El Blog de Puebla Deportes escribe Antonio Abascal
Cuando acabó el partido del pasado viernes en el que el Necaxa ganó 1-0 al Puebla de la Franja en otro partido penoso para los locales, varios pensamos y así se dijo en las crónicas: “Acabó el suplicio”, pero la frase es demasiado optimista cuando se revisan las decisiones de los últimos dieciocho meses en el cuadro poblano: Justamente hace un año había finalizado otro suplicio con el peor torneo de la historia con apenas cinco puntos, la situación exigía una limpia completa que no se dio aunque se apostó por una gloria poblana como jugador, reconocido por su estilo pragmático y mano dura en los vestuarios, el experimentó significó hacer nueve puntos más, pero la directiva se asustó cuando el mejor pagado del equipo tuvo un roce con el cuerpo técnico, prefirió a un futbolista que sólo había dado chispazos y dio otro volantazo para apostar por un técnico “humano” que tampoco pudo controlar el vestuario como lo evidenciaron algunas de sus declaraciones: “El equipo tiene miedo de ganar” y, sobre todo, el trabajo del diario “Grada” que le cuestionó la ausencia de siete jugadores que el propio timonel admitió por la causal de bajo rendimiento.
Cuando un equipo pierde doce de diecisiete partidos en un torneo, paga la segunda multa más cara, cierra con nueve partidos sin ganar, de los cuales perdió ocho y sólo empató uno, a cero ante unos Tigres más preocupados por su partido internacional que por enfrentar a la Franja, además de sumar seis partidos sin gol, que en realidad son más de 620 minutos sin anotación, ya que el último tanto fue de Facundo Waller al minuto diez del duelo ante Pumas que se terminó perdiendo por 3-1, como penúltimo lugar de la tabla general (sólo porque Santos es otra desgracia de equipo) y penúltimo lugar en la de cocientes, la sola presencia de Pablo Guede en la rueda de prensa al finalizar el juego ante Necaxa ya justifica el cuestionamiento que abre este artículo: ¿En verdad acabó el suplicio?
Porque las decisiones que siguen deberán ser tomadas por un grupo de inteligencia deportiva acéfalo tras el despido de Ángel Luis Catalina; quién estará a cargo de la búsqueda de un nuevo estratega, ya que tal parece Guede (afortunadamente) no seguirá, quién buscará a los nuevos jugadores y quién se hará cargo de la necesaria operación salida de la mayoría de elementos que han mancillado el uniforme del Puebla, no sólo con los pésimos resultados ya resumidos en números, sino con su falta de vergüenza deportiva, porque hubo varios que trotaron en la cancha frente al Necaxa. Quién dará la cara en una institución que se ha acostumbrado al secretismo, aparada en que, al director general, Gabriel Saucedo, no le gusta aparecer en los medios. Una situación que puede parecer menor, pero que en realidad no lo es ya que tras el peor torneo de la historia del club era necesario salir y dar la cara, pero colocó como parapeto a José Manuel de la Torre, luego tampoco hubo explicaciones tras la crisis Waller- De la Torre y tampoco las hubo en este semestre. Valiente líder de la organización que se esconde ante los malos resultados en todas las parcelas porque el femenil se superó y escribió su peor torneo en la historia con apenas seis puntos, ocho goles a favor en diecisiete juegos y 44 en contra, cuando seis meses antes ya había escrito su “peor torneo de la historia”, no hubo explicaciones, se siguieron haciendo mal las cosas y hasta el técnico que acumula trece descalabros de dieciocho partidos oficiales dirigidos dejó entrever su continuidad a pesar de estos resultados.
Los equipos poblanos tocaron fondo y nadie fue capaz de explicar, el varonil dilapidó el crédito en el cociente que habían dejado las buenas campañas de Nicolás Larcamón y hasta el relevo de Ricardo Carbajal; regresaron los escándalos, se habla de una guerra interna entre directivos, mientras los últimos técnicos acumulaban derrotas (en todo este 2025 el varonil ganó un partido en el Estadio Cuauhtémoc y apenas anotó cinco goles ante su gente y el femenil hizo lo propio en cuanto a los ganados y festejó seis goles a favor), las fuerzas básicas también sumaron derrotas y la sub-23, la más competitiva, se volvió a caer con ocho partidos sin que el director de fuerzas básicas, Albert Espigares apareciera para dar explicaciones.
