El soldado francés

El soldado francés
Jesús Olmos
Máscaras

Máscaras escribe Jesús Olmos

A las 3:30 de la mañana suena el despertador para Sofía, una mujer joven que todos los días tiene que tomar el autobús para viajar a su trabajo en la planta Audi de San José Chiapa.

Pasa por ella un transporte a solo unas cuadras del sitio donde nació y sigue viviendo, en un punto donde ya no se sabe a ciencia cierta si es el Barrio del Alto o las calles de Xonaca.

Esta zona histórica, que ha permanecido casi intacta al paso de los años, es donde sobresalen las casonas antiguas con enormes pilares de piedra, las paredes gruesas que ayudan a retener el frío, los duros polines que sostienen los pesados techos y las ventanas con vista a la calle que dan la sensación de ocultar miradas, rostros o cuerpos entre las sombras. 

Alrededor de las 4:30am es cuando un autobús se aproxima por ella a la esquina que solo se aprecia por un pequeño candelabro y donde es acompañada comúnmente por un escrupuloso silencio, aunque a veces, en la noche, hay algo más.

Hay historias que rondan en las pláticas con quienes habitan esta zona fundacional de la ciudad, que dicen que en la oscuridad se oculta un soldado del Ejército de Lorencez que no ha conseguido trascender el otro mundo.

Y es que, al pie de la zona histórica de los Fuertes, en este conjunto de erráticas subidas y bajadas, es donde se ubica el escenario de uno de los momentos cumbre en la historia de esta hermosa ciudad, la Batalla de Puebla de 1862.

Desde Loreto y Guadalupe, a la Iglesia de los Remedios y hasta el Bulevar 5 de Mayo, hay relatos que hablan de la sombra del soldado francés que recorre las calles en un lento y agónico penar.

“Lo vi hace tres días. Escuché clarito el fusil, reconocí el atuendo napoleónico y un quejido. Primero es tenue, pero se hace agudo y de pronto rompe como si fuera un silbido y se va”, contó Sofía quien ha convivido con ello durante toda su vida.

Su abuela le explicaba que eran soldados que por su trágica muerte no han conseguido llegar al más allá y siguen esperando encontrar paz para trascender al otro mundo. Su abuelo decía que el “franchute” habían sido castigo por intentar aprovecharse de un momento de debilidad de la patria para apoderarse de todo y que esa carga se las había impuesto Dios.

Cuando comienzan a acercarse los primeros días de abril y los que nos acercan a mayo, es cuando más personas dicen ver a esta aparición.  

Asusta sin querer a visitantes de la Feria, a las parejitas que buscan la oscuridad, dicen que ya lo vieron un par de gobernadores y que, si se te acerca, avisa los vientos de cambio cuando empiezan a soplar.

Vaya usted a saber que de todo eso es cierto.  

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