Parabólica - Periodismo en Red

Palabras clave: machismo, salud, próstata, micción, estereotipo, homosexualidad.

Hace tiempo se usaba la expresión “¡a mí se me hace que te sientas para mear!” para afirmar que alguien era cobarde, delicado o simplemente homosexual. Como adivinará quien lea esto, especialmente los machirrines, sabrá que significa que si te sientas para orinar, entonces no eres hombre, pues, según este estereotipo, sólo las mujeres se sientan para orinar. “¡Los hombres orinamos parados, qué chingados!” Durante muchos años repetí la frase sin siquiera pensar lo que estaba diciendo, de manera automática, como muchas de las expresiones machistas que integran nuestro repertorio. Tiene mucho que sé que el orinar parado o sentado no te hace ni más ni menos hombre y, como lo he sostenido en esta columna desde hace tiempo, es necesario que cuestionemos constantemente aquello que creemos que nos hace ser hombres -o que nos han hecho creer- y, por tanto, cuál debe ser nuestra participación en un mundo cada vez más cambiante, abierto y respetuoso, con todo y que los conservadurismos saltan a la cancha todavía y con renovada energía.

Como ejemplo de lo anterior, no hace mucho, en un curso que di a profesores de primaria, uno de ellos, muy preocupado, me preguntó qué podía hacer con un niño de 6 años que acababa de ingresar y que tenía un problema serio: seguramente iba a ser homosexual porque se sentaba para orinar. De inmediato le pregunté si es que el niño vivía con sus padres y me dijo que no, que sólo con su madre, su abuela y un par de hermanas. Como se imaginarán, el niño simplemente había copiado lo que veía en casa. Además, le dije, de ninguna manera eso podía ser un síntoma de la orientación sexual que el niño podría tener de mayor. No lo vi muy convencido que digamos, así como pienso que muchos de los que leen esto tampoco se sentirán convencidos. Si bien podría ser cierto que un niño que vive en un entorno de violencia y machismo muy probablemente será macho y violento, esto no es una verdad absoluta; de igual manera, el que el niño estuviera rodeado de mujeres no lo llevaría a ser homosexual y mucho menos que se sentara para orinar.

Otro ejemplo, pero actual, son las reacciones a una nota que vi publicada en un portal de Facebook dedicado a la divulgación científica, llamado Enséñame de ciencia, intitulado “¿De pie o sentados? La ciencia revela la mejor posición en la que debe orinar un hombre para evitar el daño en la próstata”. Ahí se afirmaba, con sustento en estudios científicos, que la mejor posición para orinar es sentada en específico por los beneficios que puede traer para la próstata. No obstante, no me quedé solamente con esta nota, sino que busqué otras más y, encontré en el portal de la Televisión Alemana (DW) otro reportaje que afirma lo mismo. De igual forma, localicé otras que afirman que no hay acuerdo con respecto a esto, es decir, no hay pruebas concluyentes de que la posición esté relacionada con la prevención del cáncer de próstata u otras enfermedades. En lo que sí parecen concordar los especialistas, es que la posición sentada permite que se vacíe mejor la vejiga y eso ayuda cuando ya se tiene un problema de inflamación de próstata. Además, ninguno asevera que el hombre, para ser hombre -esto es, no ser homosexual o mujer- ha de orinar parado. Finalmente, como sostiene Gerald Collins, prestigioso urólogo británico entrevistado para el reportaje de la DW “sentarse para orinar puede ser más beneficioso para los hombres a medida que envejecen, debido a una afección conocida como hiperplasia prostática benigna (HPB) que afecta a la gran mayoría de los hombres con el paso del tiempo. (…) La HPB se produce cuando la glándula prostática y el tejido circundante se expanden, lo que obstruye la uretra. La uretra es el conducto que desciende desde la vejiga, atraviesa la próstata y llega al pene, por lo que esta obstrucción dificulta la micción”. Todo ello puede traer infecciones en tracto urinario, renales y otras afectaciones. Por tanto, pienso que es algo que debemos considerar.  De igual manera los especialistas concuerdan con el hecho de que, al orinar parado, se salpica orina en todas las direcciones lo que puede traer consigo suciedad e infecciones.

Sin embargo, pese a que se habla de estudios científicos que sustentan o no estas afirmaciones, los comentarios en la publicación de Facebook me resultaron una clara demostración de que el machismo sigue presente y bien anclado en la mente de muchos que navegan en la red. Por ejemplo, uno de los primeros dice “Los que orinamos de pie al ver a los que orinan sentados” y se acompaña con una imagen de un Súper Saiyajin -de la serie Dragon Ball- que dice “tráiganle una falda a la niñita”. Tanto trabajo “memístico” para demostrar que se es básicamente un macho. Por otro lado, uno muy “simpático” dice con sorna “muchos se sientan para orinar por naturaleza”, es decir, que como son homosexuales de nacimiento, por eso orinan de esa manera. Uno, que me reta a investigar desde una perspectiva histórica dice: “usando la lógica ¿cuándo se inventó el retrete vs cuánto tiempo tiene el hombre en este planeta?” La pregunta que nos podemos hacer es, ¿si no existía el retrete, entonces cómo es que esos primeros homínidos defecaban, parados también? La posición en cuclillas es adoptada de forma natural, hasta la fecha, como una posición de descanso por parte de muchas comunidades originarias de nuestro continente. ¿No podría haber sido esta también la posición natural para orinar? De hecho, existen baños en otras partes del mundo donde los retretes no existen y se hace en cuclillas. Pero el comentario, que no deja lugar a dudas es el lapidario: “un hombre lo hace de pie y si lo hace sentado, es mujer”. ¡Vaya, pues entonces ya no hay nada que decir! Lo que vemos en estas aseveraciones son una simple demostración de la forma en que el patriarcado se mantiene adherido en las prácticas más cotidianas y, por lo mismo, aparentemente inocuas. Pero, es ahí donde tenemos que empezar a trabajar con nuestros hijos y más allegados para ir desmoronando el machismo en nuestro entorno. ¿Y tú, cómo haces?, ¿parado, sentado?, ¿importa?