Máscaras escribe Jesús Olmos
Dos episodios ocurridos esta misma semana ponen en evidencia la tragedia llamada Veracruz, por la clase política que transitó dos sexenios del priismo, un bienio del panismo y que vive su segunda oportunidad bajo el mandato de Morena.
El periodo de tiempo que comprende desde el inicio del sexenio en 2004, se extiende al sexenio 2010, cruza por los vertiginosos últimos meses del 2016 y choca con el bienio que culminó en diciembre del 2018, Veracruz vivió de todo.
Esta tragedia, tiene como protagonistas muchos nombres, pero principalmente hay cuatro que han acaparado la atención a lo largo de las décadas jugando al mismo tempo el papel de “héroes” como el de villanos. Estos nombres son: Fidel Herrera Beltrán con su hijo político Javier Duarte de Ochoa, y por otro lado Miguel Ángel Yunes Linares con su hijo de sangre Miguel Ángel Yunes Márquez.
Herrera y Yunes (padre) son en principio dos políticos priistas de la vieja guardia, dos adoradores de las hazañas del idolatrado Fernando Gutiérrez Barrios, dos encantadores de serpientes, hay leyendas sobre si el amor de una mujer los confrontó y la política solo se volvió el mejor escenario en el cual desarrollar esa disputa.
Fidel y Miguel Ángel, comparten un algo grado de culpabilidad por esta tragedia, ambos como héroes de sus aplaudidores y villanos para todo aquel que ha tenido el infortunio de padecer su guerra sin tregua a lo largo de los años.
La nauyaca y el perro, una venenosa y el otro rabioso, se han jugado sus futuro por sus engendros, dos creaciones a imagen y semejanza de ellos mismos.
Duarte, el “adoptivo” que lo tuvo todo sin trabajarlo nada, que lo derrochó todo, que carga tras de sí una serie de acusaciones por actos masivos de corrupción, malversación de fondos, aumento de los homicidios y por haber dejado a Veracruz en ruinas.
Duarte, el “héroe” que destapó al priista Enrique Peña Nieto para ser presidente ante una plaza enardecida, también tuvo de enemigo a Yunes, quien entre sus derrotas electorales hizo de los territorios gobernador por sus hijos Miguel y Fernando, su feudo, que se sintió el terrateniente de los manglares, las costas, las playas y el estero.
Miguel Ángel, quien se dio a querer como el rostro amable de la familia, gobernó dos veces Boca Del Río, fue diputado local y candidato a gobernador, pero era una hechura de su padre. En un punto medular para esta historia cruenta: lo derrotó Cuitláhuac García, un novato, un aprendiz de político, una copia mal lograda de AMLO con la fortuna necesaria de haber nacido en Veracruz.
“Miguelito”, aprendió bien a bien, todas aquellas trampas y marrullerías que su padre usó para azuzar a sus oponentes y formar alianzas, tuvieran el tono que tuvieran. Los Yunes han usado todo tipo de guerra sucia, el acoso, las amenazas y, sobre todo, la traición, como armas fundamentales contra los grupos políticos con los que se han confrontado.
Fidel y Duarte, Yunes Linares y Yunes Márquez, y muchos que han estado a su servicio y disposición, nos ofrecen un panorama detrás de la realidad que vivió, vive y vivirá el Veracruz de los próximos años, no muy alejada de aquellas tragedias griegas retratadas en libros, que exploran el sufrimiento y el dolor como armas para atraer al público, aunque en este caso hablamos de un territorio, rico como pocos, el que ni los malos gobernantes se han podido acabar.
@Olmosarcos_