El Blog de Puebla Deportes escribe Antonio Abascal
El Puebla de la Franja no fue el único que se hundió en el fango del Estadio Cuauhtémoc, naufragó el sentido común del árbitro, Ismael Rosario López Peñuelas, el de la Liga MX, el de las televisoras y fue una muestra de la pésima administración de Gabriel Saucedo como director general del equipo camotero porque la mayoría de las decisiones que toma son equivocadas. No sólo se perdió 2-0 en un juego que no pudo celebrarse el viernes y que se disputó en sábado ante condiciones todavía más difíciles, dejó en claro que la integridad física de los jugadores les tiene sin cuidados a directivos, árbitros y a la liga, mientras que la famosa Asociación del jugador es otro organismo para cumplir ante FIFA, pero tiene escasa representatividad en momentos donde se tiene que hacer escuchar porque el viernes se quiso poner en riesgo la integridad de los futbolistas y el sábado sí se les obligó a jugar.
El viernes quedó claro que el protocolo de la liga mx para casos de fuerza mayor tiene muchas lagunas, se postergó el juego por tormenta eléctrica, pero ya desde esos momentos era evidente que la cancha estaba en mal estado. Fue una tormenta perfecta porque la cancha del Cuauhtémoc no ha podido recuperarse de los conciertos de Shakira que la dejaron muy sentida, sobre todo en la zona de las bancas y en la portería norte (la que da a la autopista Puebla- Veracruz), hubo jornada doble con dos juegos consecutivos para la Franja y ya desde el martes había quedado claro que las bandas estaban muy afectadas https://www.youtube.com/watch?v=Ylnjn5vHDy4; las lluvias no han dado tregua y el viernes cayó un aguacero que provocó que el drenaje del estadio colapsara; el anillo de grava que precede a la cancha estaba inundado, la zona donde habitualmente calienta el Puebla, también, había un charco en mitad de la cancha y cerca de la banca de los visitantes, el balón no rodaba https://x.com/i/status/1971951767702458501.
Dos comisarios enviados por la liga, siempre atentos al número de personas en la cancha, convocaron para las 20:30 horas a una reunión entre cuerpo arbitral y directivos de ambos equipos donde a los únicos acuerdos que llegaron fueron que el duelo no podía ser reprogramado en fecha FIFA de octubre porque Chivas ya tiene un compromiso comercial, perdón internacional en Estados Unidos, y que se volverían a reunir una hora más tarde, mientras que el público sorteando la pertinaz lluvia y complicaciones propias de la ciudad bajo otro aguacero seguía llegando y la única explicación que aparecía en la pantalla era “juego postergado por tormenta eléctrica”.
Los jugadores se asomaban y los de Chivas lanzaron algunos balones para verificar si rodaban, situación que no se cumplió, los de Puebla tardaron en salir, primero para sólo observar, luego para hacer la misma operación de sus rivales, con un poco de mejor suerte en la mitad del campo que da hacia el Hermanos Serdán. El árbitro salió a pisar las distintas zonas del terreno y se volvió a meter; los comisarios volvieron a reunirse con los directivos y fue entonces cuando López Peñuelas salió de nuevo para comprobar que el balón botara en distintos sectores con la conclusión gráfica que había partes en las que no lo hacía, la decisión era clara, pero se volvió a meter y pidió cinco minutos para anunciar la decisión que se volvieron diez, quince minutos. Ante la falta de respuestas, el equipo de mantenimiento del Estadio secaba el campo, logró desalojar la gran cantidad de agua en la zona de grava y con ello, el campo también sacó parte del agua, pero los equipos perdieron el control. Los jugadores de Chivas siguieron lanzando balones para ver si rodaban, mientras que el Puebla salió a pisar la cancha, Fedorco decía que en Uruguay juegan en peores potreros, el preparador físico poblano Gustavo Leombruno lanzaba fuerte el balón para que demostrar que sí botaba y se quejaba de que los árbitros lanzaban sin fuerza la pelota; fue entonces cuando Gabriel Saucedo apareció para darle la orden a los jugadores que calentaran como si el partido ya fuera a iniciar, no lo hicieron donde siempre, cerca de platea oriente, sino hacia el centro. Chivas, en cambio, se metió a su vestuario: Era muy claro que el Puebla quería jugar y presionaba a los árbitros, mientras que Chivas, en medio de muchas lesiones, era más cauto.
