Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado
La última vez que se embarcó en un proyecto presidencial fue con Francisco Labastida Ochoa en 1999. Se trata de Jaime Alcántara Silva, que ahora recorre medió país con recursos propios para hacer tarea política por Beatriz Paredes Rangel, la priista que este fin de semana tomó por sorpresa a quienes no habían escuchado de su capacidad para la oratoria y el debate.
Alcántara Silva ha estado en la trinchera del Partido Revolucionario Institucional, pero ese PRI no ha sido recíproco con militantes de la estatura política de algunos de sus cuadros dirigentes, como es el caso de quien ha estado en las duras y las maduras.
Lo mismo ha sucedido con Paredes Rangel, que ha sido prácticamente de todo en ese partido político que parece aún tener una larga estancia en el sistema de partidos de la imperfecta democracia mexicana.
Por eso, cuando dice que la ex gobernadora de Tlaxcala no debe ser considerada como una carta más en la baraja política del grupo político que se encuentra detrás de Xóchitl Gálvez y Santiago Creel, como las agrupaciones de Claudia X. González, es probable que no haya errado.
Hace 24 años que Jaime Alcántara coordinó en Puebla el trabajo de Labastida Ochoa. Eran los principales adversarios Roberto Madrazo Pintado, el ex gobernador de Tabasco y a quien atribuyen ser el financiero de la plataforma mediática anti López Obrador -Latinus-; al actual director de Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz; y el ex dirigente nacional priista, Humberto Roque -el de la “roqueseñal” que todo el país recuerda-.
Fue el tiempo en el que un personaje acaparó espacios de opinión a partir de una portada de la revista Proceso. Ahí aparece Héctor Laug García con pistola en mano y gesto fruncido en momentos en que encabeza un atraco de urnas en la interna priista en el municipio de Los Reyes de Juárez con el título “Las mentiras del PRI”.
De Laug García se dijo luego ofreció sus servicios al grupo político de Rafael Moreno Valle y más recientemente, al aspirante a la candidatura de Morena a la Coordinación de los Comités de Defensa de 4T, Marcelo Ebrard -versión que nadie ha confirmado ni desmentido-.
Importa subrayar el talante de Laug, como el de otros llamados “operadores” del PRI que el equipo de Jaime Alcántara debió enfrentar pues la correlación de fuerzas de hace casi 25 años como ahora, adoleció de piso parejo.
Lo fue también en 2002, cuando Roberto Madrazo -otra vez el tabasqueño-, se medía a la ahora finalista priista en el proceso de selección del Frente Amplio por México, la tlaxcalteca Paredes Rangel, que competía por la dirigencia nacional del PRI.
El ex gobernador Mario Marín Torres apoyó al tabasqueño y Melquiades Morales a la tlaxcalteca. Jaime Alcántara volvió a estar en primera línea para apoyar a la ex embajadora de México en Brasil, como lo está por estos días.
Han pasado al menos dos generaciones de mexicanos, tres alternancias en el país y la irrupción de las redes sociales como nuevos paradigmas en la lucha política para ver de vuelta, en la competencia política a una mujer con claridad de pensamiento que anda por los 70 años, y a un Jaime Alcántara, de la misma generación, con la pasión que los llevó a las grandes ligas de la competencia.
La tarea no será fácil, pero esa presencia en la recta final de Frente Amplio por México ya metió ruido y levantó cejas. En política, dice el lugar común, nada está escrito.
@FerMaldonadoMX