Máscaras escribe Jesús Olmos
Miembros de la Comisión Permanente desde el Senado de la República, regalaron a las y los mexicanos otra tarde negra de gritos y sombrerazos.
Las imágenes publicadas en los canales oficiales del legislativo, evidencian que podríamos estar ante una de las más vergonzantes generaciones de tribunos de la que se tenga memoria en el pasado reciente.
Miembros de las Cámaras de Diputados y Senadores que se enfrascan en discusiones banales, que evaden los temas de fondo, que mienten con notable facilidad y que todo lo ello hacen en nombre de un México que los ve con horror más que con respeto o atención.
Es la senadora opositora Lilly Téllez la que encabeza la lista de los contagiados del virus de la teatralidad, una enfermedad que ya contagió a los senadores Federico Doring y Ricardo Anaya, ellos dos sí, miembros de la ‘alcurnia’ panista, pero que están revestidos del síndrome que Téllez instauró en los pasillos senatoriales.
Téllez por igual interrumpió a quienes la dejaron iniciar como oradora en un par de temas, que una ceremonia oficial de unción de Embajadores, al mismo tiempo gritoneo, que evadió señalamientos puntuales, hizo teatro, se autoalabó y mantuvo ese lenguaje que antisororo que tanto la exhibe y evidencia.
Hoy, los niños buenos de alta escuela del panismo, se postraron frente a la presidencia de la Mesa Directiva, para usar altavoces y sirenas para protestar porque el orden de los asuntos a discutir no se ceñía a su capricho, porque querían pasar por encima de la Mesa Directiva.
De pie y frente al senador Gerardo Fernández Noroña, mantuvieron activos sus sonidos de alarma interrumpiendo no solo a los oradores y las lecturas del orden, en un sinsentido que rayaba en lo absurdo. Anaya sonreía como el niño que hace una travesura y Doring, como el adulto prepotente que busca imponer a como dé lugar sus ideas.
Luego del show del PAN, vino el del senador priista Alejandro Moreno Cárdenas, quien habló de otras épocas en el país, en las que a su parecer había democracia plena, no había persecución política e incluso lanzó el reto de que quienes ahora lo señalan en el pasado eran cobardes y temían a las reacciones gubernamentales, algo que llevó a todos en la sala a recordar la administración del último presidente priista hasta nuestros días Enrique Peña Nieto, a quien terminó por describir perfectamente. Sin querer queriendo, el llamado Alito también causó risas entre el respetable cuando dijo que estaba dispuesto a apostar la vida por mantenerse como un opositor al régimen, los ruidos más abultados vinieron de quienes aben que el senador priista ya no representa nada.
Pero no fue el único que presentó verdades a medias y datos a modo, porque también Adán Augusto y Nacho Mier, hicieron una defensa de sus ideales de grupo asegurando que dan la cara ante los señalamientos de un ando delincuencial ligado al tabasqueño, haciendo querer ver que no existe responsabilidad jurídica, pero omitiendo la existencia de una responsabilidad política por a vinculación de Hernán Bermúdez con La Barredora muy parecida a la de su archienemigo Felipe Calderón, que evade la realidad de Genaro García Luna su liga a los cárteles de la droga.
Tuvo que venir el senador Gerardo Fernández Noroña, aquel que no es bajado de rijoso y de malposrtado, a dar el primer y quizás el único aporte decoroso al debate, haciendo alarde de lógica más que de argumentos, exhibiendo falacias y puntualizando, hablando de frente del presente y el pasado, aunque si hay algo que criticarle es su sesgo de partido y en un par de ocasiones pasarse de apasionado.
Mientras tanto, dos presidentes municipales poblanos, Beatriz Sánchez de Zacatlán y Armando Aguirre de Coronango, fueron testigos de este espectáculo circense, disfrazado de discusión legislativa, en el que solo faltaron los tamborazos.
Alguien en la puerta debió detenerlos a salir para decirles: ¡Qué pena con las visitas!
@Olmosarcos_