La dictadura imperfecta

La dictadura imperfecta
Alejandro Páez Varela
La columna de Alejandro Páez Varela

La columna de Alejandro Páez Varela 

1. Bufones

Si por alguna razón tuviera que ir a Estados Unidos y me detuvieran, como está sucediendo en estos días, encontrarán en mi celular mensajes contra Donald Trump y la verdad, hallarán diatribas casi contra todo mundo, en mis redes sociales o en mis apps de mensajería. Porque por lo regular digo lo que pienso, lo que se me pega la gana. Porque vivo en un país libre. Porque disfruto y ejerzo con gusto mis libertades y mis derechos, algo que no necesariamente pueden presumir los estadounidenses.

Por eso cuando leí, en días pasados, en las redes y en la prensa, que otra vez nos encaminamos hacia una dictadura, con ríos de textos que hablaban de la iniciativa del Ejecutivo sobre las telecomunicaciones, se me vino a la mente una sola palabra: bufones. Porque llevan muchos años diciendo que vamos hacia una dictadura y el 99 por ciento de los medios de México, desde Televisa y TV Azteca hasta el último portal, dedican todo su esfuerzo a denostar al Gobierno de izquierda sin que nadie interrumpa su derecho a hacerlo. Bufones porque no hay un solo caso de un periodista que haya sido despedido por ejercer su derecho a la liberad y porque nadie ha documentado un solo caso de un medio que haya sido “reconvenido”, como se hacía durante los gobiernos del PRIAN, desde la Presidencia.

Bufones, porque se han gastado su arsenal acusando en falso, señalando al vacío, lanzando advertencias que luego se convierten en cebos puestos al sol. Bufones porque hay causas, muchas, que podrían enarbolar; claro que hay corrupción pero, ¿con qué cara la denuncian? Claro que hay violencia y que las familias siguen sufriendo a causa de los criminales pero, ¿cómo denunciarlo sin romperse un diente con el puño propio?

Las denuncias de una amplia mayoría de la prensa han perdido fuerza porque cualquiera puede preguntarse si esta vez es verdad o si se trata de otra noticia falsa, como las miles que se difunden por televisión, radio y medio escritos de lunes a lunes; olas y olas de miles y miles de noticias falsas que también arrastran y ahogan a quienes las emiten.

Pensé: Bufones, porque los ciudadanos de este país hemos sufrido largos periodos de autoritarismo (al menos un siglo), y los mismos medios que ahora se tiran al piso por la reforma de telecomunicaciones son los que cooperaron (y se beneficiaron) con los verdugos de la libertad, de Enrique Peña Nieto a Felipe Calderón; de Vicente Fox a Ernesto Zedillo y Carlos Salinas; y muchos otros presidentes hacia atrás.

Bufones, porque imaginan una dictadura desde que no tienen derecho de picaporte. Bufones que sueñan con que Felipe Calderón les dé un retuit para sumar seguidores en su cuenta de X; seguidores chatarra que a su vez les preguntan: ¿es momento de irnos a vivir al extranjero? Bufones porque saben que no hay más cielo que este generoso cielo azul, y que intentan escupirlo para que se vea manchado y al hacerlo, se escupen a sí mismos.

Bufones seguidos por bufones que mueren por algo de atención. Bufones de discursos largos y mentiras cada vez más obvias. Bufones por la ansiedad o por el ocio, que intentan regresar al poder que tenían aunque sea a punta de mentiras.

2. Es momento de dejar el país

¿Es momento de dejar el país?, le pregunta un usuario de X a un periodista que “denuncia”, otra vez, que México va hacia “una dictadura”. Pero el comunicador no responde y el que pregunta tampoco insiste. Los dos entienden un juego que se han inventado de tiempo atrás; los dos saben que no es necesario responder porque nadie, ni ellos, se compran ya lo de la dictadura.

En 2005, como en 2011 y luego en 2017, ésos mismos dos y miles más alertaban sobre la dictadura castrocomunistachavista que amenazaba a México. Han pasado 20 años. Y quizás sientan algo de nostalgia y reviven el cuento. Quizás por añoranza repiten el juego una y otra vez: ¿Es momento de dejar el país?, pregunta uno y el otro no responde. No es necesario. Todos, empezando por ellos dos, entienden el juego. Todos, empezando por ellos dos, saben que se simula.

Y desde su exilio en Madrid, alguien sigue la conversación entre ésos dos y está atento para el retuit. Espera, espera, espera y retuitea. Y está atento porque luego, más adelante, llevará esas noticias falsas y otras a sus patrones españoles. Está permanentemente atento porque lo invitarán a dar alguna charla en algún foro de la ultraderecha de España y llevará ese tema como columna vertebral de su ponencia.

