¿De qué ríe Lorena?

¿De qué ríe Lorena?
Fernando Maldonado
Lorena Cuéllar Cisneros

Parbolica.mx escribe Fernando Maldonado

La gobernadora de Tlaxcala Lorena Cuéllar Cisneros se retiró como llegó al recinto en el que el grupo legislativo del Partido del Trabajo ofreció su informe de labores en Puebla: con una sonrisa como si nada sucediera en la entidad que gobierna.

Lo cierto es que la sociedad tlaxcalteca no es la más cómoda con una mujer que ha decidido ceder a grupos de poder y económicos servicios y patrimonio de los tlaxcaltecas.

La semana pasada debió dimitir al cargo la directora de la Radio y Televisión de Tlaxcala (Coracyt), Elia Sánchez quien había sido incorporada a la administración de Morena, proveniente de una gestión panista con Héctor Ortiz como gobernador, combatiente de la 4T.

Es apenas uno de los escándalos que la sonriente gobernadora debió enfrentar, porque se trataba de la punta del iceberg tras la venta de garage que empuja el gobierno del estado y que alcanzó la estación en Frecuencia Modulada Radio Altiplano, cuya señal es escuchada en la capital de Puebla.

Entregar una señal concesionada por el Estado Mexicano contraviene todo el espíritu de un gobierno decidido a impulsar proyectos de comunicación social que atiendan necesidades informativas de audiencias bombardeadas por contenidos plegados a los intereses de grupos empresariales, pero
Cuéllar Cisneros no está preparada para esa conversación.

De qué tamaño pudo ser el compromiso de la gobernadora con el grupo empresarial que desatendió ese y otros principios que atropellan principios básicos de la izquierda, para lo que tuvo que ser reconvenida por Jenaro Villamil, presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano y cercano al presidente Andrés Manuel López Obrador.

No ha sido el único caso de cesión de bienes del estado de Tlaxcala a manos privadas, pero si el que mayor repercusión tuvo por los alcances nacionales y que puso a la gobernadora en un plano particular.

Desde el inicio de la gestión entregó el Museo de Arte que se ubica frente al zócalo de la capital, en manos de otro grupo de inversionistas que terminó por instalar en la parte alta un antro con música del género urbano de mal gusto (vale la redundancia) en un recinto cuya vocación es la de divulgar conocimiento e historia.

No tiene la culpa el indio, dice el refranero popular y aplica redondo y exacto a la vocación voraz de la gestión gubernamental que paga de esa manera los favores que recibió Cuéllar en su condición de candidata de un movimiento que tiene como credo no robar, no mentir y no traicionar.

En Tlaxcala la decisión que mas rechazo unánime ha generado entre la sociedad, fue la de modificar un derecho adquirido por años por la clase trabajadora: el servicio de salud que afecta a trabajadores de todos los niveles.

Retirar el esquema dual de servicios médicos en el que una parte del costo era financiado por instituciones públicas y otra por el trabajador con medicamento de patente para sustituirlo por medicinas genéricas no hizo sino atizar el repudio general y afirmar que “es lo mismo pero mas barato” no es exactamente verdad ni justo.

Lorena Cuéllar tuvo que dar marcha atrás a la construcción de un tren elevado que iba de la zona de mercados a la sala de cine Miguel N. Lira. Ante el rechazo general por las modificaciones al trazo de la capital, el derribo de árboles milenarios y por el tufo a negocios que de ahí emanaba, exhibió la errática conducta de un gobierno torpe.

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