La directiva del Ajusco nunca ha sido perfecta, su modelo de negocio no busca trascender deportivamente sino sumar utilidades en el corto plazo, pero por lo menos había colocado a personas más capaces para administrar y para hacer medianamente competitivo al equipo; Manolo Vega como director de fuerzas básicas explicaba el modelo, Leopoldo Aguilar en el femenil hizo lo propio y hasta fue un poco más allá a pesar del escaso presupuesto, directores generales como Pablo Boy o Rodrigo Incera no aparecían mucho ante la prensa, pero colocaron a personalidades que explicaban los pasos que daban, mientras que Ricardo Zayas sí tuvo un trato más cercano; mientras esto sucedía en lo mediático, se tomaban mejores decisiones deportivas a tal grado que se sorprendió al futbol mexicano con la llegada de un técnico desconocido que reanimó a la afición poblana al hacer una versión agradable que se metió a las liguillas. La descomposición es de tal magnitud en el Puebla de la Franja que hasta el manejo de la información se ha vuelto secreta, nadie informa sobre jugadores y jugadoras lesionados, algunos de ellos salen y entran de las convocatorias sin explicaciones, mientras en lo deportivo a Pablo Guede se le dio todo lo que pidió en jugadores como Franco Moyano y Ricardo Marín que parecían ser de impacto inmediato y terminaron contagiados de la mediocridad imperante; Moyano caminando en la cancha, sin mejorar lo que ofrece el canterano Pablo González y Marín acusando una falta de confianza que incluso le llevaba a fallar pases de rutina.
A Pablo Guede le permitieron todo, incluso un manejo extraño de los minutos de menores, donde es cierto debutó a cinco: Tristhan Jaimes, Dylan Torres, Joan Nungaray, Mateo González y Denilson Paz, pero no les dio continuidad; incluso se atrevió a reconocer las ganas que tenía de debutar al menor de edad de dieciséis años, Mateo González, algo que ocurrió la semana pasada ante León, pero ya no tuvo minutos frente a Chivas y contra Necaxa, en el último partido de la campaña, ni siquiera salió a la banca, lo que habla de la falta no sólo de continuidad, sino de proyecto para verdaderamente potenciar no sólo a estos cinco debutantes sino a otros proyectos que pueden ser interesantes para la Franja.
El Puebla se ha convertido no sólo en el equipo que sufrió 37 derrotas de los últimos 51 partidos disputados, lapso en el que apenas marcó 47 goles a favor (dieciocho en el Clausura 2024, diecisiete en el Apertura 2024 y sólo doce, el peor, en el Clausura 2025), recibió 96 (43 en el Clausura 2024, 31 en el Apertura 2024 y veinticinco en el Clausura 2025), es decir es una escuadra que ha recibido casi cien goles en tres torneos; el Puebla es también el equipo de los silencios en el que el director general no habla porque no le gustan los medios, el anterior director deportivo no tuvo los reflectores y fue cortado como chivo expiatorio y el director de fuerzas básicas tampoco habla porque el mundo no lo merece. Por eso la pregunta se hace más grande: ¿Estos sujetos, Saucedo y Espigares, encabezarán los trabajos para cambiar la historia reciente del equipo, son ellos los que acabarán con el suplicio? Ante su manejo, y, sobre todo, sus resultados soy poco optimista.
