No se quedó callado

No se quedó callado
Jesús Olmos
Máscaras

Máscaras escribe Jesús Olmos  

Eduardo está en el limbo entre dejar los 44 años y cumplir los 45. Aunque se siente un jovenazo, sabe que los años empiezan a pesarle y que llega a una etapa donde su edad no es ningún pretexto, empieza a darle lecciones a los demás del camino andado.

Nació en un año icónico para este país, el 24 de octubre de 1968, quizás por ello es que ha tenido siempre una vocación para la política y le gusta estar bien enterado de lo qué pasa en su país.

Su primera elección presidencial fue en 1988, con poca conciencia, dice que por su juventud, no tuvo la inteligencia suficiente para asimilar el movimiento que ocurría aquellos años y que desencadenaría tantas y tales conflictos que siguen cambiando al Mexico de hoy.

Votó por Carlos Salinas de Gortari, recuerda que “se tragó el cuento” de la televisión que colocó a su adversario Cuauhtémoc Cárdenas como una reencarnación del mismísimo diablo. Se arrepintió apenas unos meses después.

Cuando llegaba el año 94, comenzaba a trabajar en una escuela pública de la Sierra Norte de Puebla y comprendía un poco más de la política. “Volví a escuchar el llamado del PRI, le tenía fe a Luis DonaldoColosio”.

El triste desenlace lo impactó bastante y tardó en volver a votar y sobre todo en volver a confiar en algún personaje de la política, “fue un desencanto, un sabor amargo”.

Se fue con la avalancha de Fox en el año 2000 y durante varios años lo tuvo como buen gobernante (no quisiera el ex presidente escuchar lo que dice en la actualidad), pero vio una luz roja cuando iniciará por allá el 2004 todo el tema de desafuero y entonces volteó a ver al jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Andres Manuel López Obrador, aunque aún se asumía foxista.

Decepcionado por el proceso interno panista que llevaba a Felipe Calderón a las boletas en contra de AMLO, buscaba otras opciones para votar que no fueran ni el PAN ni el PRD, pero el PRI postulaba al “impresentable de Madrazo”.

Lo que vino en esos días lo marcaría para siempre. Recuerda que fue poco antes de aquella elección cuando les ordenaron a los maestros pasar sus votos corporativos al candidato panista, “y que ni con esa y otras trampas ganara de manera clara, además de todo el cochinero de los meses que siguieron a la elección en los que buscaron taparlo todo”.

Para el 2012, asegura que él no se había tragado el cuento de la telenovela y decidió dar su voto al competidor de Enrique Peña Nieto, que no era otro que el aún perredista AMLO.

Volvió a votar por López Obrador para el 2018, con la esperanza de ver un cambio en el país, que en muchos rubros se lo han quedado a deber, afirma.

Para el 2024, dice no tener ningún favorito entre los que suenan ni del lado del partido del presidente ni con los de enfrente que es “donde se ve menos claro”.

En medio de una comida familiar antes del clásico del fútbol mexicano, donde narra todas estas aventuras mientras debate cosas buenas y malas de cada presidente al fondo uno de los más jóvenes de la mesa le pregunta: “Y bueno, para ti quien es el peor de todo estos de los que platicas”.

“No es otro que Felipe Calderón, y no es su triunfo cargado de vergüenza, su legado de violencia y de terror ni lo que se dice ahora sobre su relación con los narcos, es, simplemente que no supo quedarse callado y cuando opina sobre todo lo que quisiera hacer con el país, uno viene a duda ¿porque no lo hizo cuando tuvo el poder en sus manos?”, respondió. 

@FerMaldonadoMX 

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