocurre actualmente con la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Las acusaciones sobre el plagio de la ministra Yasmín Esquivel, de quien se denuncian desde complicidades en la FES-Aragón hasta en las más altas esferas de la UNAM, y sobre quien el desprestigio es una estigma como el que deberá vivir de por vida, son un tema, a todas luces, indefendible.
Pero lo anterior no excluye que los principales críticos del papel presidencial y de sus aliados en torno a este tema sigan pasando por alto un caso muy similar ocurrido sin tantos años de diferencia.
Fue el 21 agosto del 2016 cuando una investigación del equipo de la periodista Carmen Aristegui presentaba el reportaje “Peña Nieto, de plagiador a presidente”.
La historia en la que se señala al exmandatario federal y exgobernador del Estado de México, se remonta a hace 30 años cuando EPN presentó su tesis para obtener el título de Licenciado en Derecho por la Universidad Panamericana.
En su tesis, el hombre de las llamadas “Reformas Estructurales”, que actualmente vive en España, presentó el tema “El presidencialismo mexicano y Álvaro Obregón”, en una obra integrada por un total de 200 páginas y 682 párrafos.
La investigación periodística reveló que el oriundo de Atlacomulco, en el Estado de México, plagió al menos 197 párrafos íntegros de otros autores, de los 682 que integran el texto con el que obtuvo su título.
El mandatario mexicano antes ya había sido evidenciado en el reportaje de “La Casa Blanca”, por la estrecha relación con Grupo Higa que le otorgó una casa en Lomas de Chapultepec, en la Ciudad de México, y luego del escándalo por el pésimo manejo del caso Ayotzinapa, su popularidad tocaba fondo y su Gobierno se tambaleaba entre la corrupción propia, la de colaboradores cercanos y gobernador aliados.
Aquel escándalo mediático representaba para muchos el último clavo en el ataúd de un mandato insostenible, cargado de infamia y mentiras, de violencia criminal ejercida desde el estado y desde la delincuencia en total libertad.
Pero el tema no tuvo eco en grupos intelectuales orgánicos ni en los empresarios que ahora alzan la voz por todo, ni en los medios masivos ni, incluso, entre los partidos que se decían sus opositores y que hoy navegan juntos en la carrera electoral.
La tesis plagiada de Peña Nieto, al igual que la de la ministra Esquivel, le suponía la vergüenza pública, el repudio general e, incluso, si nos ponemos estrictos, hasta una indagatoria penal por ostentarse con cargos no obtenidos de una manera legal.
Pero no ocurrió así, los aliados que aún le quedaban al priismo en la prensa masiva –históricamente orientada a la derecha-, le dieron un salvoconducto de impunidad que lo sigue cuidando hasta nuestros días.
@Olmosarcos_