En un ecosistema futbolístico sano, el Puebla se habría salvado por poco de caer a la división inferior ya que el Mazatlán habría descendido con apenas dos puntos de diferencia con respecto a su hermano, en un ecosistema sano eso significaría decisiones más drásticas como cambiar a los administradores que permitieron dilapidar un lugar cómodo en la tabla de cocientes (noveno) a casi descender, sin olvidar que Pablo Guede llamó “valiente” a la directiva por haberlo mantenido en el cargo, a pesar de los resultados, cuando en realidad, el técnico argentino debe haber evitado un cese más en su carrera a la eliminación del ascenso y del descenso, porque su Puebla, por desgracia, se convirtió en el mejor ejemplo de la mediocridad que conlleva la falta de un castigo deportivo para los equipos que no trabajen bien, mientras que Guede escribió números que harían imposible un nuevo llamado para dirigir ya que llegó a las cuarenta derrotas en el futbol mexicano con Morelia, Tijuana, Necaxa y ahora Puebla en 84 partidos.
La atmósfera que se vivió el viernes en el Estadio Cuauhtémoc fue muy extraña, para empezar en todas las zonas del inmueble dos veces mundialista y olímpico se notaban manchones rojos y blancos de los “Rayos”, algo impensable incluso hace un año; ya durante el juego los aficionados del Puebla intentaron impulsar a su equipo, cuando finalizó el primer tiempo hubo abucheos ya que el gol de Paradella molestó por el grave error de Julio González, quien tampoco pudo darle solidez a la portería camotera, pero todavía en el segundo lapso se registraron algunos intentos de porra, hasta que la falta de ideas colectivas y la desidia necaxista que se dio por bien servido fue peor que si hubiera mantenido el acelerador a fondo, por lo que la afición terminó cantado algún olé cuando Necaxa tocaba y una vez que terminó el juego despidió al equipo de la Franja con un sonoro abucheo, algunos jugadores se acercaron tímidamente a la zona que delimita la tribuna sur con la oriente para pedir disculpas, lo que enervó más a la afición, hasta que Emanuel Gularte se acercó para regalar su playera, lo que repitió Pablo González y Julio González hizo lo propio con sus guantes, en unas disculpas muy torpes, aunque fueron muchos mejores que las palabras poco sinceras de un técnico que se dedicó a cumplir con presentarse en los últimos partidos, pero cuyas decisiones nunca fueron encaminadas a buscar mejores resultados https://www.youtube.com/watch?v=9TOZqtcTDY0.
Precisamente por esa atmósfera extraña, porque prácticamente en cada uno de los partidos hubo más playeras visitantes que del Puebla, la directiva debería estar preocupada. Los tres últimos torneos han dejado al equipo de la Franja en ruinas, lo que queda son los peldaños históricos que cada día que pasan parecen más lejanos, las historias de hazañas, de rebeldía ante el poderoso, los campeonatos, se van quedando como referencias muy añejas para las nuevas generaciones que sólo han visto algo de protagonismo en la era Larcamón o en el ascenso y aquella semifinal del equipo de Sánchez Solá. En este siglo XXI, sólo se han alcanzado las semifinales en el Verano 2001 con Mario Carrillo, en el Clausura 2009 con Sánchez Solá y el Clausura 2021 con Larcamón, nunca una final, nunca se ha alcanzado el liderato en los torneos cortos. Esa historia del Puebla, tan peculiar, sigue siendo el único rasgo distintivo, pero ante tanta ruina corre el riesgo de perder contacto con las nuevas generaciones.
En el capítulo final de la aclamada serie “Game of Thrones”, el personaje Tyrion Lannister proclama: “¿Qué une a las personas?, ¿los ejércitos?, ¿el oro?, ¿las banderas? Las historias. No hay nada más poderoso que una buena historia; nada puede detenerla, ningún enemigo la derrota” https://www.youtube.com/watch?v=6iEJrHjqMuQ&t=76s, algo que algunos propagandistas han aprovechado con casos muy marcados a lo largo de la historia de la humanidad. En cuanto al Puebla, esa buena historia que ha unido a mucha gente a lo largo de distintas décadas necesita ser renovada para que las nuevas generaciones de poblamos sientan orgullo; desgraciadamente tras este manejo lleno de errores desde el Ajusco y de los administradores en Puebla, parece que las ruinas históricas serán las únicas que queden ante un suplicio que cronológicamente acabó con el torneo, pero que puede alargarse si no se toman decisiones drásticas desde el Ajusco para aceptar la necesidad de una limpia total en cada una de las parcelas del club.
@abascal2