parabolica.mx escribe Fernando Maldonado
La historia sorprende, pero también indigna. Se trata del atraco a una mujer emprendedora víctima de un grupo de extorsionadores a quienes tuvo que pagar entre 7 y 10 mil pesos para que se le permitiera continuar trabajando en su establecimiento de comida típica poblana de la sierra norte.
Frustrada por la altanería de los indeseables visitantes, abrió la caja para contar apenas unos 3 mil 500 pesos. El personal debió desembolsar y cooperar, bajo la premisa de cuidar la fuente de empleo.
Hábiles para la trama, los extorsionadores exigieron dejar el dinero en el baño. Ahí recogieron el efectivo y partieron con la prepotencia de saberse no solo superiores, sino poderosos.
No era un grupo que se atribuyera formar parte de algún cártel como sucede con frecuencia, cada vez que desean cobrar piso bajo la patraña del ofrecimiento de protección, sino de servidores públicos obligados a guardar normas de conducta ética que devuelva dignidad a la mal trecha función pública.
El gremio restaurantero en Puebla enfrenta uno de los padecimientos mas serios de los que haya tenido que sortear en los últimos años: el de la corrupción y extorsión institucional.
En efecto, aún en tiempos de la Cuarta Transformación y su credo de no robar, no mentir y no traicionar, existe un nido de malos servidores públicos que medran en las oficinas de la Procuraduría de la Federal del Consumidor en las que desde 2021 despacha Miguel Angel Moreno.
El padecimiento se hizo público luego de que los integrantes del gremio aglutinados en la Cámara Nacional de la Industria de Alimentos Condimentados tuvieron un encuentro para proveerse de capacitación, con los funcionarios de esa dependencia federal y al mismo tiempo, extorsionadores.
El desayuno de trabajo fue convocado en la Tercera Ronda del Triángulo de las Ánimas, al que llegaron unos 300 socios de la cámara. Llegó el momento de las preguntas y respuestas, en el que comenzó la metralla de quejas y señalamientos directos.
Con el responsable de Profeco en Puebla y del presidente de Canirac, Carlos Azomoza, lo socios y empresarios acusaron todo tipo de abusos, chantajes y extorsiones bajo un mismo método.
Por lo menos seis de los más notables socios del gremio narraron al autor de la columna, uno de ellos Juan José Sánchez, del popular restaurante El Burladero narró el agrio encuentro que tuvo que soportar el titular de la dependencia federal, acusado recibir parte de las ganancias más habidas en lo que ya asemeja al cuento de Alí Baba y los 40 ladrones.
Un empresario se levantó del asiento que ocupaba para señalar con el dedo a uno de los funcionarios: Carlos Alberto Nieto Ramírez.
“Tu fuiste el que me extorsionó”, lo encaró.
Existe evidencia gráfica en poder del columnista que soporta las quejas de los empresarios que viven un periodo de dificultad. Altanero, engreído por una “charola” que lo dota de un poder supremo, el titular de Profeco amenazó con endurecer medidas ante la proximidad de la temporada decembrina.
Superó el gremio con enormes dificultades el reto de la pandemia, la paralización de actividades para evitar contribuir a la propagación de la enfermedad del siglo y la ausencia de comensales, el cierre de cortinas y la precariedad de la economía, como para ahora padecer una aún peor: la ambición de funcionarios corruptos.
@FerMaldonadoMX