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Lunes, 21 Abril 2025 20:29

Punto para el marido

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Machomenos escribe Israel León O’Farrill

Palabras clave: episiotomía, violencia obstétrica, sexualidad, dolor, machismo.

Recientemente escuché en el perfil de Laura Bayona, una creadora colombiana de contenido de género en Instagram, hablar del caso de Greeicy Rendón, cantante y actriz colombiana que denunció públicamente que había sido sometida a un procedimiento coloquialmente denominado “punto del marido” -o también conocido como “husband stitch” en inglés-, que se da cuando se añaden uno o dos puntos de sutura extra después de realizar una episiotomía para facilitar el parto. Dicho punto se suele hacer sin el consentimiento de la mujer y suele tener consecuencias sumamente negativas para su vida sexual. Sin embargo, para el varón, pudiera implicar más placer al sentir que la vagina está más “apretada”. Según un reporte escrito por Valeria Grassi y publicado el 17 de julio de 2024 en el portal de Lentes Púrpura, el punto del marido “puede causar complicaciones tanto físicas como emocionales. Las físicas se traducen en dispareunia o dolor antes, durante o después de las relaciones sexuales, hemorragias, dificultades en futuros partos vaginales, incontinencia, disfunción del suelo pélvico, cicatrices, fistulas urinarias, así como, uniones anómalas entre órganos del tracto urinario. Las complicaciones emocionales pueden derivar en ansiedad y/o baja autoestima, estrés postparto de un procedimiento ya abrumador por sí mismo. Además, genera un sentimiento de pérdida de autonomía y control sobre el propio cuerpo, resultando en una combinación de pérdida de dignidad y seguridad, así como un alto sentido de desconfianza en futuros encuentros médicos”. ¡Vaya lindura! ¡Como si el embarazo, el parto y la sexualidad de las mujeres no llevaran implícitas una serie de complicaciones, ahora esto!

La episiotomía es un procedimiento quirúrgico que implica cortar el perineo (un espacio que se encuentra entre la vulva y el ano) para facilitar la expulsión del producto durante el parto. Durante el procedimiento de sutura de este corte es, como hemos visto, que se puede realizar el “punto del marido”. De hecho, la práctica de la episiotomía ha sido desestimada por la OMS por considerarla de riesgo para la mujer y, contrariamente, se recomiendan, según un documento compartido por la Organización en 2018, “técnicas para reducir el traumatismo perineal y facilitar el nacimiento espontáneo (inclusive los masajes perineales, compresas tibias y conducta de protección activa del perineo), en función de las preferencias de la mujer y las opciones disponibles”. De igual manera, no “se recomienda el uso ampliado o de rutina de la episiotomía en mujeres que presentan un parto vaginal espontáneo”. Esto es que, si el parto natural no conlleva complicaciones, no se debe utilizar esta práctica como una forma de acelerar el parto o de agilizar los procedimientos. Algo similar está ocurriendo con la cesárea, práctica realizada de manera rutinaria por muchos médicos.

El tema central de este asunto es que son procedimientos que se convierten en violencia obstétrica cuando no son consultados con la paciente, esto es, cuando son realizados sin su consentimiento. De acuerdo con la página del Instituto Nacional de Salud Pública, la violencia obstétrica “se define como una forma específica de violencia ejercida por profesionales de la salud (predominantemente médicos y personal de enfermería) hacia las mujeres embarazadas, en labor de parto y el puerperio. Constituye una violación a los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres”. En ella, como he dicho, se incluye la realización de cesáreas y, según informa el mismo portal, “en México, de las 3.7 millones de mujeres a las que se les practicó este procedimiento quirúrgico, el 10.3% no fue informada de la razón, y al 9.7% no le pidieron su autorización para realizarla”. Algo similar ocurre con las episiotomías.

Podemos hablar de machismo claramente relacionado con este tipo de violencias pues implica que los médicos, a veces en conjunto con las parejas de las pacientes, toman decisiones sin que ellas participen, cosificándolas de esa manera. Por su parte, el punto para el marido “refleja – nos dice Grassi- cómo se prioriza el placer masculino sobre el bienestar de una persona gestante y su autonomía. Esta práctica permea la idea de que el cuerpo femenino tiene que modificarse y que existe una objetificación del cuerpo femenino para satisfacer las necesidades sexuales del hombre, ignorando las posibles afectaciones físicas y psicológicas que pueden causar a la víctima”. Quizá todos hemos escuchado hablar de la cesárea y, lo más seguro es que pocos hemos escuchado de la episiotomía; pero de lo que no se habla en voz alta es del “punto del marido” seguramente porque forma parte de ese tácito contubernio que existe entre machos -parejas y médicos- en pos del placer masculino sin importar las consecuencias. Yo no sabía de este procedimiento y francamente quedé terriblemente sorprendido cuando supe de su existencia a través de la denuncia de Laura Bayona. Se trata de un punto más, para no salir de la misma tónica, en la larga lista de agravios machistas y nefastos de nuestro patriarcado contemporáneo. Violencia obstétrica, así es como hay que clasificar esta práctica deplorable. Bien machirrines, vamos bien. Vergüenza cochina, en verdad.    

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Israel León O'Farril

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