Marín ¿libre?

Marín ¿libre?
Fernando Maldonado
Parabólica

parabolica.mx escribe Fernando Maldonado

Una de las tramas judiciales y políticas más prolongadas en la historia del país, cuyo epicentro sucedió en Puebla, está por terminar cuando este jueves el Tercer Tribunal Colegiado en Benito Juárez (Cancún), Quintana Roo determine si Mario Marín Torres fue culpable del delito de tortura como ha insistido Lydia Cacho.

La autora del libro Los Demonios del Edén fue detenida en diciembre de 2005 por un grupo de agentes judiciales de la entonces Procuraduría General de Justicia por haber incluido al empresario textilero, Kamel Nacif Borge, en el cuerpo del texto.

El libro narra la historia de un grupo de niñas que habían sido llevadas a un selecto grupo de políticos y empresarios para saciar instintos pedófilos de los que sólo resultó sometido a proceso y encontrado culpable a un libanés que aún purga condena.

La hoguera de la política fue nutrida con intensidad inaudita cuando el 14 febrero de 2006 en el diario La Jornada y en MVS se reprodujo una conversación cargada de misoginia, abuso de autoridad y patanería entre el ex gobernador de Puebla y el textilero tras la detención de la autora de ese libro, que luego se supo, extrajo el testimonio que da cuerpo al libro de una víctima de abuso sexual sin su consentimiento.

Los niveles de polarización en Puebla llegaron a niveles de alarma cuando las agrupaciones afines al Partido Acción Nacional y, en otra trinchera, el Revolucionario Institucional -Antorcha Campesina, entre sus huestes-, protagonizaron sendas manifestaciones que estuvieron a punto de terminar en una tragedia.

El secretario de Gobernación federal, Carlos Abascal Carranza, debió maniobrar desde la capital del país para que los manifestantes que pedían la caída del último gobernador priista que tuvo Puebla y quienes lo defendían, no llegaran al mismo sitio. Al final una marcha llegó al zócalo de la capital y otra se quedó a las afueras del Congreso.

Un poco después Marín salió a una jornada de apoyo a clases populares en la junta auxiliar de La Libertad en la capital desde donde se escucharía lo que fue una especie de llamado a las armas: “no se metan con la Puebla revolucionaria”, “no se metan con mis viejitos”, dijo arengando a miles de personas congregadas en las canchas deportivas.

Los reporteros que hace 17 años cubríamos la que probablemente fue la última aparición en público de ese gobernador, ahora recluido en el penal federal del Altiplano detenido por el probable delito de tortura, tuvimos que salir escoltados ante el inminente riesgo de linchamiento de una turba enardecida con la prensa por la divulgación de esa conversación.

Mario Marín no era una dulce y como buen priista tenían yerros, limitaciones y excesos que lo llevaron a donde se encuentra; los adversarios tampoco se habían distinguido por la honorabilidad en la pugna por el poder.

Ya habían olfateado sangre y no dudaron en emprender una verdadera cacería contra ese político que un día asumió, podía competir por la candidatura presidencial de su partido a partir de dos variables: su origen humilde y un fenotipo que lo acercaba a las características del Benemérito de las Américas.

Nuestro Benito Juárez poblano nunca imaginó siquiera entregar el poder a un expriista como Rafael Moreno Valle y perder la libertad que estaría a horas de recuperar, años después.

@FerMaldonadoMX

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