Mascaras escribe Jesús Olmos
En su ocaso, el Partido Revolucionario Institucional ha tenido a mal encontrarse con una figura tan patética como la de Alejandro Moreno Cárdenas, al frente de su dirigencia nacional.
Y no es que la marca viviera su mejor momento, como se atreven a afirmar algunos de manera que hasta parece irónica, sino porque este hombre de muy baja estima entre los mexicanos y entre sus propios correligionarios pareciera estar batallando por extinguir a este histórico (no por congruente) instituto político.
Pero Alejandro Moreno, quien en un tono arrogante hace llamarse “Alito”, ha tratado sin ningún tapujo de concentrar todo el poder priista en su persona, mientras ha fustigado los derechos y las libertades partidistas de todos aquellos que se atrevan a oponérsele.
Si, Alito, el autonombrado fan de Enrique Peña Nieto y quien aún es uno de los defensores que le quedan al repudiado ex presidente, ha terminado por convertir su dirigencia en el PRI Nacional, en una dictadura.
Uno de los ejemplos más claros de que Alito se convirtió en el dictadorzuelo de lo que queda del priismo -algo que ha denunciado hasta el cansancio del lopezobradorismo, de la Cuarta Transformación y hasta de Nicolás Maduro en Venezuela-, es que ha torcido de tal forma los estatutos que tras seis años en la dirigencia nacional, podría quedarse hasta 2032 o en su caso, hasta que termine de extinguir al dinosaurio.
Alito, el mismísimo dictador del tricolor, eliminó la máxima que le dio vida al que ha sido su partido: “sufragio efectivo, no reelección”, y desde los estatutos del tricolor se abrió el camino para que su persona quien llegó en 2019, y se sostuvo en el 2024, pueda ocupar el cargo por hasta ocho años más.
Pero Alito está muy lejos de aquellos dictadores “carismáticos”, por llamarlos de algún modo, que hacer honor a la historia o que presumen ser conocedores del territorio sobre el que pisan.
Cuando Alito se hizo del poder absoluto en el tricolor, aquel oprobioso 8 de julio de 2024, tildó de “cínicos, lacayos, y esquiroles al servicio del gobierno y sus intereses” a todos los que se le opusieron, incluyendo a personajes cuya carrera y posición contraria al régimen morenista era más clara que el agua.
Como dirigente del PRI y con carrera desde las juveniles incluso con su cercanía con Roberto Madrazo, señaló a los priistas del Pemexgate, a los militantes vinculados al asesinato del ex candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, en marzo de 1994 y después de décadas de militante y después de haber guardado silencio y complicidad a tales niveles, dijo que ahora si era momento de denunciar y señalar.
No es difícil afirmar que el senador Alito está más cerca de ser un dictador en su propio partido, como tanto denuncia al presidente venezolano Nicolás Maduro, o como tanto ha señalado a la propia presidenta Claudia Sheinbaum.
@Olmosarcos_