Porque el invento de la dictadura castrocomunistachavista mexicana es uno de los más lucrativos en lo que va del siglo XXI mexicano. Ha permitido monetizar miles y miles de artículos y ensayos y reportajes y entrevistas; ha alimentado conferencias, talleres, seminarios, discursos y cátedras en el extranjero que también son monetizados.

Felipe Calderón puede empezar su clase, en la universidad patio donde supuestamente trabaja, con esta frase: “Muchos mexicanos, en estos días, se preguntan si es momento de dejar el país”. No le dice a sus alumnos, claro, que con ese discurso de la dictadura, él y Vicente Fox encabezaron un fraude electoral vergonzoso y masivo en 2006. No les dice que, además, con ese discurso justificó su “fraude patriótico” y, por lo tanto, obtuvo cientos de millones (quizás miles de millones) de pesos de financiamiento de las élites empresariales.

Esa línea, “muchos mexicanos, en estos días, se preguntan si es momento de dejar el país”, puede servirle a alguien que escriba en el periódico Reforma lo mismo que puede servir a Claudio X. González para pedir más dinero en Washington, ya saben, para financiar su carácter de opositor. Esa misma línea le sirve a Guadalupe Acosta Naranjo y a cualquier programa de Atypical o de Latinus. Y sí son muchos mexicanos, por supuesto que sí. Pero no son tantos como quisieran.

Cualquiera en México podría decirles que sí, que de acuerdo, que es momento de dejar el país. Que si quieren usar el pretexto de la dictadura, lo usen; no importa.

Yo mismo les diría que no hay mejor momento de dejar el país que ahora mismo; les convencería con eso de que vivimos una dictadura y que deberían creérselo al punto de hacer maleta, de tomar el pasaporte y de darle vuelta al globo terráqueo que tienen justo detrás de la silla del escritorio de su oficina en casa para escoger un país.

Les recomendaría, sin que suene a mala onda, que se fueran a Estados Unidos porque en Madrid está Felipe Calderón y ni los panistas lo quieren. ¿Se imaginan, tenerlo de vecino? Mejor Estados Unidos, diría yo, sin ánimo de reírme de nadie.

Pero antes de mandarlos a Estados Unidos por la eventual dictadura que se instaura en México, les recordaría que si los detienen y traen mensajes contra Trump en sus celulares, perderán la visa y los meterán a la cárcel. Acá pueden decir lo que piensan, lo que se les pega la gana. Acá pueden ser mezquinos y criticar en público la ropa de la Secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, una mujer de raíz indígena que ha llegado más lejos de lo que ellos nunca llegarán. Acá pueden burlarse de la apariencia física de la Presidenta sin que nadie, absolutamente nadie atente contra su libertad. Porque acá vivimos en un país libre, y bien que lo saben.

Pero allá, por desgracia, los estadounidenses no disfrutan más de las mismas libertades. Allá hasta por ser moreno te quitan la visa. Allá pierdes la ciudadanía, como ha pasado con niños y adultos estadounidenses, sólo por la apariencia física. Puede ser que decidas que es momento de dejar México, pero también puede ser que amanezcas en El Salvador, en la prisión de Nayib Bukele. Así que cuidado.

3. Cien días

Como lo hicieron a principios de este siglo, periodistas y académicos y opositores de derechas han redoblado el esfuerzo para alertar en las últimas horas que México ahora sí nos encaminamos hacia la dictadura. Ríos de textos, de tuits, de videos en los que se habla de la iniciativa del Ejecutivo sobre las telecomunicaciones, que es la prueba más contundente, la que se necesitaba, la que confirma que pronto se coronará, en Palacio Nacional, a Claudia Primera de México.

Y sin ánimo de ofender pero, la verdad, qué ineficiente es la 4T. Dos décadas y nada de dictadura. Le recomendaría que diera pasos más firmes si es que vamos para allá. Dos décadas y nada que se avanza. En cambio vean lo que ha pasado en Estados Unidos en los primeros cien días de Donald Trump: sobre las universidades pesa la amenaza de cierre por razones ideológicas; los opositores al Presidente han sido despedidos y varios de ellos viven amenazados por el Gobierno; la policía migratoria persigue a los más morenos, los detiene en la calle, los encarcela; una élite blanca se ha instalado en los principales espacios de poder y las minorías perdieron cualquier trato diferenciado. Y por si fuera poco, hasta un saludo nazi de Elon Musk. Así, de plano. Eso es tener voluntad.

Le preguntaría también a los que escriben miles y miles de tuits y de textos si ya estamos viviendo un dictadura para, en todo caso, decirle a la 4T qué dictadura tan imperfecta. Los medios de comunicación tienen la libertad de decir lo que se les pega la gana, los partidos reciben financiamiento, los políticos pueden vivírselas lanzando noticias falsas y nadie les dice nada. ¿Pues qué tipo de dictadura vivimos, carajo? ¿Qué no saben hacer algo bien?

 

@paezvarela

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