La razón estaba en los pocos artículos que aparecen en el reglamento de competencia. Ningún juego puede empezar a las veintitrés horas, aunque incluso en ese caso la liga tiene potestad para encontrar alguna excepción y en caso de suspensión por un día, el equipo local, el Puebla, debe pagar los gastos de hospedaje a los visitantes. La Franja quería jugar para ahorrarse un gasto inesperado; es cierto que el campo mejoraba, que para las veintidós horas ya había dejado de llover y que parecía que las condiciones eran más propicias, pero la situación demostró la ineficacia de un reglamento con muchas lagunas, más grandes que las existentes en la cancha del Cuauhtémoc: ¿Por qué no hay un fondo extraordinario para casos extremos como este y que pueda ser usado para pagar los gastos en casos de fuerza mayor y que no recaigan en el equipo local? ¿Por qué el árbitro no tomó la decisión cuando se percató que el balón no botaba en todas las zonas y se metió a su vestuario a recibir indicaciones, si él tenía la potestad para suspender o para ordenar que se jugara? ¿Por qué el público que paga un boleto no les importa a los federativos y directivos de los equipos ya que la información para esos aficionados no fluía con la rapidez necesaria?
Para cuando se tomó la decisión lógica de reprogramar el partido ya eran las 22:37 de la noche, 97 minutos más tarde que el inicio del juego; al meterse al vestuario, Chivas logró que los tiempos ya no dieran para iniciar antes de las veintitrés horas, lo cual fue salvar algo de lógica ya que cómo iba a regresar a sus casas el público que necesitaba transporte público que sí estaba disponible para los tiempos “normales” del juego. Hubo molestia en el Puebla, que con el calentamiento de sus jugadores le demostró al público que la cancha estaba respondiendo, aunque todavía habría una sorpresa en el fin de semana. Los jugadores camoteros se despidieron de su afición y algunos entendieron que no habría juego, pero muchos otros se quedaron a la expectativa ya que no había información en el Estadio, los de platea oriente volteaban al palco de transmisión donde “Estamos al aire”, “La octava” y SICOM comparten micrófonos y así también se enteraban que tendrían que regresar en menos de veinticuatro horas, pero hubo otros de las otras localidades que no sabían lo que pasaba ya que el sonido local tardó diez minutos en comunicar la decisión, en otro momento que demuestra la falta de cuidado que recibe el aficionado que acude al estadio.
Todavía había más sorpresas, la mayoría malas para la afición poblana, no porque tenga mala suerte, sino porque lleva dos años tomando malas decisiones. El sábado volvió a llover muy fuerte en la ciudad de Puebla, lo hizo desde las 14:30 horas, hubo afectaciones en distintos puntos y la zona del Estadio no fue la excepción; pese a ello, el drenaje respondió y a simple vista parecía en mejores condiciones, además para las 16:30 sólo lloviznaba y muy rápido dejó de hacerlo https://x.com/i/status/1972044158643982818. Los equipos, puntuales a la cita, saltaron a calentar, Chivas en la zona norte, lejos de las bandas y el Puebla en el sur, también hacia el centro, tal y como lo había hecho la noche anterior (nadie en los dos equipos tuvo el sentido común de ahorrarse la activación ante el público, la podían hacer adentro en su vestuario, para darle más descanso a la cancha), pero tras ella, quedó claro que la parte norte, la que había usado Chivas sólo el sábado estaba mejor, mientras que la sur que usó tanto viernes (por la orden de Saucedo), como un día después quedó muy lastimada https://x.com/i/status/1972067512968991154; en el volado, Chivas escogió campo y decidió atacar hacia la portería norte que era que estaba en mejores condiciones y a partir de ahí leyó mejor las condiciones de la cancha y del juego, fue más intenso y golpeó dos veces en quince minutos aprovechando la distracciones locales: Una segunda jugada tras un tiro de esquina en el que habían más jugadores poblanos que tapatíos y aun así Bryan González ejecutó una tijera cuando Ricardo Marín se tapó, el remate muy complejo por la corta distancia y por el pique del balón dio la impresión de que Julio González pudo haber hecho algo más porque ya le había llegado.
