Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco
El alcalde de Puebla capital, Eduardo Rivera Pérez, operó políticamente, con paciencia y experiencia, para atajar lo que hubiera podido convertirse en una guerra de proporciones impredecibles e indeseables, entre dos organizaciones poderosas y de militancia nutrida.
No es exageración suponer que si la Unión Popular de Vendedores Ambulantes (UPVA) 28 de Octubre y el Movimiento Antorchista (MA) se hubieran enfrentado, como casi ocurre en los días pasados, por los espacios del Mercado de Amalucan, muchas cosas graves hubieran podido ocurrir, gravísimas con un saldo seguramente triste y lamentable.
El alcalde panista consiguió sentar a la misma mesa al líder antorchista, Juan Manuel Celis Aguirre, y al dirigente de la UPVA 28 de Octubre, Rubén Sarabia Sánchez.
Hubo diálogo y acuerdos, nos dicen varias fuentes.
En la inédita reunión, con la que Rivera Pérez mostró gobernabilidad en el municipio, sin duda, se acordó ponerse de acuerdo en los espacios, no solo en el Mercado Amalucan, sino en otros puntos de la ciudad, donde les interesa tener a sus agremiados.
De acuerdo con fuentes del MA, sus agremiados habían sido golpeados días antes, por lo que la petición específica fue que se deje de reprimir a los locatarios, pues de los 104 locales, 85 son antorchistas, además solicitaron que se les permita, sin presiones, pertenece a la organización que ellos quieran para trabajar en paz. El diálogo -asegura- es la vía.
El alcalde capitalino Eduardo Rivera además desactiva, sin pasar el problema al gobierno del estado, y con contundencia por el momento, un problema añejo, mayúsculo y que amagó con crecer desproporcionada y peligrosamente.