Sin entender la situación del campo, tomando malas decisiones, incluso sin igualar la intensidad de las Chivas, el segundo no tardó en llegar; otra vez en una jugada que aparecía controlada, era un saque de manos para Guadalajara en donde Miguel Ramírez se distrajo y Omar Govea quedó solo para sacar un disparo fuerte, al que no le entró bien Julio González, en otro error del cancerbero poblano en el que no influyó el estado del campo. A partir de ahí, Chivas entendió que el daño estaba hecho y que tenía que aliarse con el estado del terreno de juego. El Puebla reaccionó, otra vez los cambios de Cristante parecieron darle vida, se lograron aproximaciones en el segundo tiempo que no encontraron al último rematador como un tiro centro de Guerra al que no llegó Marín y un tiro de Baltazar tras una buena combinación con Emiliano Gómez al que respondió bien un nervioso “Tala” Rangel. No se trata de falta de lucha, se trata de distracciones puntuales, se trata de falta de liderazgos. El Puebla ha pasado de un técnico cínico que vivía en su mundo, a uno muy consciente, profesional, con vergüenza, que acierta en el diagnóstico, pero que todavía no es capaz de arreglar lo que pasa en la cancha y así lo ha reconocido en las ruedas de prensa. Cuatro días después de haber dicho que su equipo regaló el primer tiempo contra Pachuca, le volvió a pasar frente a las Chivas y sigue sin ganar https://www.youtube.com/watch?v=iN8Zm70zEbo.
Hernán Cristante volvió a ofrecer una radiografía de su equipo, sin culpabilizar a terceros, muy clara en poco más de diez minutos que duró su charla ante los medios, pero eso no le sirve al aficionado poblano que ve como su equipo está manchado no sólo del lodo del Cuauhtémoc como terminaron Nico Díaz y Pablo Gamarra, entre otros, está manchado de impotencia, de un mal armado del plantel no sólo por la falta de experiencia general sino por la ausencia de líderes, está manchado de mediocridad, de no aprender de las situaciones vividas de los otros partidos, está manchado de un miedo a equivocarse que los condena a seguir cometiendo errores. El fango del Cuauhtémoc es la metáfora perfecta para el Puebla: Así como la cancha terminó muy lastimada, así está la afición del Puebla, así como el uniforme de Díaz y Gamarra está la tradición del equipo acumulando derrotas, así como los tachones se hundían en ese fango el Puebla está hundido en los últimos lugares de las tablas general y de cocientes, incluso la derrota ante Chivas dibujó una especie de justicia poética: La zona del campo que se lastimó más antes de empezar a jugar fue la que el Puebla pisó dos veces, la primera siguiendo las órdenes de Gabriel Saucedo para presionar al árbitro y que sí se jugara el viernes. Tras este partido el Puebla se hundió en el lodo más que el sentido común de la liga mx.
El diluvio en Puebla no se refiere a los días de lluvias tan fuertes, el diluvio poblano lleva dos años de duración, los mismos de las malas decisiones de Gabriel Saucedo, decisiones que han acabado con lo poco que se había construido, pero a diferencia del diluvio universal no hay una paloma que anuncie buenas nuevas, mucho menos hay arco iris; aquí las nubes siguen cargadas, la lluvia continua y las aguas arrasan con todo, incluso con lo que queda de la afición poblana. El sábado, al terminar el juego se sentía desolación; en el Cuauhtémoc no sólo la cancha quedó convertida en lodo, la afición también está sumida en el lodo de la tristeza, sujeta a derrotas sin parar, a rumores de venta y a un equipo que corre, se entrega, pero no reacciona y no alcanza a salir del lodo de los malos resultados.
@abascal2